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Crónica:AUTOMOVILISMO | Gran Premio de Francia de fórmula 1
Crónica
Texto informativo con interpretación

Ante el mejor Alonso, un colosal Schumi

La estrategia del campeón, con cuatro paradas en los 'boxes', rompe los esquemas de Renault y la oposición del español

Robert Álvarez

Sobre el ardiente asfalto de Magny Cours a algún aficionado se le vino a la memoria una antigua leyenda, la del ciclista Federico Martín Bahamontes. En el decenio de los cincuenta dominaba de tal forma en las empinadas subidas de los cols pirenáicos que podía sentarse sobre un mojón en la cima a tomarse un helado mientras esperaba que llegaran sus adversarios. Salvando todas las diferencias, abismales, Michael Schumacher, un día de estos, va a estar en disposición de ponerse a hacer un crucigrama mientras su Ferrari devora las últimas vueltas de un gran premio. Ayer, Fernando Alonso, en su mejor actuación en lo que va de temporada, se las hizo pasar canutas por momentos en el Gran Premio de Francia de fórmula 1. Pero, cuanto más brilló la poderosa conducción del español, mayor fue el despliegue de Schumi, que sacó a relucir su inmensa calidad. Exigido como pocas veces por Alonso, que defendió con determinación la pole position desde la que partió y que se mantuvo en cabeza durante las primeras 32 vueltas, el alemán, seis veces campeón mundial, anonadó a rivales y espectadores. Su habilidad para rebasar a Alonso tras la segunda parada de ambos en los boxes fue paralela a su picardía estratégica.

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Necesitó Schumacher ir al límite para rebasar a Alonso en el galimatías que suponen los recesos para las tareas mecánicas y de repostaje. Lo consiguió como por arte de birlibirloque después de que el asturiano completara una segunda parada excepcional: sólo invirtió en ella 6,2 segundos. Pero, cuando volvió a la pista, en esa vuelta 32ª, Alonso observó que por delante de su Renault pasaba algo, una centella de color rojo: el Ferrari de Schumi, cómo no. Pero la diferencia entre ambos era mínima. Apenas tres segundos.

La clave de la carrera, que en la cabeza no tuvo más protagonistas que ellos, se produjo unas vueltas más adelante. En el giro 42º, Schumacher dejó su Ferrari en manos del batallón de rápidos y expertos mecánicos, que invirtieron 6,5 segundos en poner algo de gasolina y cambiar los neumáticos. Mientras tanto, Alonso se las tenía tiesas con el brasileño Massa, que se hacía el remolón al apartarse, lo que deben hacer todos los pilotos que son doblados. A toda pastilla iba Alonso, en pos de la que debía ser la segunda victoria de su carrera en el circo.

Pero, cuando la teoría decía que el Renault número 8, supuestamente con menos gasolina, iba a ser más rápido que el Ferrari, la práctica derivó justamente en todo lo contrario. Schumacher, con su bólido menos cargado de carburante de lo que creían los técnicos de la escudería francesa, marcaba una vuelta rápida tras otra mientras Alonso notaba como nunca el deterioro de sus neumáticos. Cuatro vueltas más tardó, el español efectuó su tercera parada. Volvió a salir a la pista en la segunda posición mientras Schumacher se le iba a tal distancia que, por momentos, lo perdía de vista. Llegaron a registrarse hasta 22 segundos de diferencia. La suerte estaba echada. Pero todavía faltaba el último golpe de teatro. Lo asestó el equipo Ferrari. Con una cuarta parada, que, en condiciones normales, nadie efectúa, dejó al descubierto lo que había sucedido: su estrategia. A Alonso le pidieron desde la garita de mandos de Renault que apretara a fondo. Pero ya no había nada que hacer. Schumacher había acumulado tal ventaja que sólo un fallo final le habría privado del triunfo. No se produjo. Y Schumi acabó acumulando su noveno triunfo en los diez grandes premios que se llevan disputados esta temporada, el séptimo en el de Francia, uno más ya que el francés Alain Prost, y alcanzando un total de 90 puntos, que le otorgan una ventaja en la clasificación general que le lleva derechito hacia su séptimo título mundial.

Por si no bastara, Barrichello, en la última vuelta, arrebató el tercer puesto al italiano Jarno Trulli. El sueño de Renault era desbancar a Ferrari en un circuito en el que actúa como si fuera su casa. Ni siquiera consiguió eso, los dos peldaños contiguos al cajón al que se subió Schumi. Y ello, a pesar de que Barrichello había partido desde la décima posición de la parrilla de salida.

Marc Gené, a los mandos del Williams del convaleciente Ralf Schumacher, no salió bien. Pero completó una actuación aceptable con un décimo puesto que es poca cosa para su marca, pero sólo dos por detrás de su compañero, el colombiano Juan Pablo Montoya. Los McLaren de Coulthard y Raikkonen consiguieron acabar al menos, algo ya destacable en una temporada nefasta para el equipo de las flechas plateadas, y superaron además a Montoya. Pero, a fin de cuentas, todo eso quedó reducido a la letra pequeña. La historia grande estaba ya firmada por Schumacher y Alonso.

Fernando Alonso rocía con champán a Michael Schumacher en el podio de Magny Cours.
Fernando Alonso rocía con champán a Michael Schumacher en el podio de Magny Cours.EFE

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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