Patinaje sobre el mundo

Barcelona se convierte en una ciudad clave en la sexta entrega del juego basado en el skateboarder Tony Hawk. La ciudad forma parte de un macabro recorrido intercontinental que realizan dos bandas rivales de patinadores, los Hawk y los Bam. El objetivo es destruir el mundo, pero en el sentido de destruir de esta tribu urbana, es decir, dejando el mobiliario urbano listo para su sustitución utilizando para ello sus tablas rodantes y la pintura en aerosol.

"La localidad catalana es conocida en el ambiente skater por sus numerosos puntos donde practicar este deporte y por la aceptación que goza entre la ciudadanía", explica Jason Uyeda, diseñador del nivel de Barcelona del juego, a Ciberp@is.

Un equipo de Neversoft viajó desde Los Ángeles y pasó unos días haciendo instantáneas de distintas localizaciones de la capital catalana, como el parque Güell o Maremàgnum, que posteriormente se han plasmado en el título. En esta ocasión el Ayuntamiento no se ha visto implicado en el proceso. El escenario se asemeja a la realidad pero no se ha buscado una reproducción fiel dado que lo importante es conseguir una mezcla de obstáculos y rampas que permitan una exhibición de patinaje del más alto nivel.

Tony Hawk's Underground 2 tiene la misma base que el original lanzado en 1999 para la primera PlayStation, pero se han ampliado sus horizontes añadiendo el modo historia e impregnándolo del espíritu gamberro que pusieron de moda los insensatos del programa de la MTV JackAss.

Al estilo de los juegos de rol, hay que crear un personaje y vestirlo eligiendo todo tipo de detalles del aspecto físico, infinidad de prendas de ropa y complementos como relojes, anillos o gafas de sol. También se cuenta con distintos niveles de destreza y puntos que se reparten entre las cualidades como patinador que aumentarán a medida que se gane experiencia.

Sea la modalidad que sea, hay que cumplir pequeños objetivos para finalizar con éxito la misión. Y estos objetivos exigen patinar como el mismo Tony Hawk. Hay decenas de movimientos básicos, cada cual con un nombre más in -en inglés por supuesto-, tal como sticker slap, consistente en poner un pie en la pared cuando se salta contra ésta, skitching, agarrarse a la parte de atrás de un vehículo motorizado, o el conocido flip, girar el monopatín durante un salto.

Además, cada patinador tiene sus cuatro trucos personales, movimientos que ha inventado él mismo empíricamente, que al realizarse puntúan más que las ejecuciones básicas. A todo esto hay que unir que pueden encadenarse movimientos, consiguiendo un espectáculo digno de ver, y que permiten obtener elevadas puntuaciones, siempre que no se muerda el polvo en el intento. En el caso de caída es posible que el patinador coja una rabieta y chute el monopatín o patee lo que tenga más cerca, si se pulsa un botón repetidamente lo suficientemente rápido. Malas maneras que no falten.

La última entrega es más fluida en su ejecución. Esto se ha conseguido con el nuevo motor gráfico y gracias a un diseño de niveles que apuesta por escenarios más grandes pero un poco menos detallados, hecho que permite desahogar el procesador de las consolas, especialmente el de PlayStation 2. El uso de efectos de bump mapping en las texturas para simular relieve y de reflejos en los metales cromados ponen al día gráficamente la producción, pero en un lugar discreto y no destaca precisamente por este apartado artístico. La banda sonora es por sí sola una pequeña joya, arrancando la acción con el Break on Through de The Doors y siguiendo con incunables como Rapper's Delight.

Criticable es la desaparición del modo de juego en red existente en la versión anterior y que el título esté íntegramente en inglés. Contrarrestan la balanza el editor de patinadores y el completo creador de parques de patinaje.