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Reportaje:

Los bares gays se ponen de moda

La zona de 'ambiente' de Bilbao se populariza entre el público heterosexual

La noche bilbaína también rompe prejuicios. Los locales de ambiente, frecuentados hasta hace bien poco sólo por un público homosexual, se han convertido ahora para muchos heterosexuales en la alternativa más chic para salir de copas. Cientos de jóvenes de distinta orientación sexual acaban los fines de semana en Bilbao en las pistas de baile de estos pubs, que en su mayoría se concentran en el entorno del teatro Bilbo-rock, en las calles que bajan de San Francisco. Si todavía algunos acuden atraídos por el morbo de ver a una pareja homosexual besándose, la mayor parte lo hace para disfrutar, en lo que las agrupaciones de gays y lesbianas ven el mejor síntoma de normalización. Pero los homosexuales también han roto otra barrera. La zona de la Merced, antes muy deprimida, gana atractivo para el comercio y acelera su regeneración, reproduciendo el fenómeno que revitalizó Chueca, el barrio gay de Madrid.

La mayoría de los locales se encuentran en el entorno de Bilborock
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Sin ánimo de ligar

Txema Gonzalo, portavoz de la agrupación bilbaína de gays y lesbianas Hegoak, asegura que la moda de los pubs de Bilbao entre un público heterogéneo (en Vitoria y San Sebastián la zona de ambiente homosexual es más reducida) comenzó hace unos cuatro años. "Se ha corrido la voz de que los bares gays son más divertidos, de que ponen mejor música y se baila más. Además, las chicas saben que se lo van a pasar bien, sin que los chicos les acosen para ligar", comenta.

No hace mucho, cuando la homofobia era la norma, el Casco Viejo de Bilbao destacaba por su tolerancia, pero la mayor parte de los locales de ambiente seguían siendo sitios oscuros, escondidos. "Estaban prohibidos para los heterosexuales y hasta a los propios gays les daba reparo entrar, porque suponía enfrentarse consigo mismos, reconocer que eran homosexuales", explica Gonzalo.

La apertura hace casi diez años del bar Enigma, situado al fondo de la calle Luis Iruarrizaga, al otro lado del puente de la Merced, invirtió la tendencia. "Desde el principio tuvimos muy claro que queríamos un sitio de ambiente, más enfocado a las chicas, pero bonito, con mucha luz y abierto a todo el mundo", dice su responsable, quien prefiere reservar su identidad, al igual que la mayor parte de las mujeres citadas en este artículo. Una música divertida, en la que tan pronto suena el éxito rápido del verano como la eterna Pantoja, hace que cada sábado decenas de jóvenes de distinta orientación guarden cola para pagar la entrada. "Los heterosexuales lo incluyen en su ruta, como un bar más, porque empezamos a ser vistos como iguales. Ven que trabajamos todos los días, que nos vestimos en sus mismas tiendas y que nos divertimos igual".

Aunque todavía hay quien alterna en estos bares y teme verse acosado por personas de su mismo sexo, "la mayoría ha entendido que, por ser lesbiana, no te gustan todas las mujeres, como tampoco a un hetero le gustan todos", confiesa la responsable del Enigma. Una camarera del café Sildabia, situado en la zona del Bilborock, confirma esta tolerancia. "Tenemos un ambiente mixto, en el que viene todo tipo de gente. Y cuando dos chicas se besan, el resto pasa. Aquí todo el mundo pasa de todo el mundo", dice la empleada de este local, que una vez al mes prohíbe la entrada a los hombres.

La mayor parte del público heterosexual acude a los bares gays sin intención de ligar y prefiere los dirigidos a lesbianas o mixtos, en lugar de a clientes masculinos. Un camarero del Heaven, un pub dotado de vídeo y cuarto oscuro (un reservado sólo para hombres), revela que en su local entran también cuadrillas o parejas heterosexuales, pero lo atribuye al horario de apertura. Los pubs de ambiente, con licencia de discoteca o de café teatro, continúan abiertos hasta las seis de la mañana, cuando la mayor parte de los bares del Casco Viejo cierra a las dos y media, lo que también ha multiplicado las quejas vecinales por exceso de ruido.

Pero para gays y lesbianas la masificación de sus locales puede ser un problema. Una mujer de 45 años que en los años 80 participaba con gafas de sol en las manifestaciones del orgullo expresa que la heterosexualización del ambiente ha disuadido a algunos de tomar una copa en estos locales. "Los sábados por la noche, hay tantos heterosexuales que da igual entrar o no a estos bares", recalca esta bilbaína, que en general ve positiva la apertura de estos locales, pero aprecia cierto deseo de "ir de progre" en quienes se apuntan a esta moda.

Las agrupaciones vascas de homosexuales aplauden, sin embargo, una tendencia que desde hace un tiempo define también las noches de las principales discotecas gays de Madrid y Barcelona y reclaman que este colectivo pueda obrar con la misma libertad en todos los espacios.

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