La Guardia Civil de Asturias nunca vinculó la trama de explosivos con el terrorismo
El destituido jefe de Gijón dice que guardó la cinta del confidente al no verle "valor policial o judicial"
La cúpula de la Guardia Civil de Asturias declaró ayer en la comisión del 11-M que nunca pensó que los chivatazos sobre los trapicheos con explosivos de la trama de Avilés tuvieran que ver con el terrorismo, sino que eran una derivada de la delincuencia común. El general Pedro Laguna, ex jefe de la zona de Asturias, insistió en que fue el pasado 11 de noviembre cuando supo por la prensa que había una cinta en la que un confidente hablaba de bombas con teléfonos móviles. El destituido jefe de Gijón, teniente coronel Antonio Rodríguez Bolinaga, admitió que la escuchó un mes antes y que decidió guardarla en su caja fuerte al no verle valor "policial o judicial". El nuevo jefe de la Guardia Civil de Asturias, el general Luis Antonio Búrdalo, no ha visto intención de ocultar pruebas.
La comisión que investiga el 11-M se centró ayer en aclarar por qué no se investigó una declaración, grabada en agosto de 2001, en la que el confidente Francisco Javier Villazón Lavandero le explicaba al guardia de Información Jesús Campillo que Antonio Toro y José Emilio Suárez Trashorras buscaban a alguien que supiera montar bombas con teléfonos móviles. Y también se centró en por qué, cuando se halló hace poco más de un mes, acabó en la caja fuerte del teniente coronel Bolinaga.
Éste fue el primero en comparecer ayer, días después de haber sido revelado de la jefatura de la Guardia Civil de Gijón, precisamente por mantener guardada esa cinta desde el 16 de octubre hasta el 13 de noviembre.
Empezó por quitarle importancia a la cinta. "Es un elemento de trabajo, un elemento de memoria, no es obligación grabarla ni trasladarla", afirmó. Bolinaga explicó que el guardia Campillo no reflejó en su informe operativo que en ella se hablase de bombas con teléfonos móviles o de que Toro quisiera irse a Marruecos. "Conocí el informe operativo de Campillo el 30 de agosto de 2001 y no pensé que se tratase de terrorismo, porque si no, se lo hubiera pasado a Información y no a la Policía Judicial. El propio Campillo dice en la grabación que él no cree que se trate de terrorismo. Nada se dice de los teléfonos móviles", argumentó.
La confidencia, no obstante, provocó el inicio de la operación Serpiente y que se celebrase otra entrevista con Lavandero en la comandancia de Gijón, que también fue grabada, pero de la que no se ha encontrado copia. El teniente coronel destituido explicó que la investigación languideció porque la policía llegó a los delincuentes antes que la Guardia Civil, al detener a Trashorras y a Toro con grandes cantidades de droga y una partida de Goma 2 ECO. "Se llegó a la conclusión de que nos había adelantado la policía con la Operación Pipol, porque el confidente le había contado lo mismo", alegó.
Desaparición de la cinta
La Operación Serpiente quedó en situación de dormida y la cinta desapareció en una mudanza hasta que, casualmente, el guardia del puesto asturiano de Cancienes David Robles la halló en octubre de 2003. En su poder estuvo hasta el 16 de octubre de 2004. Entonces, tras oír la comparecencia en la comisión del 11-M del general Laguna y del jefe de Oviedo, el teniente coronel Fernando Aldea, el agente decidió escuchar de nuevo la cinta y, preocupado por su contenido, la entregó a su superior a cambio de un recibo en el que se hablaba sucintamente de su contenido. Los comparecientes dudaron de que no la hubiera escuchado antes.
La cinta llegó a Gijón, donde Bolinaga la escuchó y tomó la decisión que le ha costado el puesto. "Pensé que entonces no tenía valor judicial ni policial. Si hubiera salido el 13 o el 14 de marzo, quizás hubiera orientado la investigación, pero el 16 de octubre ya no. Pero yo no la oculté, sólo la guardé por si alguien la pedía más tarde, porque además había un recibo que decía que la tenía yo. La decisión es mía y no la transmití a Laguna", dijo. "Yo no me siento responsable del atentado", subrayó.
Respuesta de Laguna
Laguna respondió de estos hechos justo después de su ex subordinado y explicó que de todo lo dicho se enteró el último. Para empezar, aseguró que conoció la existencia de la operación Serpiente (de 2001) en febrero de 2003, cuando había otro chivatazo sobre la trama de explosivos (esta vez de un confidente hoy en paradero desconocido) y la Unidad Central Operativa (UCO) también investigaba en Asturias una información de su confidente Rafá Zohueir.
"Cuando estábamos en esa reunión, se habló de Toro y Trashorras y ahí se dijo 'oye que éstos van a ser los de la Operación Pipol", explicó. "A los cinco meses, la investigación no llegó a nada y se quedó durmiente", dijo. Pero ni si siquiera entonces se creyó que la trama de explosivos tuviera capacidad para contactar con grupos terroristas. "Yo creo que el Nayo [el confidente José Ignacio Fernández Díaz, socio de Trashorras y Toro] no estaba en disposición de suministrar explosivos a ETA, pero cosas peores se han visto", admitió.
El hoy general afirmó que la UCO y agentes de Asturias investigaron conjuntamente en 2003 al grupo de Trashorras, pero declaró que tampoco se llegó a nada ni se vieron visos de una vinculación de los traficantes de Goma 2 ni con ETA ni con islamistas. "Parecía un tema de delincuencia localizado y nunca se habían puesto en contacto con organizaciones terroristas".
Eso sí, reveló que el 6 de marzo de 2003 se recibió otra nota informativa de la UCO "en la que se informa de las conexiones [de la trama de Avilés] con mafias organizadas de ámbito nacional; es decir, que apunta a delincuencia organizada de ámbito nacional".
En Asturias, Laguna ha sido sustituido por el coronel Luis Antonio Búrdalo de Fuentes, al que le ha tocado investigar qué pasó con la cinta, para lo que ha interrogado a 15 personas. Ayer, declaró en el Congreso que "no hubo intención de ocultar pruebas" cuando se guardó la cinta en la caja fuerte de Bolinaga, "pero, de hecho, se ha ocultado".
A su juicio, estas actuaciones, incluido el trasiego de la cinta desde 2001 hasta hoy, pueden ser "conductas poco ortodoxas e incluso negligentes", lo que se podría traducir en "quizás faltas o delitos culposos, que no dolosos, pero no se deduce nada como para implicar a una persona concreta".
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