Un delantero feliz en las trincheras del 'calcio'
Ibrahimovic, estrella de 'la Juve', sostiene que en Italia disfruta más como atacante que en el Ajax
Zlatan Ibrahimovic dice que se fue a Turín porque quería ser libre. Hace un mes, después de un entrenamiento con el Juventus, salió del vestuario con el aire distraído de quien se levanta de una larga siesta. Llevaba unos pantalones vaqueros raídos, tan amplios que parecía que los iba a perder por el camino, y una camiseta del perro Pluto firmada por Dolce y Gabana. Por su constitución elástica y alargada, debió de nacer con todas las condiciones para triunfar en la natación. Pero se dedicó al fútbol. Y hoy, este sueco de origen bosnio-musulmán visita, a sus 23 años, el Bernabéu convertido en el goleador (10 tantos) del Juventus, segundo en la Liga italiana, tras el Milan. Una figura imprescindible en el equipo de Fabio Capello.
"Si Cruyff y Koeman me criticaron es su problema, no el mío", dice Ibrahimovic con esa voz ronca que hizo que en Amsterdam le comparasen con Marlon Brando en El Padrino. "En el sistema del Ajax", agrega, "no me sentía libre. Aquí, en el Juventus, me puedo mover mucho más fuera del área. He alcanzado un equilibrio".
Con 1,92 metros y 84 kilos, Ibrahimovic posee la complexión de los nueves de toda la vida. Pero tiene algo más. Como dice Helguera: "Es un gigante que juega como un enano". Bajo su apariencia pesada se esconde un jugador de gestos brillantes, versátil y solidario. Un tipo cuya vena desaforada ha sido hábilmente explotada por Capello. En el Juventus, Ibrahimovic es el jugador que se descuelga al medio campo para abrir espacios, controlar pelotazos imposibles, aguantar el balón y lanzar a mediocampistas como Nedved o Camoranesi. Además del goleador, es el máximo asistente.
La duda que plantea Ibrahimovic a los defensas es enorme. ¿Esperarle atrás, a riesgo de sufrir un regate inesperado, o irle a buscar al medio campo, a riesgo de darle mucho espacio? A estos dilemas da vueltas Helguera: "Si está cerca del área, hay que esperarle, pero nunca dándole muchos metros. Si se tira al centro del campo, no puedes dejarle solo; hay que ir a buscarle. Tienes que intentar que descargue para atrás. Hay que marcarle de cerca, pero no tanto, y no puedes entrarle al balón porque corres el riesgo de que te haga un regate y te gane la espalda".
Pocos delanteros pueden alardear de haberse adaptado tan rápido al calcio. "Es una gran diferencia", dice Ibrahimovic; "en Italia se juega muy duro. Los defensas van más al choque. Me resulta difícil porque, cuando juegas de espalda a la portería, van muy duro y al cuerpo". "Por suerte, Capello es un gran entrenador y con él me estoy desarrollando", elogia; "le gusta mi manera de jugar y me tiene confianza. Con él me siento más libre: juega preferentemente con un 4-4-2 y los delanteros pueden bajar al medio campo a desmarcarse... Creo que soy mucho mejor jugador aquí que en el Ajax".
"El 4-3-3 del Ajax", recuerda, "era para mí algo nuevo. Como delantero centro, estás solo arriba. Siempre tienes que jugar a un toque y no eres tan libre. No te puedes mover alrededor, no te puedes tirar a las bandas. Y a mí me gusta tocar el balón. El fútbol es así. Yo no puedo encerrarme en el área. Tienes que tener un equilibrio y el mío consiste en participar".
Contra el criterio de su cofradía, Ibrahimovic relativiza el gol. "Desde pequeño", cuenta, "me he entrenado todos los días intentando hacer cosas distintas. Siempre me gustó Ronaldo. Es el número uno. Cuando estaba en el Barcelona tenía de todo. Después.... No lo puedo describir. Sigue siendo el mismo jugador, pero no tiene la misma forma física. Aunque marca los mismos goles y sigue siendo fantástico. También me gustan Ronaldinho y Henry, gente de la que aprendo, que no sólo hace goles. Hacen mucho más".
Ibrahimovic no sólo jugó al fútbol y no sólo idolatró a futbolistas. Admira a Mohamed Alí y de pequeño practicó el taekwondo. "Durante tres años, me entrené mucho", asegura; "pero no me considero agresivo, ni temperamental".
El 19 de agosto de 2004, durante un partido entre Suecia y Holanda, Ibrahimovic le dio un cabezazo a Van Bronckhorst, hizo volar por los aires a Heitinga y propinó una patada en la rodilla a Van der Vaart dejándole fuera de combate durante 20 días. "Hay algo en su cabeza que no funciona", dijo Van der Vaart; "me golpeó a propósito y no me pidió perdón". Tres días más tarde, Ibrahimovic jugó con el Ajax. Los hinchas comenzaron abucheándole por haber lesionado a Heitinga y Van der Vart. El estadio se puso en su contra. Entonces hizo el mejor gol que le vieron en Holanda. Contra el Breda, dribló a tres marcadores, se fue del portero y marcó. Fue su último gol. En su último partido con el Ajax. Le esperaba Turín.
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