"El protocolo no sólo no es rancio, sino que es poder"
La bilbaína Isabel Angulo es la directora de la Escuela Vasca de Protocolo y la coordinadora del curso de postgrado universitario sobre protocolo y ceremonial que imparte la Universidad del País Vasco desde noviembre, bajo la dirección de dos catedráticos del Departamento de Derecho Constitucional e Historia de la Teoría Política, de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación. El programa comprende una diversidad de temas tan variados como el estudio de la Constitución, las relaciones entre el seguridad y el protocolo, o la aplicación de éste al fútbol. "El protocolo no sólo no es rancio, sino que es poder", sostiene Angulo.
Pregunta. ¿No es excesivo que los alumnos tengan que estudiar textos legales, el Estatuto de autonomía y la Constitucional para ser especialista universitario en protocolo y ceremonial?
Respuesta. Creo que no. Hay doce temas, que imparten 15 profesores. Todos son necesarios y pueden estar interrelacionados cuando se pone en marcha el protocolo. Por ejemplo, a la hora de hacer todo el sistema y orden de preferencias de las autoridades públicas, cargos y rangos que acuden a los distintos actos, entramos de lleno en el Derecho Premial, que es el reconocimiento de una comunidad a una persona o cosa por medio de medallas, títulos nobiliarios, distinciones o colocación de las banderas.
P. ¿No resulta un poco rancio el protocolo?
R. En absoluto. Esa es la idea que se tiene y que procede de época palatina o del ceremonial borgoñés que había en las cortes. Hoy en día el protocolo es imagen de poder, y los políticos lo saben. El anfitrión es el protagonista del acto, y tanto él como los invitados tienen unos derechos y obligaciones que hay que respetar.
P. Normalmente se asocia el protocolo con un tipo determinado de tratamiento, con colocación de cargos e, incluso, con la forma de comer. Pero, ¿qué es el protocolo realmente?
R. Es un procedimiento para ordenar a las personas y a las cosas, en el que intervienen múltiples ciencias y disciplinas, como la estética, la belleza, la parte jurídica relativa al Estado y las diferentes comunidades. Lo que pasa es que todo esto se alía con diferentes usos sociales para conseguir que el protocolo tenga éxito.
P. Parece que el protocolo varía dependiendo de personas, países, instituciones públicas o empresas. ¿Hay algo que sirva para todo? ¿Qué es lo que prima?
R. El respeto a las creencias de un lugar o un pueblo. Siempre se tiene en cuenta el orden jerárquico, por supuesto, pero primando las costumbres del lugar, porque si no se respeta esa cultura, estás despreciando a las personas.
P. ¿Qué pasa si hay choque de culturas?
R. Cada Estado tiene su propio orden. En España existe un real decreto de precedencias y las comunidades autónomas que cuenten con el suyo propio tienen que estar supeditadas a aquél, porque el estatal es de acuerdo a la Constitución, que es la norma suprema.
P. ¿Qué es lo más difícil de resolver cuando entran en colisión tantos factores?
R. Todo se basa en la jerarquía y el orden. Todos los actos son diferentes, aunque sean los mismos políticos y los mismos invitados. Podemos tener un cronograma, pero es imprevisible. Por eso hay que prever los pequeños detalles y no perjudicar ni lesionar nunca el derecho de nadie.
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