Así se ven las matemáticas
Según la última encuesta de Demoscopia para la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT, http://www.fecyt.es), a pesar de que el esfuerzo español en I+D es la mitad del promedio comunitario y un tercio del norteamericano, tan sólo el 60% de los encuestados reclaman un incremento de recursos para investigación, mientras que un 5% cree que el gasto ya es excesivo. Parece estar en lo cierto A. Fernández Rañada al afirmar que "después de la transición política (...) se instauró de manera implícita la concepción instrumental de la ciencia, según la cual, ésta debe desarrollarse sólo pensando en sus aplicaciones concretas a corto plazo. Esta idea se combinó con una opinión extendida de modo difuso pero persistente: como España tiene sol, playas y hoteles, debemos dedicarnos a ser un país de servicios, abandonando las pretensiones de competir en tecnología con los países que llamamos avanzados" (La actitud de la Sociedad española ante la Ciencia, Boletín Oficial de las Cortes Generales de 22-5-2003, pp. 14-16). Aunque la encuesta de la FECYT no formula la pregunta sobre el gasto en relación con materias específicas, podemos imaginar el sentido de la hipotética respuesta a la luz de la ordenación, por los encuestados, de 14 materias con arreglo a su "nivel de identificación como propiamente científicas". Pues bien, las matemáticas ocupan una tibia quinta posición en dicha lista, tras medicina, física, química y biología, mientras que una de sus ramas, la estadística, ocupa la penúltima posición, empatada con ¡la astrología!, tan sólo por delante de la historia. ¿Cómo se explica tan pobre percepción del carácter científico de las matemáticas? A falta de datos concretos, me atrevo a aventurar dos razones.
La primera, es el desconocimiento generalizado, y no sólo en España, de la utilidad de las matemáticas. Según M. Martin-Deschamps y P. Le Tallec, "vivimos hoy una situación cuanto menos paradójica. Las matemáticas son un elemento insustituible de formación en el rigor y en el razonamiento; desarrollan la intuición, la imaginación y el espíritu crítico; son también un lenguaje internacional y un elemento fuerte de la cultura. Además, debido a sus interacciones con las restantes ciencias, tienen una importancia creciente en la concepción y en la elaboración de los objetos de nuestra vida cotidiana. Sin embargo, estos hechos son ignorados por la mayoría de nuestros conciudadanos, para quienes las matemáticas han perdido su sentido. Se ha llegado al extremo de que personas en puestos de responsabilidad consideren de buen tono vanagloriarse de su nulidad en matemáticas o atreverse a poner en duda su utilidad" (Prólogo de L'Explosion des Mathématiques, SMF-SMAI, 2002). J.-P. Bourguignon ha subrayado la misma paradoja al afirmar que "las matemáticas están presentes, en la sociedad actual, como nunca antes lo habían estado, pero esta circunstancia raramente es reconocida, ni siquiera por los matemáticos" (Un importante reto para los matemáticos: el menosprecio del papel de las matemáticas en la sociedad actual, La Gaceta de la RSME Vol. 5, 2002, pp. 297-309). Ambos documentos proporcionan argumentos contundentes para demostrar la utilidad de las matemáticas en la vida cotidiana, como lo hacen muchos (y excelentes) libros y artículos publicados con ocasión del Año Mundial de las Matemáticas 2000. Ahora que TVE está recuperando su carácter de servicio público, bien podría emitir documentales que divulguen las aplicaciones de las matemáticas, como hace la BBC con los elaborados por la Open University.
Al desconocimiento de la utilidad de las matemáticas hay que añadir la fobia hacia la misma de muchos de nuestros conciudadanos fruto, sin duda, de graves errores pedagógicos que me gustaría creer desterrados. En pocos países del mundo podrán leerse, en publicaciones respetables, exhibiciones de ignorancia y fobia como la siguiente perla: "Veamos un tópico inmenso, yo diría que casi apocalíptico: las matemáticas son muy útiles (...). En aras de este aserto tan rotundo, cientos de miles de estudiantes son obligados a pasar por auténticos calvarios (...). Yo fui de esos estudiantes que las sufrí, curso tras curso, con una saña digna de los mejores torturadores de las SS nazis (...). En fin, igual que el idioma chino es muy útil para los chinos y no por eso lo estudio yo, opino que hay que dejar las matemáticas -salvo las básicas- exclusivamente para los matemáticos y sus "aliados incondicionales". Y que les aproveche, a ser posible con un saludable chorro bien largo de aceite de ricino para digerirlo mejor". (R. Pastor Quirant, Las matemáticas, Información, 21-7-2000). Cierto que la campaña divulgativa del año 2000 tuvo efectos positivos, como la inclusión de las matemáticas en el Plan Nacional de Ciencia y Tecnología 2004-2007, pero también provocó daños colaterales.
La profesión de científico (sin desglose por especialidades) es la segunda más valorada, de acuerdo con la encuesta de la FECYT, después de la de médico (con 4 y 4'2 puntos sobre 5, respectivamente). Sin embargo, a falta de datos concretos sobre la profesión de matemático, existe coincidencia en creer que la misma es percibida de forma borrosa y adornada por estereotipos muy arraigados. Así, según la Comisión de Educación de la Real Sociedad Matemática Española, "las aspiraciones laborales de los jóvenes de hoy con talento matemático parecen orientarse, en general, por carreras más técnicas que científicas, carreras con un perfil profesional más nítido y, socialmente, más reconocido. En muchos sentidos esta consideración podría hacerse extensiva a otras licenciaturas, como las de Ciencias Físicas; pero parece evidente que la falta de definición profesional es, tal vez, mayor en el caso de la profesión de matemático" (Documento básico para el Debate sobre La enseñanza de las matemáticas en España, 2001). De ahí que la Conferencia de Decanos y Directores de Matemáticas haya propuesto "hacer más permeable la licenciatura a otros ámbitos cercanos, como son la biología, la física o la informática, considerando la posibilidad de titulaciones dobles" (Barcelona, 2000), así como "identificar competencias profesionales de los matemáticos" (Valladolid, 2001). Otros países han ido más allá creando titulaciones mixtas, como Ingeniería Matemática, con notable éxito en Francia y Chile.
Terminaré ofreciendo una ojeada a los estereotipos sobre los matemáticos en el cine comercial, cuyo impacto en la opinión pública es extraordinario. Están chiflados en mayor o menor medida los personajes principales de Una mente maravillosa (el esquizofrénico Nash), de Unubomber: the true story (el psicópata Kaczynsk), de Perros de paja y de Presunto inocente (apasionados seguidores, los dos últimos, de la ley del Talión); son supersticiosos los protagonistas de 21 gramos, que se creen capaces de descodificar el Talmud o de adivinar el futuro mediante improbables fórmulas deterministas, mientras que carece de todo sentimiento maternal la protagonista de Anthonia's Line. Bordean, por el contrario, el heroísmo los personajes de Enigma (Turing y otros matemáticos británicos) y de Cube, es puro talento El indomable Will Hunting y constituye un monumento a la piedad filial el hijo -matemático economista- del moribundo protagonista principal de La caída del imperio americano. La buena noticia es que los guionistas parecen empeñados en respetar, como un axioma, la inteligencia de los matemáticos y, la mala, que nunca realizan éstos actividades que puedan ser consideradas útiles por la mayoría, salvo en casos de extrema necesidad. Ignoro cómo podrían erradicarse estos estereotipos en los que se basan, por cierto, los chistes sobre matemáticos que nosotros mismos ponemos en circulación.
Miguel A. Goberna es miembro del departamento de Estadística e Investigación Operativa. Universidad de Alicante
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