¿Salvando niños?

El motivo de esta carta es la sorpresa y la indignación que me ha causado un artículo publicado el día 17 de mayo en su periódico sobre los huérfanos que los estadounidenses se llevaron a su país desde Vietnam poco antes del fin de la guerra en el sureste asiático. En ese artículo se habla del programa Babylift, que pretendía secuestrar a 70.000 "huérfanos" de la pequeña nación víctima de la agresión de EE UU.

Obviando la falta de base legal de esa "operación humanitaria", la autora se recrea en contar cómo los 3.000 afortunados que finalmente fueron evacuados entraron a formar parte de familias estadounidenses, contando sus experiencias y cómo algunos de ellos están ahora interesándose por tan curioso episodio de su pasado. Me parece increíble que el enfoque de su periódico sea que tal operación constituyó un bien, cuando incluso una de las afectadas reconoce los problemas que ha sufrido por no ser WASP, sufriendo incluso agresiones verbales por parte de un veterano.

Curiosamente, se trataba de insultos no merecidos, ya que, al parecer, se trata de la hija de una mujer china y de... un soldado americano. Ella siempre deseó tener unos ojos más redondos, no ser diferente. Sin comentarios.

Al no concretar de qué se estaba salvando a esos niños, salvo de las consecuencias de una guerra especialmente atroz, claro, y sin recoger ninguna opinión proveniente de Vietnam sobre el tema, la impresión que queda al lector es el de una hermosa historia de solidaridad por parte del Gobierno que dejo tres millones de muertos en un pequeño país que se negó a arrodillarse.

Es increíble que se pueda encontrar algo positivo en una operación que arrancó a miles de niños de su país, sin intención alguna de repatriarlos cuando el conflicto hubiera concluido, lo que sí hubiera constituido una operación humanitaria.

Mientras nos lamentamos de los muchos niños desaparecidos bajo las dictaduras militares del Cono Sur, tras la muerte de sus padres a manos de torturadores, su periódico se permite escribir de forma positiva sobre un secuestro masivo. Si los padres y madres de esas criaturas habían muerto, eran las autoridades vietnamitas a las que correspondía ejercer su tutela, no al "protector americano".

Desconozco si el Gobierno survietnamita aprobó de alguna forma este despropósito, pero ningún Gobierno, y menos uno títere como el de Saigón, tiene legitimidad para hacer algo así.