Muñoz Molina defiende el precio fijo
Jorge Semprún y Joaquín Leguina provocan un colapso en el pabellón Carmen Martín Gaite
"Si las editoriales literarias y las librerías no sobreviven, nosotros tampoco", afirmó ayer Antonio Muñoz Molina en la presentación de Ajuar funerario (Páginas de Espuma), del escritor peruano afincado en España Fernando Iwasaki (Lima, 1961). "Hay una frontera radical" y a un lado están "la educación, las bibliotecas y el precio fijo de los libros". "Donde no hay precio fijo, sólo quedan los grandes espacios".
Un discreto manifiesto cuelga en las casetas de las librerías especializadas, al inicio del Paseo de Coches del Retiro: "Las librerías pequeñas se mueren: competencia desleal de las grandes superficies. Venta directa de las editoriales al lector. Mayores descuentos del distribuidor a las grandes superficies.Nuestro top manta: las fotocopias". Firmado por LEA (Librerías Especializadas Asociadas). Quizá Muñoz Molina lo vio, quizá no, pero coincidió plenamente con los reivindicativos libreros. "Defender el precio fijo, las librerías y la motivación de los libreros es salvar nuestro futuro".
Microrrelatos de terror
Fernando Iwasaki y Muñoz Molina inauguraron ayer el Pabellón Carmen Martín Gaite con Ajuar funerario, "un ejercicio del microrrelato y de la literatura de terror", en la mejor tradición, explicó el autor de Sefarad. "Prepara el escalofrío, el escalofrío mismo y la solución del escalofrío. Crea expectativas y da soluciones sorprendentes", con una excelente economía de medios. "Reduce al máximo una historia y la deja en lo fundamental, en lo que la mantiene en pie". "Iwasaki ha utilizado todos estos mecanismos agitándolos como en un tubo de ensayo".
Iwasaki recorre todas las posibilidades. Vampiros, aparecidos, monjas que dan mucho miedo, el sillón de un dentista como una silla eléctrica... junto a los aspectos más cotidianos de la vida. "Hay que tomarse los géneros en broma, pero en serio. Ya no se puede escribir un cuento de vampiros sin ironizar, pero tras la risa y la burla hay un fondo de verdad y melancolía. Siempre la gota de verdad del miedo que siente un niño", dijo Muñoz Molina.
Iwasaki explicó que buena parte de los relatos están inspirados en los que le contó de chico Josefina, una muchacha criada en un hospicio que fue a trabajar a su casa de Lima cuando tenía 14 años y que se quedó con la familia toda la vida. "Me daban más miedo que los de cualquier autor: un cura en llamas detrás del altar del hospicio, una hostia que se incendiaba antes de entrar en la boca de una niña mentirosa, aparecidos, fantasmas, muertos vivientes... He tomado esos cuentos orales y les he dado cierta dignidad literaria".
Ambos escritores rindieron homenaje a Juan Casamayor, el director y casi único trabajador de Páginas de Espuma. "Un acosador textual, que persigue y cuida a sus autores", dijo Iwasaki. "Una editorial pequeña y valiente", añadió Muñoz Molina.
Aplausos y buena feria a todos, concluyeron. Y va a serlo a juzgar por lo que se vio ayer. Apenas un par de horas después, el Martín Gaite reventaba de gente. Veinte minutos antes de que Jorge Semprún y Joaquín Leguina hablaran del libro de éste, El rescoldo (Alfagura), ya no cabía un alfiler en el pabellón. Entre los que se tuvieron que quedar de pie casi hasta el último minuto estaba el director general del Libro, Rogelio Blanco. Semprún y Leguina llegaron tarde, porque fue casi imposible arrancarles de las casetas donde firmaban, pero la espera no se hizo larga, primero porque se estaba fresquito, y luego porque casi todo el mundo se conocía. Besos, saludos, abrazos. Tanta gente había de pie que fue difícil cerrar las puertas y se formó una tertulia al final de la sala que fue difícil de acallar, incluso cuando los actores Natalia Menéndez e Israel Elejalde leyeron un capítulo del libro.
