El fin de la lógica política y el triunfo del caos
El análisis de lo que está ocurriendo en Oriente Medio nos vaticina los más siniestros augurios si la llamada comunidad internacional no es capaz de reaccionar y poner un límite a la actuación de EE UU en Irak y de Israel en Palestina. Tanto el asesinato del chayj Yassin como la persecución desencadenada contra Múqtada al Sáder lo que nos muestran es una opción descarnada en contra de la lógica política y a favor del caos generalizado en esta región del mundo. La aplicación de la teoría del caos permite el ejercicio de la impunidad total. Todo se justifica para responder al caos. Por ello se eliminan interlocutores, como es el caso del chayj Yassin, o se inflaman los espíritus, como es el caso de los seguidores de Múqtada al Sáder. En ambos casos, se trata de un mismo pensamiento colonialista que sólo persigue, con el único instrumento de la fuerza, someter a las poblaciones autóctonas y que excluye toda lógica política de negociación con el identificado como enemigo.
Ariel Sharon, con el impune asesinato del chayj Yassin -seguido del de Abdelaziz Rantisi-, ha jugado claramente la carta del caos ante su repliegue unilateral de Gaza, al igual que lo ha hecho en Cisjordania frente a Al Fateh, garantizándose la ausencia de un interlocutor. El chayj Yassin, en contra de lo que habitualmente extiende la prensa internacional, había sido un actor sustantivo en la consecución de las diferentes treguas logradas con Hamás en los dos últimos años, así como estaba siendo una pieza clave en la estructuración de un Gobierno palestino viable en alianza con la Autoridad Nacional Palestina de cara al posible repliegue unilateral israelí en Gaza. Unido a esto, representaba en el seno de Hamás una voz que, frente a las más radicales, se había manifestado en diversas ocasiones a favor de solucionar el conflicto si Israel se retiraba de los territorios ocupados en 1967.
Es decir, a diferencia de otras voces en su propio movimiento, ponía toda su autoridad moral y espiritual a favor de una solución más realista que la de reclamar la recuperación de toda la Palestina histórica. Era un interlocutor creíble y necesario. Su asesinato no ha logrado más que radicalizar a las bases y favorecer las actitudes reactivas más intransigentes. Es más, ha favorecido el acercamiento entre las Brigadas de Al Aqsa (procedentes de Al Fateh) con Hamás, no sólo porque anunciaron que responderían con esta organización a dicho asesinato, sino porque incluso muchos cuadros de dichas Brigadas se han pasado a Hamás en Gaza. Es decir, Sharon ha buscado que Gaza se convierta en una anarquía de grupos palestinos enfrentados, sin posibilidad de control por parte de la Autoridad Nacional Palestina, sumergida progresivamente en una enfrentamiento civil "libanizado". A la vez que los atentados suicidas que se seguirán permitan seguir ejerciendo a Israel su total impunidad, justificada por "la guerra" contra el terrorismo que él mismo no deja de alimentar.
En Irak, la situación desencadenada por EE UU en Faluya y en las ciudades chiíes del sur responden a la misma lógica. En Faluya, la asunción de la revancha y el castigo colectivo por el asesinato de cuatro paramilitares norteamericanos ha seguido el más fiel guión del Ejército israelí en su acción contra el campo de refugiados palestinos de Yenín. El sitio de la población, los bombardeos con Apaches y la matanza de multitud de civiles, incluidos niños, seguido de una huida desesperada de miles de familias que son ya hoy civiles obligados a abandonar sus hogares por una acción militar, son métodos propios de la barbarie y no de la civilización que se arrogan representar. Los cuatro americanos asesinados en Faluya no eran simplemente "civiles", eran paramilitares de la Blackwater Security Consulting, compañía de mercenarios contratada por la CIA para llevar a cabo operaciones de "contrainsurgencia", y que en Irak cuenta con unos 400 comandos armados. En lo que concierne a la resistencia iraquí, esos paramilitares no son civiles, sino objetivos militares de la ocupación. Y la ocupación en el denominado triángulo suní ha brutalizado a la población civil de esa región desde el primer momento, de ahí que la barbarie genere barbarie y algunos en Faluya celebrasen el espectáculo del horror en torno a los cuatro cuerpos americanos descuartizados y colgados. Pero la brutal revancha del Ejército de los EE UU contra los civiles de Faluya es completamente inaceptable desde la ley internacional y el respeto de los derechos humanos, y no puede engendrar más que un odio cargado de violencia. Que no traten de decirnos que sólo han luchado contra los "insurgentes" porque, aunque esas imágenes no hayan circulado como sí lo hicieron intensivamente la de los cuatro americanos asesinados, Al Yazira nos ha dado a conocer demoledoras fotos de esos inocentes niños de Faluya asesinados en los bombardeos americanos. ¿No habían llegado a Irak para liberar a los iraquíes de la violación de los derechos humanos que ejercía Sadam Husein? Toda la vox pópuli iraquí clama hoy que no hay diferencia entre los americanos, Sadam Husein y Ariel Sharon.
