_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los nuestros

Rosa Montero

Mis amigos norteamericanos siguen sumidos en la profunda depresión que les ha provocado la victoria de Bush. No pueden comprender que haya vuelto a ganar este individuo, uno de los peores presidentes de la historia. Un hombre que lo ha hecho todo mal durante su mandato, desde la gestión económica interna hasta el desparrame externo del desastre iraquí. Y ahí le tienen. Mis amigos dicen que los electores se han equivocado, que han sido manipulados. Por desgracia, no creo que sea así. Esos ciudadanos sabían muy bien lo que votaban: querían un presidente involucionista, y vive Dios que Bush era lo más retrógrado que había en el mercado. No han sido unas elecciones políticas, en un sentido democrático y moderno de la palabra, sino puramente ideológicas. Los votantes querían a un candidato que hablara con Dios, con el petrificado Dios de los fanáticos, y George tiene línea directa con ese Cielo antiguo, turbulento y oscuro.

El mundo ha cambiado de manera vertiginosa en el último siglo. En un lapso de tiempo históricamente ínfimo se han derrumbado cimientos sociales que perduraron durante milenios. La implantación del sufragio universal, el desarrollo democrático, la revolución de las mujeres, la muerte de los dioses y el auge de lo civil, la creación de organismos supranacionales, los cambios tecnológicos... Todas estas mudanzas, tan veloces y drásticas, producen miedo y un contrapeso reaccionario inevitable, un alzamiento masivo de retrógrados. Los integrismos islámicos forman sin duda parte de ese proceso: repitamos una vez más que no se trata de una lucha de Oriente contra Occidente, sino del reaccionarismo árabe contra la modernidad.

Pues bien, estoy convencida de que la mayoría de los votantes de Bush son la otra cara de esa misma moneda. ¿Saben que los Estados pro-Bush coinciden con los Estados que eran esclavistas o abiertos a la esclavitud en la época de la guerra de Secesión (más Ohio e Indiana)? Lo que quiere decir que su carcunda social tiene pedigrí y viene de lejos. Son nuestros integristas, en fin, nuestros talibanes occidentales, unos temibles iluminados que andan borrando a Darwin de las escuelas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_