La estrategia del triunvirato
La Caixa emerge con fuerza tras ganar en Repsol el pulso al BBVA, que perdió el favor del Gobierno
La llegada de Antoni Brufau, hasta ahora director general del Grupo La Caixa, a la presidencia de Repsol ha sido el fruto de una estrategia meticulosamente elaborada por la directiva de la entidad de ahorro durante los últimos meses. "Lo habíamos hablado muchas veces entre los tres", explica uno de los miembros del triunvirato de la cúpula de La Caixa, formado por Ricard Fornesa, presidente; Isidre Fainé, director general, y Antoni Brufau, flamante presidente de Repsol, primera empresa industrial española.
En realidad, la primera iniciativa de La Caixa de replantear su posición en el sector energético ya se suscitó el 16 de marzo, dos días después de la victoria socialista. La derrota del PP supuso también el inicio de la despolitización de las relaciones entre el Gobierno y las principales empresas privatizadas, que resultan ser las más importantes del país. La realidad de esta nueva etapa empezó a plasmarse hace dos semanas en Repsol.
"Acordamos que todo lo que hiciéramos se lo diríamos siempre al Gobierno"
Para el Ejecutivo, Repsol quedaba más afianzada si la controlaba La Caixa
"Nos parece muy bien que nos vean como un banco del Gobierno, porque somos una caja"
"Desde entonces se trabajó en varios escenarios: básicamente en la fusión de Gas Natural con Endesa; y en el logro de un mayor reconocimiento del peso de La Caixa en Repsol. Esta segunda operación fue la que acabó prosperando", confirma una alta fuente del grupo. Un directivo de La Caixa planteó a un alto cargo socialista la pretensión de la entidad de ahorro de lograr la representación que les correspondía en el consejo de la petrolera como primer accionista y de acuerdo con su peso accionarial. El dirigente socialista aconsejó esperar y procuró enfriar los ánimos de los directivos de la caja para evitar cualquier precipitación. Tras alcanzar la presidencia de Repsol y la reordenación de poderes en La Caixa acordada en los últimos días, el triunvirato sigue de facto, aunque con una configuración menos definida y otro reparto de papeles.
La Caixa, principal accionista de la petrolera (controla el 14,5%), con el apoyo de Pemex (5%) ha hecho valer su peso real en el accionariado de la compañía. La entidad de ahorro ha sustituido a su presidente, Alfonso Cortina -nombrado en 1996 por el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar-, por Antoni Brufau, uno de los tres hombres fuertes de la caja, y ha aumentado su presencia en el consejo con un nuevo representante. El BBVA (5,1%) y el otro accionista relevante, Chase Nominees (9,35%), han aceptado la nueva situación.
La entidad de ahorro ha aprendido también en carne propia de los contratiempos sufridos en experiencias anteriores cuando actuó sin poder contar con la neutralidad del Gobierno. La nueva situación política ha posibilitado otra manera de hacer por parte de La Caixa. "Acordamos que todo lo que hiciéramos se lo diríamos siempre al Gobierno", explica un miembro de la dirección. La circunstancia de que el ministro de Industria y Energía, José Montilla, sea un hombre extremadamente hermético y prudente "resultó providencial" para que las informaciones no interfirieran las operaciones.
A finales de julio, mientras los trabajos y los estudios de la operación de Gas Natural con Endesa se dejaban en stand by, Montilla tuvo un conocimiento más preciso por uno de los hombres del triunvirato de las líneas generales de la estrategia que preparaba La Caixa en Repsol. El ministro expresó su posición con claridad. "El Gobierno no quiere intervenir ni interferir en las empresas. Sólo quiere asegurar la calidad, garantizar el suministro y lograr la máxima eficiencia en el sector", explica una fuente de su departamento.
