_
_
_
_
EL CONFLICTO ENTRE EL GOBIERNO Y LOS OBISPOS

El vicepresidente de los obispos afirma que hay instituciones que ven en la Iglesia "un peligro"

Fernando Sebastián mantiene que el Estado no puede ignorar la religión en favor del laicismo

"Los gobernantes actuales quieren una España laica en la que la religión sea, a lo más, una afición privada", dijo el arzobispo Fernando Sebastián (Calatayud, 1929) en una carta pastoral de julio pasado. Este domingo pasado el prelado ha dado un paso más: "[Hay] personas e instituciones que consideran a la Iglesia y a los católicos como un peligro para una sociedad verdaderamente democrática". Achaca esas actitudes anticlericales a las estrechas relaciones de la Iglesia católica con la dictadura franquista, durante casi 40 años. El nuevo documento de Sebastián, vicepresidente de la Conferencia Episcopal y uno de los más influyentes prelados del catolicismo español, se titula Iglesia en democracia, y anuncia continuación.

Más información
El 72% de los españoles quiere que la Iglesia católica no reciba dinero público
El prelado de Ávila sostiene que sólo en "golpes de Estado" hubo tantos cambios
35 teólogos reclaman que la Iglesia católica se autofinancie y renuncie a sus "privilegios"

El arzobispo Fernando Sebastián, de la orden claretiana, es doctor en Teología por el Pontificio Ateneo Angelicum de Roma y estudió filosofía contemporánea en Bélgica. En 1967 comenzó su labor docente en la Universidad Pontificia de Salamanca, de la que fue rector desde 1971 a 1979. Poco más tarde pasó a desempeñar importantes cargos en la Conferencia Episcopal Española (CEE), al lado del cardenal Enrique y Tarancón, y como secretario general o vicepresidente de algunos de los sucesores del cardenal que condujo la transición eclesiástica desde la dictadura, que la jerarquía católica apoyó desde el principio, a la actual democracia parlamentaria.

En su carta pastoral del domingo, el arzobispo Sebastián apela al espíritu que animó, según él, aquella transición. "Muchos pensábamos que con la nueva situación social de la Iglesia iría desapareciendo el anticlericalismo y [que] las diferencias de sensibilidad religiosa dejarían de ser un problema en la nueva sociedad democrática. Pero parece que no es así. Un movimiento de reacción contra la antigua situación de confesionalidad estatal, en la que no se reconocía plenamente el derecho a la libertad religiosa, sigue dando argumentos a personas e instituciones para considerar a la Iglesia y a los católicos como un peligro para una sociedad verdaderamente democrática".

El arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela -lo es desde 1993- abre su carta manifestando esta impresión: "Con frecuencia los católicos españoles tenemos que oír que no estamos acomodados a la vida democrática. Esta acusación puede producir inseguridad y malestar en algunos de nosotros. Vale la pena que nos preguntemos seriamente si la fe cristiana dificulta realmente el desarrollo de una cultura democrática".

La respuesta del prelado empieza afirmando que la democracia ha nacido "precisamente en el seno de los países de cultura cristiana". Explica: "Sin exageración podemos decir que los principios que rigen la vida democrática han nacido del cristianismo", en alusión a los principios de igualdad de las personas y el de la soberanía de los pueblos, o al concepto de autoridad como servicio al bien común y no como dominio o imposición.

"Incluso cuando semejantes ideas se afirman contra la Iglesia [católica], quienes las defienden son hijos de la tradición y de la cultura cristianas", añade.

A continuación, el arzobispo Sebastián se empeña en demostrar la compatibilidad entre la Iglesia y la vida cristiana con la organización democrática. "No es difícil mostrar" esa compatibilidad, afirma, antes de reconocer que la Iglesia, que ha sabido vivir en todas las épocas y situaciones de la historia, "puede y debe vivir en el espacio de la libertad religiosa plenamente reconocida, sin privilegios ni discriminaciones de ninguna clase". Añade que son "los ciudadanos" quienes, en virtud de su propia decisión personal, "abren el espacio necesario para que la vida religiosa y moral tenga un lugar en la sociedad y las instituciones civiles puedan legítimamente tratar con las instituciones religiosas que representan en materia religiosa la voluntad y los derechos civiles de los ciudadanos".

El arzobispo afirma más tarde que fue desde esos principios de colaboración desde los que, "en los momentos de la transición política", la jerarquía católica y los españoles asumieron

"la figura de un Estado no confesional", algo "bastante diferente", añade el prelado, "al Estado laico de tradición francesa".

Sebastián dice más tarde cómo debe comportarse ante la religión un Estado democrático "no confesional": protegiendo "positivamente la práctica religiosa de sus ciudadanos como parte del bien común, sin importar preferencias ni rechazos que no vengan impuestos por las exigencias del bien común o del orden público". "Aunque el Estado no sea confesional, la sociedad sí puede serlo", añade, antes de concluir cómo entiende un "Estado no beligerante en materias religiosas": aquel que no impone ni excluye una determinada religión en contra de otra, ni tampoco ignora a todas "en favor de una pretendida profesión de laicismo".

Después de reconocer que lo que algunos consideran, como el arzobispo, "un tratamiento justo de la vida religiosa de los ciudadanos en el marco de la sociedad civil", otros lo consideran "confesionalismo remanente", Fernando Sebastián reprocha que estos últimos, para remediar ese confesionalismo estatal, propugnen una laicización del Estado para configurar una sociedad laica, "sin ninguna referencia religiosa ni moral", con la meta de lo que llama un "auténtico nihilismo moral". Las religiones son "un patrimonio cultural y espitirual de la sociedad tal como existe en la realidad", concluye el prelado navarro.

Fernando Sebastián, arzobispo de Pamplona y vicepresidente de la CEE.
Fernando Sebastián, arzobispo de Pamplona y vicepresidente de la CEE.EFE

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_