El abandono del Dios de hoy
La "nueva mitología" es ya un tanto vieja. Se trata de un concepto programático que el primer romanticismo alemán enfrentó a la aridez analítica de la razón ilustrada, cuya labor disolvente del mito, es decir, de un contexto de fundamentación de la realidad social en lo sagrado, de una vinculación suprema de coherencia para el ser humano, provocó crisis de legitimación (social y política), de sentido (religioso y filosófico), de convivencia, de valores, etcétera. Crisis que aún arrastramos. Provocó general insatisfacción, melancolía, hipocondría, depresión -ya lo dicen entonces- frente a la maquinaria del Estado y sociedad burgueses, frente a los alborozos, en general, de la máquina de la razón, "abandonada a sí misma" (Schelling): algo así como un molino gigante que se moliera a sí mismo, sin una finalidad superior, dice Novalis.
DIOS EN EL EXILIO. LECCIONES SOBRE LA NUEVA MITOLOGÍA
Manfred Frank
Traducción de A. González Ruiz
Akal. Madrid, 2004
381 páginas. 30 euros
Frente a esa maquinaria vacía, incompatible en definitiva con la misma idea pregonada de libertad humana, se programa -al programar ya, por primera vez, el sistema del idealismo alemán, en 1796- una nueva mitología que dé cierto sentido trascendente a las cosas. Una mitología, desde luego, ya al servicio de las ideas. Una mitología de la razón. No esencialmente antiilustrada, pues. Algo así como una mitología profana, no planteable en la peligrosa instancia de lo real, sino sólo en un orden simbólico y comunicativo. Desde hace, pues, doscientos años, y más, estamos en la misma crisis que estamos, buscando un punto sagrado de legitimación y cohesión social, de unidad de sentir y solidaridad de vida. Punto perdido entonces, al que se han dado muchas nuevas formas mientras tanto, todas ellas sucedáneos del dios muerto, o de los dioses desaparecidos y llorados de Hölderlin.
Las buenas: fundan su utilización del mito -desde un orden simbólico y comunicativo- sobre la idea de una comunidad de comunicación libre, de pretensión universal, sobre la racionalidad del consenso, sobre una "simbólica general" como posibilidad universal de diálogo, tal como fue soñada -parece que ya habermasianamente- en las grandes visiones supranacionales de Novalis, Schlegel y Schelling, y hasta en la archirromántica "clase mundial" de Marx, dice Frank (aunque no en este libro). Y sigue.
Las malas: utilizan -en la peligrosa instancia de lo real- el mito para lo contrario, para romper toda comunicación libre y racional, basándose en una obsesión de cohesión preespiritual fundada en un criterio racial: "Si nada nos une en los pensamientos y sentimientos son, entonces, los poderes de la sangre los que, a pesar de todo, nos sueldan desde la profundidad del absurdo"; en esa onda estaría, por ejemplo y sobre todo, el Nietzsche en que se reconoció Hitler, su genealogía de la "degeneración" fundada en la idea de raza de Gobineau o en las fantasías políticas -ya enajenadas- de su político fundador y aniquilador, que inspiraron a los ideólogos del nazismo.
Aparte de estos dos sucedáneos maniqueos (el demoniaco del totalitarismo y el arcangélico del logos comunicativo), hay otras fantasías menos peligrosas o santificadas (absolutización de la poesía como religión del arte, culto estético, ronda cósmica, juegos de consagración, hiperhumanismo, etcétera) que describen el complejo panorama de toda una resurrección racional del dios muerto. Nuevos mitos de un dios venidero, o de un dios en el exilio, en efecto.
Dios en el exilio, publicado en el año 1988, recoge los manuscritos de la segunda parte de unas lecciones sobre esta nueva mitología cuyo marco hemos descrito, que Manfred Frank impartió, en este caso, en Düsseldorf en 1981. (La primera se publicó con el título El dios venidero en 1982, y se tradujo al castellano, en Serbal, en el año 1994. Viene dedicada a Schelling y Schlegel fundamentalmente, en este mismo contexto). Esta segunda se ocuparía del "retorno de Dioniso a finales del siglo XIX y en el siglo XX prefascista".
Como el dios-adviento Dioniso es el dios que viene pero nunca llega, el guiño del título de esta segunda parte a Heine -"dios en el exilio"- permite atisbar con mayor claridad el nuevo panorama de la remitologización, es decir, simboliza mejor que el primer título "el extraño y locuaz abandono de dios de nuestro tiempo". El tono de lección que mantiene expresamente el libro es muy de agradecer, en este caso, por su falta absoluta de retórica, de ornamentos literarios, por su transmisión clara, concisa, inteligente, apretada de una información precisa sobre Nietzsche, Wagner, A. Rosenberg, Landauer, Rilke, A. Schuler, George, Musil, Th. Mann y otros, en el sentido apuntado.
Dos colegas de Manfred Frank, en sendos capítulos, "rellenan lagunas": Rolf Kauffeldt, hablando de Gustav Landauer y de sus correligionarios anarquistas, en el tercer capítulo, contrapesa el de Frank sobre los mitos nazis; y las informaciones de Gerhard Plumpe sobre Alfred Schuler y sus "cósmicos", en el quinto, apoyan y profundizan las de Frank sobre el "Dios nuevo" de Stefan George. Otros capítulos -todos de Frank- sobre el "Orfeo" de Rilke, la crítica del conocimiento remitologizada del "Ulrich" de Musil, la vieja y nueva mitología en el "Doktor Faustus" de Thomas Mann y, sobre todo, el espléndido y largo primer estudio sobre Dioniso y el renacimiento del drama religioso en Friedrich Nietzsche y Richard Wagner, completan el libro.
Más vale que este libro Dios en el exilio. Lecciones sobre la nueva mitología aparezca en castellano tarde que nunca, aunque mientras tanto hayan sucedido muchas cosas. Su erudición y hermenéutica académicas exquisitas permanecerán siempre, y en tal sentido. En otras consideraciones, no se introduce. Pero el halo romántico-universal-comunicativo, de idealismo trascendental, de esta empresa racional imaginaria -halo innegable ya por el propio origen de ésta, y tematizado en otros trabajos de Frank- es característico de hace unos veinte o veinticinco años. Los que tienen estas lecciones, de un gran germanista entonces. Filosóficamente, era el gran momento habermasiano.
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