Para el Gobierno había, además, un valor añadido. Si el principal accionista podía ejercer plenamente sus derechos, quedaba fortalecida la presencia española en la empresa más importante de uno de los sectores más estratégicos de la economía española. Para el Gobierno, lo relevante es que una empresa como Repsol quedaba más afianzada si era controlada por La Caixa, "la tercera entidad financiera española". Los riesgos por la entrada de inversores extranjeros se disipaban. De todo el proceso fueron recibiendo información puntual el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, y su consejero de Economía y Finanzas, Antoni Castells.
La última fase de la operación se desató el pasado día 24 de octubre en Palma de Mallorca. Al día siguiente, el Consejo de Administración de La Caixa se reunió en el Gran Hotel, en esa ciudad, para celebrar en las islas el centenario de la entidad, como viene haciéndolo en varias ciudades españolas. El Gran Hotel es un lugar emblemático en la historia de La Caixa. Fue la residencia habitual de su fundador, Francesc Moragas, durante sus estancias en Mallorca, y desde donde preparó minuciosamente el desarrollo de la importante red con la que La Caixa cuenta en Baleares.
Pero la decisión se ultimó el día 24 en el Gran Hotel Victoria, donde se alojaba la comitiva de La Caixa, formada por unas 70 personas. La operación se diseñó aprovechando que Repsol tenía previsto celebrar un consejo ordinario el 28 de octubre. Hubo un intento previo en el consejo anterior de principios de mes, pero al final se desestimó. El 28 era al fin el día elegido para plantear el relevo del presidente sin levantar las sospechas que hubiera desatado la convocatoria de un consejo extraordinario.
Durante aquella plácida tarde de domingo en Palma se celebró con el mayor sigilo una importante reunión en la que participaron los miembros del triunvirato -Fornesa, Fainé y Brufau- y los dos vicepresidentes de la caja, Salvador Gabarró y Jordi Mercader. Allí se decidió todo: Fornesa recibiría plenos poderes en el grupo industrial, Fainé quedaría como director general único de La Caixa, Brufau sería presidente de Repsol y seguiría como consejero en Gas Natural, Gabarró ocuparía la presidencia de Gas Natural y Mercader se incorporaría al consejo de Repsol reforzando la presencia de la caja en la petrolera.
Tras un viaje relámpago a París, donde dos filiales de La Caixa (Caixa Bank France e Inmobiliaria Colonial) celebraron sus consejos, Fornesa regresó el día 26 a Madrid y puso en marcha la operación. Intentó sin éxito varias veces contactar con Francisco González, presidente del BBVA, y propuso a Alfonso Cortina una reunión para el día siguiente a las 8.30, a la que asistirían Fainé y Brufau. El presidente de Repsol sospechó que la urgencia de la cita podía afectarle y convenció a Fornesa para cenar solos esa misma noche en la sede de la caja. Brufau y Fainé cenaron en otro comedor de la caja.
En el encuentro, el presidente de La Caixa planteó sin ambages las intenciones de la entidad de ahorro de relevarle de la presidencia. Fornesa recordó los reiterados desencuentros entre La Caixa y Repsol en el pasado (la petrolera se opuso a la OPA de Gas Natural sobre Iberdrola, por ejemplo) y le invitó a aceptar con realismo la nueva situación sin estridencias. Durante los últimos años, la dirección de la petrolera se ha obstinado en no reconocer la representación que corresponde a la entidad de ahorro en el consejo de Repsol de acuerdo con su peso accionarial. El presidente de la caja es un hombre directo, pero también un jurista habilidoso y componedor capaz de encontrar soluciones satisfactorias para todas las partes en litigio. Cortina, a quien se reconoce su labor como gestor, reaccionó con pragmatismo. Consultó con La Moncloa y, tras comprobar que el Gobierno daba luz verde al relevo, aceptó la ventajosa salida que le ofrecían: una indemnización de unos 18 millones de euros, derivada de un contrato blindado, la presidencia de Inmobiliaria Colonial y la de la Fundación Repsol, que organiza el Foro Formentor sobre temas geoestratégicos, pero a la que significativamente no asistió en su última edición el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
Con el BBVA las negociaciones fueron menos fluidas. González contestó las llamadas de Fornesa después de la cena y también habló con Cortina, al tiempo que conocía el nihil obstat de La Moncloa a la operación. Cortina manifestó que no se iba a enrocar. González viajó a Londres el miércoles y fue su segundo, José Ignacio Goirigolzarri, quien se encargó de hablar con Brufau y Fainé. Para Francisco González no importaba tanto que se fuera Cortina como que su sustituto fuera Brufau.
