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Reportaje:HISTORIAS DE LOS 'NUEVOS BARRIOS' | Arroyo Fresno

Un sueño imposible

Arroyo Fresno es la joya de los PAU del norte y el sueño de cualquier cooperativista, pero inalcanzable para muchos

Si el norte de Madrid tiene fama de ser una de las mejores zonas para vivir en la capital, Arroyo Fresno, en el distrito de Fuencarral-El Pardo, será la joya del entorno. A sólo unos metros del monte de El Pardo, con vistas privilegiadas a la sierra y un nivel de vida muy elevado, cualquiera querría vivir en el PAU (Programa de Actuación Urbanística) que algún día se construirá allí.

Pero por el momento, el nuevo barrio no es más que un inmenso solar salpicado de árboles y casas bajas: ni rastro de urbanización. Lejos del sueño de bienestar en el que se convertirá Arroyo Fresno, en medio de lo que será la Unidad de Ejecución 2 del futuro PAU, se encuentra la miseria: el poblado de chabolas de Pitis, "el centro de la cocaína", como señala un vecino de una urbanización próxima. Las casuchas hechas de escombros y cartón se erigen sobre lo que será la avenida principal del PAU, por el momento paralizada. Como todo en Arroyo Fresno, a excepción de la futura sede de la Real Federación Española de Golf, un green de 623.000 metros cuadrados, que apunta hacia lo que algún día será un nuevo barrio de lujo.

El poblado de Pitis se erige sobre lo que será la avenida principal del PAU, ahora paralizada
La cooperativa cambió su terreno por pisos en Las Tablas: más caros y lejos del entorno soñado

El proyecto del PAU fue aprobado hace seis años. Con una superficie de más de un millón de metros cuadrados, algún día podrán vivir allí unas 9.000 personas, que habitarán 2.754 viviendas, de ellas 1.500 de protección oficial o de precio tasado.

"Muy pocas para la cantidad de gente que queremos vivir allí", afirma Belén Hernández, una de los 178 cooperativistas de Sanidad y Banca de Arroyo Fresno. La lucha por conseguir un sitio en el PAU fue dura, y perdieron. Tras años de espera, tuvieron que renunciar a su ilusión de vivir allí después de que su cooperativa cambiara a principios de este mes los 22.000 metros cuadrados que tenía por pisos en el cercano PAU de Las Tablas. La razón: la mitad de ese terreno estaba destinado a viviendas libres, es decir, incompatible con el régimen de cooperativa.

"Hace siete años nos prometieron pisos de 100 metros cuadrados por unos 96.000 euros, los que nos darán en Las Tablas cuestan más de 180.000", dice Mamen Prieto Hermoso, presidenta de la cooperativa. Más caro y en otro sitio, "y muchos de los cooperativistas no se lo pueden permitir", afirma. Explica cómo se llegó a esto: "Cuando comenzamos a comprar terreno en 1997 [antes de saber qué solares serían destinados a vivienda libre o tasada], lo hicimos poco a poco, a ciegas, sin saber a qué se destinaba", reconoce. "Tras juntarnos dos cooperativas nos dimos cuenta de que en la mitad del terreno no podíamos construir", explica, "y nos quedó muy poco espacio para todos los cooperativistas que éramos", afirma Mamen. Pero insistieron en encontrar un hueco para quedarse. "La gestora nos dijo entonces que había que aguantar y negociar el cambio por otro terreno destinado exclusivamente a viviendas a precio tasado", continúa Mamen. Sin embargo, el lugar ya estaba copado y no había sitio para permutas. El tiempo pasaba y nada se movía: o vendían o les expropiaban el terreno.

"Ahora llevamos más de siete años esperando para conseguir vivienda", cuenta Belén, que tuvo que comprar una casa en Colmenar Viejo ("demasiado lejos de Madrid", dice) hasta que empezaran a construir en Arroyo Fresno. Ahora tendrá que conformarse con un piso en Las Tablas y por un precio más elevado. A éste se suma la cantidad que tuvieron que entregar para liberarse de su gestora, reacia a la permuta. "Al final, hemos tenido que pagar 720.000 euros para deshacernos de ellos", cuenta Mamen, "a lo que tendríamos que añadir los 18.000 euros que pagamos en su día, entre la entrada y las letras". "Se han llevado mucho dinero por no hacer nada", resume.

Los cooperativistas no sólo han visto cómo se les escapaba el lugar en el que querían vivir. Ahora corren otro riesgo. Después de siete años y tras prosperar con el tiempo, "nuestra principal preocupación ahora es que todavía cumplamos los requisitos para acceder a una vivienda tasada", cuenta Belén. "Después de tantos años, muchos pueden quedarse sin piso".

Es el final de una historia que comenzó con optimismo y la promesa de una adquisición rápida: "Cuando conseguimos la opción del piso", cuenta Belén, "la gestora nos aseguró que nuestra vivienda estaría lista en dos o tres años", afirma. "Nos dijeron que era un PAU pequeño y que lo terminarían rápido", recuerda Mamen.

Nada más lejos de la realidad: la resistencia que ofrecieron los antiguos propietarios de los terrenos del futuro PAU para vender sus solares, retrasó la creación de las juntas de compensación hasta finales del año pasado, requisito básico antes de empezar a hablar de obras. Y antes de eso, es necesario urbanizar el solar, es decir, construir las calles, instalar alcantarillas, etcétera. El Ayuntamiento aprobó estas obras el pasado 29 de julio, y sólo para la mitad del PAU. Pasará tiempo antes de que alguien pueda vivir allí. Según advirtió la gerente de Urbanismo, Beatriz Lobón, "una vez empezada la urbanización hay que contar con al menos seis años antes de que se puedan entregar los pisos".

Nada se mueve en Arroyo Fresno. "Todavía estamos construyendo los sistemas generales y los accesos a la M-40", explica un técnico del Ayuntamiento a pie de obra. Pero ésta sólo la forma un puñado de barracones semidesiertos de una constructora, cuyos trabajadores esperan a que se desaloje el poblado de chabolas antes de seguir construyendo la avenida principal.

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