Por otro lado, aunque los americanos nos hayan mostrado desde hace un año que siguen una política ciega y autista en Irak, pensar que la provocación contra Múqtada al Sáder y sus seguidores ha sido un error más que ha encendido la Intifada chií, sería muy inocente por nuestra parte. Sería más inteligente pensar que ha sido una provocación buscada a favor del caos y la fuerza y en contra de la lógica política. La decisión de cerrar la publicación de este movimiento, que se hizo sin informar al ministro iraquí de comunicación, de detener a su portavoz, Mustafa al Yaqubi, y de disparar contra los manifestantes que reaccionaron en contra de tal medida produciendo los veinte primeros muertos han respondido a un objetivo buscado: que la Intifada comenzase. Pero, eso sí, presentándola como la actitud violenta de los "radicales", "fanáticos", "extremistas" chiíes. De hecho, Múqtada al Sáder, siguiendo el guión ya de sobra conocido, ha pasado de ser "radical" a "fuera de la ley", "criminal" y próximamente "terrorista". En consecuencia, puede ser objeto de un asesinato extrajudicial en cualquier momento.
A veces se tiene la impresión de estar viviendo el mundo al revés. ¿Qué sensación se tiene, si no, cuando una fuerza que ilegítimamente está ocupando un país se permite hablar de "actos ilegales" y de iraquíes "fuera de la ley"? ¿De qué ley? Aunque Múqtada al Sáder representase a uno de los liderazgos chiíes más expresamente contrarios a la ocupación, no por ello había abandonado su línea de resistencia política y no de resistencia armada. Al acabar con la lógica política, Bremer ha invertido expresamente en su radicalización. ¿Por qué?
Los americanos han visto cómo progresivamente la oposición a la preconstitución (fabricada por ellos y el Gobierno provisional iraquí que ellos mismos han nombrado) y a su plan para el 30 de junio ha ido enfrentándose a una oposición política cada vez más firme y organizada. Muchos líderes chiíes la han ido expresando de manera cada vez más nítida y públicamente, pidiendo la unión de suníes y chiíes para que los americanos salgan del país. Y ello porque esos iraquíes saben que el plan para el 30 de junio consiste en que el supuesto "fin de la ocupación" significa la construcción de 14 bases militares norteamericanas que alojarán 110.000 soldados, estructura sustancial para el control de su "Gran Oriente Medio". Y saben que la supuesta "devolución de la soberanía" no integrará al Ejército iraquí, que quedaría bajo mando militar norteamericano; y también saben que los fondos para la reconstrucción tampoco pasarían a soberanía iraquí, sino que serían administrados por la nueva Embajada de EE UU en Bagdad, la más grande del mundo, albergando a 3.000 funcionarios. Muchos iraquíes, y no sólo los chiíes, no iban a tolerar dicho fraude, y los americanos lo saben. Por ello, apostando por el caos, los americanos pueden imponer sin límites la fuerza para restablecer el "orden" y aniquilar a sus enemigos, como hace Israel, e incluso, si con la fuerza y la impunidad no les es posible llevar a cabo la "operación" prevista para el 30 de junio, pueden decir que el caos que han creado los extremistas y fanáticos lo hacen imposible.
Esto es siempre mejor de cara a la campaña electoral de Bush que un fracaso incontrolable llegado el momento. El caos y la inseguridad imposibilitan la dinámica de la negociación política, la estructuración de un discurso político alternativo, la emergencia de interlocutores y un liderazgo político estable iraquíes, cuyo objetivo sería siempre acabar verdaderamente con la ocupación. Sin embargo, el caos permite la impunidad, la depredación económica de Irak a través de su privatización y el desarrollo de unas ganancias ingentes de la industria militar y armamentística americana. En conclusión, una política ciega y suicida que alimenta la radicalización, la violencia y el terrorismo para su siniestro beneficio, y que no creeríamos posible si no la estuviésemos observando y tolerando ya desde hace tiempo en los territorios palestinos.
Gema Martín Muñoz es profesora de Sociología del Mundo Árabe e Islámico de la Universidad Autónoma de Madrid.
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