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Reportaje:

La 'flagelación' de Tomás Belaza

Un policía municipal jubilado sirvió hace 55 años de modelo al Cristo de Los Azotes de Ricardo Iñurria

Ese rostro doliente es el suyo. Sirvió de molde al Cristo de Los Azotes, el paso creado por el escultor Ricardo Iñurria por encargo de la Cofradía de la Veracruz en 1950. Tomás Belaza tenía entonces 23 años. Era un joven policía municipal de Bilbao. El último modelo vivo de la imaginería vasca, hoy ya jubilado, recuerda cómo se gestó aquella flagelación, la misma que más de medio siglo después, hoy, Jueves Santo, recorrerá las calles de la ciudad, cargada por 16 nazarenos.

Ricardo Iñurria (Santurtzi, 1908-Bilbao,1993) fue un artista minucioso. Pintor y escultor, discípulo de los hermanos Basterra, cuenta entre su obra con dos pasos de la Semana Santa bilbaína el Ecce homo y La Flagelación, también conocido como Los Azotes. Iñurria acostumbrada a reclutar como modelos a los tipos más curiosos de la ciudad : cargadores de muelle, ex boxeadores, ilustres borrachines de la villa,... A esta singular estirpe pertenecían dos de los azotantes de La Flagelación. Uno era sobrino del verdugo titular de Burgos. El otro, de nombre Bozal, fue un conocido recadista del Mercado de La Ribera, un hombretón que fallecería tiempo después tras ingerir una botella de Anís del Mono en una sonada apuesta. Para completar el paso, a Iñurria sólo le faltaba perfilar el Cristo.

El último modelo vivo de la imaginería vasca pasó un calvario para dar vida a Cristo

Andaba buscando un modelo de línea atlética, pero de músculo largo y definido que pudiera sustituir a Ispízua, el que fuera portero del Athletic, al que había desechado por su poderosa masa muscular. Así estaban las cosas , cuando José María Unibaso, jefe entonces de la Policía Municipal, atendiendo el requerimiento de Joma, un impresor amigo del artista, le recomendó a un joven agente de 23 años.

Belaza nunca olvidará el estudio del artista, ni las agotadoras sesiones de posado, ni el día en que Iñurria decidió destruir a martillazos su escultura en un acceso de ensimismamiento y frustración porque no acaba de convencerle el resultado. Cayó 15 días enfermo, pero volvió a comenzar de nuevo con el disciplinado agente Belaza como modelo.

Todo el mundo coincide en la perfecta simetría de este Cristo, en el profundo gesto de dolor que inspira al contemplarlo. Es una talla casi perfecta fruto de horas de sufrimiento en el posado. Recuerda Belaza cómo debía permanecer horas interminables en calzoncillos, con un frío que llegaba al tuétano, en una postura forzada, con los lumbares torturados, y cómo todo ese esfuerzo se iba reflejando en su rostro sufriente.

El paso en madera policromada, con figuras de más de dos metros de altura, tardó año y medio en ser acabado. Antes de salir en procesión, fue expuesto en el escaparate de una tienda del Casco Viejo. Los vecinos de Bilbao no salían de su asombro. Aquel Cristo era el mismo guardia que dirigía el tráfico en la Ribera, frente al Mercado.

Hoy , cuando La Flagelación parta desde la Iglesia de los Santos Juanes, cruce la trasera de la Catedral y se encamine por Bidebarrieta, el Arenal, la calle Navarra, la Plaza Circular y la Gran Vía hasta la Plaza Moyúa, se podrá ver cómo la divinidad se asienta sobre una figura fieramente humana, la de un cabo jubilado de la Policía Municipal, el último modelo vivo de la imaginería vasca que pasó todo un calvario para dar vida a la estatua de Cristo.

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