"El islam es ya una religión europea"
Tariq Ramadán es uno de los teóricos del islam más influyentes y visibles en Europa, además de una auténtica estrella mediática en los países francófonos. Las grabaciones de sus discursos se venden por cientos de miles entre los jóvenes magrebíes de los suburbios de París, Bruselas o Ginebra. Es también autor de numerosos libros sobre el islam.
Nieto del egipcio Hassan Al Barna -fundador de los Hermanos Musulmanes-, Ramadán nació en 1962 en Ginebra (Suiza), donde realizó estudios de Filosofía. Comenzó a hacerse notar en los medios de comunicación en septiembre de 1993 al conseguir de las autoridades de Ginebra la prohibición de la obra de Voltaire Mahoma, o el fanatismo, escrita en 1741. En 2004 perdió su cátedra en una universidad suiza por una controvertida defensa de la sharía o ley islámica. El 28 de julio de 2004 el Gobierno de Estados Unidos le revocó un visado de trabajo para enseñar en la Universidad de Notre Dame alegando motivos "de seguridad pública". En abril de 2004 la revista Time lo eligió entre "los 100 científicos y pensadores más influyentes del planeta".
"Ya está bien de que los musulmanes se escondan siempre detrás del problema palestino. El problema del mundo árabe no es Israel"
"Los principios de la democracia no están en contradicción con el islam, pero cada sociedad debe encontrar su modelo de democracia"
"La actitud de los españoles tras el 11-M fue un ejemplo de dignidad. La sociedad española supo ver la diferencia entre islam y extremismo"
Pregunta. Es mucho más fácil encontrar opiniones críticas que favorables hacia usted. ¿Quién es Tariq Ramadán?
Respuesta. Soy un intelectual que trabaja desde el interior del marco de referencia musulmán. Quiero asumir los desafíos de la sociedad contemporánea, poder ser un europeo musulmán y poder vivir en mi sociedad, no sólo integrándome y asimilándome, sino también contribuyendo. La idea de que existe una sola civilización posible, la de Occidente, y que todas las otras culturas deben alinearse con ella no es buena ni para Occidente ni para las otras civilizaciones.
P. Usted ha declarado en la televisión suiza que hay que aplicar una "moratoria indefinida" respecto a la lapidación de las adúlteras y los castigos corporales. ¿Es correcto?
R. He dicho que hay que aplicar una moratoria absoluta. De hecho, en dos semanas lanzo un llamamiento mundial para una moratoria absoluta de la pena de muerte, la lapidación y los castigos corporales en el mundo musulmán.
P. ¿Por qué piensa que su figura despierta tanta polémica, sobre todo en Francia?
R. En Francia hoy si usted dice que es contrario a los derechos humanos obligarle a una joven a quitarse el velo islámico, le ven como un aliado de los islamistas radicales. Detrás de la cuestión del velo islámico se esconde otro problema: siete millones de musulmanes que viven en condiciones muy difíciles, en suburbios llenos de violencia y donde nunca se ha llevado a cabo una verdadera integración.
P. El eterno recurso a la acusación de racismo en cuanto se critica a los árabes o al islam, ¿no es un método demasiado fácil?
R. Es, efectivamente, un recurso simple para evitar mirar nuestras responsabilidades cara a cara. He escrito hace poco una dura crítica diciendo a los musulmanes que ya está bien de escondernos siempre detrás del problema palestino, pues no es cierto que el problema del mundo árabe sea Israel. El conflicto palestino-israelí no es la causa de nuestros problemas sino su consecuencia directa.
P. Usted ha declarado que "reconoce el derecho a la existencia del Estado de Israel".
R. Israel es un hecho, y es intolerable aceptar elementos antisemitas en el discurso musulmán. Hay que hacer una diferencia clara entre la crítica al Estado de Israel y el mantenimiento de posturas racistas a partir de la política israelí.
P. ¿Repite usted esas posiciones ante los miles de jóvenes magrebíes que le siguen?
R. Mantengo estas posiciones desde 1994. Es inadmisible hacer una amalgama entre los judíos y el Estado de Israel. Sólo tengo un discurso, tanto en la mezquita como en el exterior.
P. ¿Cómo ve la actual situación de Oriente Próximo? Se habla de una primavera árabe.
R. Lo que se entiende por primavera árabe es la emergencia de ciertos procesos democráticos en el mundo musulmán. Hay datos positivos, como pueden ser la dinámica interna de Marruecos y los cambios en la condición legal de la mujer, que son únicos. Pero en el fondo lo que pasa es que el mundo árabe se da cuenta de que ya no se puede mantener por más tiempo el statu quo. Es hora de que los intelectuales árabes renueven su discurso y dejen de decir que "todo es culpa de Israel", pues no es Israel el responsable de la falta de conciencia política y de noción de ciudadanía en el mundo árabe musulmán.
P. ¿Cabe esperar una auténtica renovación del islam?
R. Por supuesto. Debemos empezar a pensar el islam en términos de derechos y no exclusivamente de obligaciones. Los principios de la democracia no están en contradicción con el espíritu del islam, pero debe ser cada sociedad la que encuentre su modelo de democracia.
P. ¿Qué opinión le ha merecido la actitud de los españoles tras el 11-M?
R. Ante todo, fue un ejemplo de dignidad. Ha habido una interesante toma de posición política que ha dado la vuelta a la situación. Esto ha mostrado la enorme fuerza de la democracia y, a la vez, su fragilidad. Y luego, más allá del 11-M, encuentro muy interesante que la sociedad española ha sabido hacer la diferencia entre el islam y los extremismos.
P. ¿Qué piensa de la posible entrada de Turquía en la UE?
R. Turquía tendrá derecho a entrar a partir del momento en que realmente respete el Estado de derecho, la democracia y el voto popular. El hecho de que se siga argumentando que Turquía es un país mayoritariamente musulmán deja entrever que Europa se considera aún como un continente cristiano en el que los musulmanes no tienen su lugar. Europa no se define en función de su religión mayoritaria sino de sus principios y su geografía.
P. ¿Y cree usted que si ese ingreso se produce tendrá un efecto positivo en el resto del mundo musulmán?
R. Turquía no entra en Europa a fin de regenerar el mundo musulmán, aunque, necesariamente, el ingreso de Turquía en la Unión, sumado a los millones de musulmanes que ya viven en Europa, va a terminar por tener una influencia en el mundo musulmán en materia teológica, filosófica y política.
P. ¿Cómo ve usted el futuro de la convivencia entre la república laica y los millones de musulmanes europeos?
R. Veo a esta población musulmana que hasta ayer estaba en los márgenes intelectuales, sociales y étnicos comenzar a salir del gueto. Este proceso será difícil y doloroso. Europa no puede continuar percibiendo el islam como una religión extranjera, dado que el islam ya es una religión europea de pleno derecho.
P. Numerosos analistas consideran que su estrategia política pasa por invitar a los musulmanes de Europa a participar activamente en la vida política de sus países a fin de islamizar las leyes nacionales.
R. Si cuando un musulmán ejerce su derecho al voto le acusan de entrismo, el problema es otro. Es el problema de la gente que no puede considerarme a mí como suizo o europeo. Invito a Europa a que comprenda que el islam ya está en ella. ¿Está Europa preparada para aceptar que los musulmanes tienen algo que aportar a esta sociedad? Europa es un continente que tiene miedo y desconfianza.
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