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La decepcionante acogida de Bebe crea malestar entre la delegación española en la Popkomm

No le fue bien a Bebe y a su grupo, el miércoles por la noche, en la feria discográfica Popkomm de Berlín. Apenas un centenar de personas acudieron al de por sí estrecho Club 23, y la cantante extremeña tan sólo contó con 40 minutos antes de que viniera el siguiente grupo. El sonido era pésimo. En estas condiciones, Bebe se desmoronó: muy nerviosa, desistió de cantar su canción más popular, Malo, se hizo un lío con el inglés y el español, y se despidió con una invocación al sexo que no sonó bien en ninguno de los dos idiomas.

Con buena parte del público de nacionalidad española, el concierto tampoco permitió verificar si el fenómeno Bebe podría exportarse a Alemania, uno de los mercados discográficos más importantes. Francisco Galindo, secretario general de la Fundación Autor, reprochó ayer a los organizadores de la Popkomm no movilizar suficiente público a este y otros eventos.

El miércoles hubo conciertos en otros 22 clubes, siempre en el marco de la Popkomm y con precios de entrada en torno a los 10 euros. En vez de programar un gran festival al aire libre -como se hacía en Colonia, donde la Popkomm tuvo su sede hasta el año pasado-, los organizadores de esta muestra han apostado por actuaciones descentralizadas, dirigidas ante todo a los profesionales del sector. Otro grupo español presente en Berlín es la banda punk catalana Tokyo Sex Destruction.

"Si la Popkomm se convierte en una feria meramente empresarial, a mí, como artista, ya no me interesa", arremetió también Ramoncín, consejero de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE). De todas formas, la SGAE sigue interesada en utilizar la Popkomm como plataforma de promoción para la música española en el extranjero, y por ello aspira a convertirse en el país invitado de la edición de 2005. Sin que se tomara una decisión, los directivos de la SGAE reiteraron ayer esta candidatura en una reunión con la dirección de la muestra.

En la presente edición, que finaliza hoy, todos los ojos están puestos sobre Francia, que ha traído a la capital alemana más de cincuenta grupos e intérpretes, entre ellos varias de las estrellas de la nueva chanson. Pese a su riqueza musical -la SGAE presentó ayer una suntuosa colección de seis discos y 159 canciones-, España no podría igualar semejante despliegue. "Este tipo de presencia es imposible sin una política cultural coherente y un fuerte apoyo estatal, coordinado entre diversos ministerios", señaló Galindo.

A juicio del directivo de la Fundación Autor, el modelo a seguir es el de Francia, cuyas ventas internacionales se han multiplicado desde que hace 10 años creara una Oficina de Exportaciones Musicales apoyada por el Estado. "España necesita un instrumento como éste", reivindicó Galindo. Con programas similares cuentan ya Cataluña, islas Baleares y el País Vasco, este último presente en la Popkomm con un stand propio.

La SGAE recaudó el año pasado en el extranjero 24 millones de euros en derechos de autor, cifra casi idéntica a la de 2002. El mercado argentino todavía está lejos de alcanzar los niveles anteriores a la crisis económica, cuando fue el país con mayor presencia española, pese a que empieza a mostrar signos de recuperación. En cambio, los ingresos cayeron en EE UU, donde ya ha pasado el boom latino, y México, donde la piratería musical sigue haciendo estragos.

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