Fernando Bauluz, un cineasta en la sombra
Ha fallecido Fernando Bauluz, un cineasta de gran talento y de fama tibia. Sus trabajos como documentalista, ayudante de dirección, productor ejecutivo, codirector, camarógrafo y guionista sólo se dieron a conocer, y brevemente, cuando se vio obligado a concluir el rodaje de Lágrimas negras (1999), la película póstuma de Ricardo Franco, su gran amigo y ladrón de novias.
Habían trabajado juntos en La buena estrella (1997), y cuando Bauluz creía que no volvería ya a ser ayudante, su camarada le pidió ayuda para aquella película, que él sabía iba a ser su última. "Tengo prisa", le dijo, "y estoy medio ciego". Bauluz prestó sus ojos al amigo para que Lágrimas negras fuera aquella bajada a los infiernos que quería contar: "Si uno no visita las tinieblas no es capaz de apreciar la luz", le decía.
Con el productor y director Pedro Carvajal codirigió Martes de Carnaval (1991), pero su colaboración se extendió a todos los campos del cine a lo largo de 30 años. "Era el cineasta más completo que nunca he conocido", recuerda ahora: "Era un kamikaze". Bauluz llevaba su cámara a los lugares más recónditos, como en la serie televisiva sobre el Tíbet, durante cuyo rodaje enfermó. No le atemorizó el coágulo pulmonar que le detectaron, y continuó filmando por India, de donde los médicos le obligaron a regresar.
Buster Franco, hijo del cineasta, recuerda a Bauluz en su compromiso político y sindical: "Defendía a todos los componentes del equipo. Se negaba, por ejemplo, a que los meritorios no cobraran." Y por su buen humor. En el tanatorio, la leyenda de una corona de flores dice: "¡Salud y República!", quizá por indicaciones previas del propio Bauluz.
No llegó a dirigir en solitario ningún largometraje. Colaboró con Fernando de Bran (Un día en el triángulo); con Carlos Saura (Taxi); con Pedro Costa (Una casa en las afueras); con Juanma Bajo Ulloa (La madre muerta)... realizó cortos y documentales, escribió guiones, uno de ellos ya en vías de realizarse: una historia ubicada entre las mujeres solidarias que ayudan a los inmigrantes que recalan en El Ejido, de sus guerras y problemas. En una de ellas, bautizada por las autoridades locales como "la peor mujer del pueblo", quería Fernando Bauluz enfocar esta película. Quizá el guión sea retomado ahora por otro cineasta tan comprometido y generoso como él.
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