Dos horas con los Pretenders
Loose in LA es el más completo testimonio de los Pretenders en vivo: grabado en 2003, son casi dos horas del grupo en acción en el Wiltern Theatre de Los Ángeles (más varios extras, incluyendo sabrosas entrevistas subtituladas). Suenan sus clásicas, de Kid a Back in the chain gang, más piezas de su último repertorio y rarezas como The homecoming. El disco se pondrá a la venta a partir de mañana, junto con EL PAÍS, por 6,95 euros.
Chrissie Hynde es mujer tierna y férrea. Nacida en Akron, Ohio, el 7 de septiembre de 1951, pronto entiende que debe dejar esa ciudad industrial, con poco futuro para una chica fascinada por el soul y el rock. Demasiados mutantes, explica: de Akron surge Devo. Además, añade Chrissie, el más famoso "akronita" es Jeffrey Dahmer, asesino en serie.
Tras pasar por la universidad, Chrissie vuela hacia su meca: Londres. Allí vive a salto de mata hasta que entra como colaboradora en el New Musical Express. Se introduce en el turbulento mundillo del que surgirá el punk rock, un movimiento con oportunidades para gente audaz. Así, tras temporadas en París y Ohio, funda The Pretenders en 1978, con tres instrumentistas británicos de aire duro.
El público se enamora inmediatamente de esa chica flaca y deslenguada, segura de sus poderes como mujer y como rockera. Los éxitos llegan en cascada a partir de 1979. Pero también, los problemas internos: su ex novio, el guitarrista James Honeyman-Scott, fallece en 1982, debido a excesos con las drogas. Y debido al mismo motivo, el bajista, Peter Farndon, aparece muerto al año siguiente.
Chrissie demuestra una tenacidad inquebrantable. Recompone el grupo con el otro superviviente, el baterista Martin Chambers, mientras mantiene una relación incierta con Ray Davies, el coloso de The Kinks: la primera vez que intentan casarse, el funcionario del ayuntamiento se niega a hacerlo al ver que la pareja no para de pelear. Ya con una hija, el matrimonio se disuelve en 1984; Chrissie se une a Jim Kerr, vocalista de los Simple Minds, con él cual también tiene descendencia.
Tan agitada vida privada -en 1997, llega otro marido, el escultor colombiano Lucho Brieva- no impide que Chrissie siga en la pelea: duetos varios, estridente activismo contra el maltrato a los animales, constantes giras y discos con The Pretenders. Tiene un público identificado con ella, como se demuestra en el concierto Loose in LA: las primeras filas de asistentes al Wiltern Theatre son mujeres, de diferentes edades.
Grabado con abundantes medios, Loose in LA es un concierto completo y triunfal: incluyendo los bises, suenan 26 canciones que van desde su primer número uno, Brass in pocket, al material de su disco más reciente, Loose screw. "Canciones de ira y deseo, es decir, de pasión", como suelta en un momento del show. Los Pretenders han pasado a ser quinteto: Chrissie, Chambers, el guitarrista Adam Seymour, el bajista Andy Howson y el teclista Zeben Jameson. Todos cantan y todos están pendientes de su voz, su guitarra, su armónica, sus movimientos, sus parlamentos.
Chrissie prescinde de las versiones y ya no canta en español (se ha separado de Lucho).
Pero es la misma de siempre. Se disculpa por su voz, explica que ha tenido que ponerse una inyección. Debió ser un medicamento milagroso ya que canta espléndidamente, bromea con el público y controla todo. Si no le gusta el comienzo de un tema, para y vuelve a empezar.
Chrissie se dedica a jugar con su repertorio: Don't get me wrong tiene pulso Motown hasta que se pone zapatos de jazz. También hay reggae, tocado con respeto. Antes de Biker, lanza una dedicatoria para un amigo que acaba de desaparecer, Joe Strummer, de The Clash. Dice que las suyas son "canciones de perdedores"; en todo caso, serán "maravillosos perdedores", como el libro de Leonard Cohen.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.