_
_
_
_
Reportaje:EL NUEVO PAPA | El estado de la Iglesia

La Iglesia afronta una dura competencia

El nuevo Papa tendrá que enfrentarse al crecimiento del protestantismo evangélico y a la crisis de vocaciones

Guillermo Altares

Las estadísticas demuestran que el catolicismo seguirá siendo, de lejos, la rama del cristianismo mayoritaria en el mundo a lo largo del siglo XXI, pero la feroz competencia de los evangelistas en América Latina -el vivero mundial de católicos- y la pérdida de vocaciones en el clero enfrentarán al nuevo Papa a decisiones muy delicadas si pretende frenar la sangría de fieles y de sacerdotes. La principal de ellas será el celibato. "Ésta es mi profecía sobre el nuevo pontífice: permitirá a los hombres casados convertirse en sacerdotes", ha escrito el columnista de The New York Times Nicholas D. Kristof.

Mucho menos rotundo se muestra Richard Sipe, autor del ensayo Celibato en crisis: un mundo secreto. Este antiguo sacerdote y uno de los críticos más conocidos de la Iglesia católica en EE UU asegura lo contrario. "No creo que el nuevo Papa vaya a abolir la exigencia del celibato", afirma, contactado por correo electrónico. "El celibato está profundamente imbricado en la estructura de poder de la Iglesia. La lucha por el control de la vida sexual del clero está recogida por primera vez en el concilio de Elvira, en el año 309", agrega.

"Tenemos un mercado libre con una oferta cada vez más vasta", afirma un sociólogo
Los expertos culpan al celibato del drástico descenso de aspirantes al sacerdocio

"Es una norma que se impone sobre todo a partir del siglo XI, pero en España en el siglo XIII todavía había sacerdotes casados", explica por su parte Francisco Díez de Velasco, catedrático de Historia en la Universidad de La Laguna y autor de La historia de las religiones (Trotta). "Es algo que tiene mucho que ver con la afirmación del papado latino y la diferencia con las iglesias orientales", agrega este historiador de la religión, quien también tiene dudas de que pueda producirse un cambio tan radical. Pero la regla del celibato es uno de los grandes motivos del descenso de vocaciones, "el mayor", según Sipe.

El catolicismo tiene actualmente 1.100 millones de fieles y 1.300 millones previstos para 2025, según la World Christian Database -basándose en datos de bautizados y conversiones-, que indica que los evangelistas pasarán de ser 250 millones en 2005 a 348 en 2025. Los protestantes en su conjunto son ahora 375 millones, pero serán 491 en 2025. Todos los cultos cristianos representan 2.100 millones de personas (2.600 en 2025), lejos de la segunda confesión, el islam, con 1.300 millones en 2005 (1.800 millones en 2025).

Pero estas estadísticas tienen también un reverso negativo, porque el crecimiento de los fieles no va acompañado del mismo aumento de sacerdotes. Según el Centro de Investigaciones del Apostolado (CARA) de la Universidad de Georgetown, en 1970 había unos 420.000 sacerdotes; en 2000 había 405.000 sacerdotes, menos que hace 30 años para una población católica muy superior (aunque con menos asistencia a la Iglesia). "Si el celibato no fuese una obligación, el número de candidatos para formar parte del clero se multiplicaría por cuatro", asegura Richard Sipe.

"Es mucho más fácil ser un pastor evangélico que un sacerdote católico", explica Díez de Velasco. "Están mucho más anclados en las comunidades y su presencia es mucho mayor", señala este profesor. Este auge es especialmente importante en América Latina, que agrupa al 44,7% de los católicos del mundo. Durante el papado de Juan Pablo II, la población protestante de Brasil se ha multiplicado por cuatro, pasando del 5% a más del 20%; en Guatemala uno de cada tres habitantes es protestante, mientras que las iglesias evangelistas también avanzan en países con tanto arraigo católico como Chile.

Además de las cuestiones sociales -ruptura con las estructuras de poder, mayor presencia de los pastores y cohesión de la comunidad-, Díez de Velasco insiste en que otro motivo importante de conversiones es "la experiencia del culto". "Son rituales mucho menos jerarquizados, más abiertos a la posibilidad de que se manifiesten los fieles. Y esto es algo que no puede dejar de lado el catolicismo del futuro", afirma.

Otro problema para el Papa es el crecimiento del laicismo en los países desarrollados. Una encuesta realizada en 2002 por The Pew Research Center en 44 países revelaba que en las naciones del G-7 sólo en EE UU una mayoría de ciudadanos consideraba importante la religión en su vida cotidiana (59%), frente a un 33% en Reino Unido y un 27% en Italia. Incluso en otros países europeos como Polonia (36%) los datos mostraban un claro desapego hacia la religión, que no existe en América Latina (80% en Guatemala y 77% en Brasil). En África, donde viven sólo un 12,8% de los católicos del mundo con una creciente importancia del evangelismo y del islam, la religión sí es importante en la vida cotidiana (desde el 97% Senegal hasta el 80% de Angola).

Como explica Díez de Velasco, "el catolicismo es una opción más dentro de otras y tendrá que pelear por sus fieles". O, como ha dicho el sociólogo Roger Finke, de la Universidad de Pennsylvania: "Tenemos un mercado libre con una oferta cada vez más vasta".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_