Contada en dos tiempos, los años veinte y treinta hasta la Guerra Civil y desde la actualidad, la novela narra la historia de una familia aragonesa rota por la guerra y cómo dos generaciones después los nietos intentan averiguar qué sucedió.
"El rescoldo se inserta en un fenómeno singular y apasionante que se está produciendo en España desde hace algunos años", afirmó Semprún, "la recuperación de la memoria, de la memoria roja, ocultada, censurada o autocensurada por las preocupaciones políticas de la transición. Ahora resurge con fuerza esta memoria roja. Hoy ya se pueden evocar esos recuerdos sin que despierten deseos de venganza o de revancha". Otras cosas que le interesaron a Semprún de la novela es que es "libre y libertaria". "Libre en la escritura, libertaria en la moral de los personajes y en que pone en primer plano a las mujeres". Y su trasfondo matemático: el enigma del teorema de Fermat. El autor de Veinte años y un día preguntó a Leguina "si es posible combinar la política y la literatura". "Porque yo, cuando tuve la suerte o la desgracia de ser ministro de Felipe González no puede escribir ni una línea". "Es compatible", respondió. "Escribo durante los fines de semana y en vacaciones. La investigación, aunque sea desde el punto de vista del aficionado, la practico todos los días".
Los distintos ritmos de las cajas registradoras
En la caseta de El Corte Inglés hay una caja registradora para cada autor que firma libros, explicó ayer Maruja Torres. Ayer le tocó firmar sus Hombres de lluvia (Planeta) junto a otra autora de la casa, María Teresa Campos (Mis dos vidas. Memorias). "Mi caja hacía cling, cling, cling, y la de María Teresa, cling, cling, cling, cling, cling, cling...". Torres no se deprimió, "sólo" firmó/ vendió 100 ejemplares.
Lo cierto es que desde que han desaparecido las polémicas listas de más vendidos hay más relajo y humor en la feria. Muertos de risa estaban, por ejemplo, Luis Perdices y John Reeder, autores del Diccionario del pensamiento económico en España. 1500-2000 (Síntesis), que en la caseta de Ecobook sólo dedicaron cuatro libros. "Y porque pillamos a un amigo que pasaba por allí".
Álvaro Pombo llegó al Retiro, de blanco radiante, dispuesto a firmar Una ventana al norte (Anagrama). Luis Landero eligió la caseta de la librería Méndez, que hizo un despliegue de todos sus libros, con lugar preferente para El guitarrista (Tusquets) y ¿Cómo le corto el pelo, caballero?, una selección de sus artículos. En la caseta de Casa del Libro, Rosa Regàs y Carlos Fuentes hablaron de libros y de proyectos. Cada uno con dos libros. Regàs, Diario de una abuela de verano (Planeta) y El valor de la protesta. El compromiso de con la vida (Icària), también una antología de artículos. Carlos Fuentes, con Inquieta compañía (Alfaguara) y Viendo visiones (Fondo de Cultura Económica). La primera, ilusionada porque el próximo martes, a las once de la mañana, toma posesión como directora de la Biblioteca Nacional. El segundo, porque estará en el Fórum en septiembre en un encuentro sobre las letras hispanoamericanas -"prefiero este término a latinoamericano porque quiere decir de aquí y de allá"-, coordinado por Sealtiel Alatriste. Estarán también Nélida Piñón, Tomás Eloy Martínez y Juan Goytisolo.
En Crisol compartieron mesa Carlos Ruiz Zafon, que firmó sin parar ejemplares de La sombra del viento (Planeta); Fernando García de Cortázar, con Memoria de España (Aguilar), y Josefina Aldecoa, con La distancia (Alfaguara), que va por su segunda edición. Y muchos más autores, que aguantaron estoicamente el calor de las casetas.
Los responsables de la feria están convencidos de que recibirán la visita de la reina Sofía -"casi nunca se la pierde, a no ser que se lo impidan sus compromisos"- y la del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que "seguro que confirmará en el último momento".
Babelia
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