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DÍA DE LA COMUNIDAD

Tirantez entre el alcalde y Aguirre en la fiesta regional

El alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, llegó serio a la recepción oficial y se marchó de la fiesta 15 minutosmás tarde - El 'número dos' de Aguirre le había acusado el día anterior de dejarse utilizar por Zapatero

El Día de la Comunidad de Madrid congregó ayer a unas 1.500 personas en la Real Casa de Correos. Pero los focos se centraron en tres rostros y en el escaso minuto en el que los tres coincidieron durante la recepción posterior a los actos oficiales. Fue el momento más triste y más tenso del besamanos. El alcalde Alberto Ruiz-Gallardón y su esposa, Mar Utrera, franquearon pasada la una de la tarde la puerta principal de la sede del Gobierno regional, donde la anfitriona, Esperanza Aguirre, estrechaba manos y dedicaba sonrisas a cada uno de los invitados.

Al llegar el alcalde, los fotógrafos contuvieron la respiración. 24 horas antes, Ignacio González, vicepresidente primero del Gabinete de Aguirre, había dicho que Gallardón se deja utilizar por el presidente del Gobierno central, José Luis Rodríguez Zapatero, y había sugerido, además, que el alcalde se ha puesto en contra del consejero de Sanidad, Manuel Lamela, en la crisis del hospital de Leganés.

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Primero pasó Utrera, seria, veloz; después, Gallardón, cortés pero más serio aún. Presidenta y regidor se besaron en las mejillas, pero no intercambiaron ni media palabra. Sólo la insistencia de los fotógrafos logró que los máximos dirigentes de la región y la capital posaran juntos; después, Gallardón y su esposa aceleraron el paso.

Ya dentro, el hoy alcalde y durante ocho años presidente de la Comunidad aguantó menos de 15 minutos con la sonrisa en el rostro y acabó marchándose por una puerta lateral, acompañado por su número dos, el vicealcalde, Manuel Cobo. Antes de eso habló con el presidente del PP, Mariano Rajoy, y también con la vicepresidenta del Gobierno central, María Teresa Fernández de la Vega, a la que (según pudo escuchar uno de los asistentes) comentó Gallardón: "Encima de que vengo después de todo, me piden que sonría...".

Estrechos colaboradores del alcalde negaron más tarde cualquier tensión con la presidenta, y subrayaron que, aunque el regidor y el vicealcalde permanecieron poco tiempo en la fiesta, llevaban dos horas y media allí, con Aguirre, asistiendo a los actos previos de la entrega de las medallas de la Comunidad, el desfile militar y el homenaje a las víctimas del 11-M. También fuentes cercanas a la presidenta quitaron hierro a los gestos fríos de la mañana y aseguraron que, por su parte, no existe conflicto con su correligionario.

Sin embargo, el número dos de Aguirre, Ignacio González, sí había arremetido la víspera contra Gallardón. En declaraciones al diario Abc, el vicepresidente había dicho que el alcalde "no debería dejarse utilizar tanto, y de una manera tan ostensiva, por parte del Gobierno de la nación, que sólo intenta dividir al PP y aislar a la Comunidad". También se había referido a la cena que compartieron Gallardón y los dirigentes de CC OO y UGT de Madrid, Javier López y José Ricardo Martínez, respectivamente, el día antes de la manifestación contra el consejero de Sanidad: en aquella cena, según González, los sindicatos escucharon "más de una recomendación" para que la marcha fuera un éxito.

Aguirre, en declaraciones ayer a la cadena SER, no desautorizó a su vicepresidente. Se limitó a afirmar: "No me pasa nada con Gallardón. Somos amigos", y acto seguido aseguró que fue el socialista Rafael Simancas quien quiso "malmeter" contándole a ella que el alcalde había cenado con los líderes sindicales. Simancas lo explicó de otra forma: "A mí me dijo Esperanza un día: '¡hay que ver!, cenaste con los sindicatos para malmeter contra nosotros'. Y yo le contesté: 'No, no fui yo quien fue a esa cena. Entérate bien de quién fue".

Gallardón no quiso responder a esos comentarios. Pero su rostro habló por él. Del núcleo duro de su gobierno sólo acudieron al festejo Manuel Cobo y el concejal José Manuel Berzal. Juan Bravo, edil de Hacienda, asistió a la entrega de medallas y luego se marchó. El resto de los ediles de gobierno, incluida Ana Botella, no se presentó. Sí se dejaron ver otros concejales del PP, entre ellos algunos especialmente cercanos a Aguirre, como Eva Durán y Ángel Garrido (quien el pasado enero envió una carta invitando a los militantes del PP a expresarse contra el Gobierno socialista en una manifestación por las víctimas del terrorismo).

Los partidos de oposición criticaron a Aguirre por sus afirmaciones de que Rodríguez Zapatero discrimina a Madrid. "Es irresponsable por su parte. Está alentando un sentimiento nacionalista de Madrid frente a Barcelona, y eso perjudica la convivencia", protestó la portavoz socialista en el Ayuntamiento, Trinidad Jiménez, quien señaló que "el entorno de Ruiz-Gallardón" le había dicho que el alcalde no iba a entrar en esa estrategia de Aguirre. Simancas insistió en que "no es creíble el discurso victimista de Aguirre en una región próspera como Madrid".

Inés Sabanés, portavoz municipal de IU, culpó a Aguirre de promover "la crispación" en el debate territorial, y Fernando Marín, su homólogo en la Asamblea, agregó: "Mientras el único pensamiento de Aguirre sea atacar al Gobierno central, los madrileños estaremos abandonados a nuestra suerte".

DÍA DE LA COMUNIDAD

Sin despedidas a la vicepresidenta

Esperanza Aguirre había invitado a 2.000 personas a la fiesta del Día de la Comunidad. Muchas de ellas estuvieron ausentes (aprovechando el largo puente festivo), pero la mayoría acudió a la cita. Aguirre les fue estrechando pacientemente la mano hasta que todas estuvieron dentro, y luego desapareció: se pasó toda la fiesta en un despacho de la sede del Gobierno concediendo una entrevista a Telemadrid.

Así pudieron verla en directo quienes estuvieran en ese momento frente a la televisión, igual que habían podido observarla, durante el eterno besamanos, los que pasasen por Sol: la Comunidad instaló una pantalla gigante ante el edificio para mostrar a la presidenta recibiendo a sus invitados.

Las atenciones fueron menos a la hora de la despedida. Una de las asistentes más ilustres, la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, tuvo que marcharse sin saludar a Aguirre; cuando, pasado un rato, De la Vega dijo que tenía que irse, alguien subió a avisar a la presidenta. Pero ésta no bajó. Los socialistas Trinidad Jiménez y Rafael Simancas acompañaron a De la Vega hasta la salida.

Antes de los canapés, Aguirre había presidido el desfile militar en homenaje a los caídos durante la invasión francesa de 1808 -ante cientos de ciudadanos que aplaudieron el paso de los soldados- y, junto a Ruiz-Gallardón, había colocado una corona de laurel en recuerdo a las víctimas del 11-M.

Unos 130 alumnos del Instituto Superior de Estudios de Seguridad (ISES), entre ellos un grupo perteneciente al proyecto de seguridad regional Bescam, participaron en el desfile.

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