La primera reacción fue mostrar su sorpresa aduciendo que "el Gobierno no les había comunicado nada", una expresión ilustrativa del tipo de intervencionismo de la época anterior. González, por otra parte, no ha logrado entrevistarse con Zapatero. "Luego plantearon otra línea de defensa y propusieron que fuera Fornesa el presidente de Repsol durante un periodo transitorio, a lo cual éste se negó por la imposibilidad material de asumir más responsabilidades y porque se creaba una situación de incertidumbre y de inestabilidad evidente", precisa una fuente de La Caixa. Algo que compartían en todos los frentes, incluido, al final, el propio BBVA. Así que después de que se completaran todas las conexiones con La Moncloa durante la mañana del miércoles, se celebró un preconsejo de Repsol, es decir, una reunión sin los dos consejeros de La Caixa. Fornesa había advertido de que si no les daban la garantía de que apoyarían a Brufau, La Caixa retiraría su propuesta. Cortina mostró su decisión de abandonar el cargo y pidió al resto de consejeros que votaran a favor del cambio. El consejero delegado Ramón Blanco optó también por una salida positiva. Fue la que prosperó, no sin mostrar rechazos y, tras casi dos horas de debate, los ocho consejeros independientes, nombrados durante la presidencia de Cortina y cercanos en gran parte al PP, votaron a favor. Los dos representantes del BBVA se abstuvieron, sosteniendo que no podían aceptar a Brufau como presidente por ser un directivo de una empresa competidora.
La resistencia del banco al nombramiento de Brufau fue para evitar que La Caixa mandara como institución, según fuentes de la entidad bancaria. Asimismo, exigieron que Brufau dejase la dirección general de la caja y la presidencia de Gas Natural. Las fuentes del BBVA consultadas añaden: "No tenemos ningún interés en mandar en Repsol, hemos ido reduciendo nuestra presencia y hemos vendido cuando necesitábamos dinero; es una participación de inversión financiera, pero no tenemos vocación industrial". En medios financieros no se descarta que, tras la nueva situación, si La Caixa optase por aumentar su presencia en Repsol, el banco le podría vender su participación del 5%.
En medios financieros se destaca que "el fortalecimiento de la presencia de La Caixa en Repsol favorecerá las relaciones de la petrolera con América Latina". Fornesa, presidente de Agbar, conoce bien a Néstor Kirchner y a Ricardo Lagos, presidentes de Argentina y Chile, respectivamente, países donde Agbar tiene fuertes inversiones.
Desde la competencia y sobre todo desde ciertos círculos próximos al PP se censura la aproximación de La Caixa al Gobierno socialista. Algunos hablan abiertamente del "nuevo banco del Gobierno" para referirse a La Caixa. "Nos parece muy bien que nos vean como un banco del Gobierno, sobre todo porque somos una caja", precisa un miembro del triunvirato. El relevo en la presidencia en Repsol no ha dejado de verse como un aviso para navegantes que ha levantado las alarmas de otras empresas privatizadas, en las que precisamente La Caixa también puede ser un actor importante al poseer el 5,38% de Telefónica y el 5% de Endesa. En el entorno del Gobierno se asegura que no harán nada y que la acción corresponde a los accionistas. En cualquier caso, como dice un alto cargo del Gobierno, "el modelo de Repsol es el bueno, es decir, basarse en el deseo de los accionistas y que si se sustituye a un presidente tiene que ser por un profesional sin perfil político".
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