Las hipótesis de pesadilla
Durante 36 días, el mundo contempló atónito cómo se buscaba vencedor a las elecciones presidenciales de 2000. Finalmente tuvo que intervenir el Tribunal Supremo para otorgar la Casa Blanca a uno de los dos candidatos. Tras esta experiencia, y con los sondeos sugiriendo que el país está más dividido que hace cuatro años, los analistas prevén que esta elección podría acabar en un empate virtual.
Si esto sucediese, ambos partidos tienen a miles de abogados expectantes buscando fallos, insinuando ya fraudes y revisando procedimientos para entrar en juego e intentar conseguir los máximos votos posibles para su candidato. Por ejemplo, en Florida hay una cláusula que establece que si el resultado entre ambos candidatos es inferior al 0,5% del electorado (sobre un total de seis millones de posibles votantes serían 30.000 votos), automáticamente se realizaría un recuento de los votos.
Sin embargo, con más de 110 millones de votos en juego parece complicado el empate en el voto popular, pero sí es factible en el colegio electoral, que es el que finalmente elige al presidente. Si cada candidato tuviera 269 votos electorales (el total son 538 y la cifra mágica para ganar 270), bajo la enmienda número 12 de la Constitución, la Cámara de Representantes elegiría presidente. Cada Estado tendría un voto en la Cámara. Como es muy probable que sean los republicanos los que sigan controlando esta Cámara, el presidente elegido sería Bush.
Pero hay más. Es el Senado el que elige vicepresidente, lo que teóricamente haría posible un equipo con Bush de presidente y John Edwards de vicepresidente, siempre que los demócratas recuperasen la mayoría en la Cámara alta, cosa que ahora no tienen. La Cámara de Representantes sólo ha elegido presidente una vez en la historia desde que se adoptó la duodécima enmienda. Fue John Quince Adams, en 1824.
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