El partido de los récords
Maldini iguala el gol más rapido, al minuto de juego, de Mateos en 1959 - El milanista se convierte de paso, a sus 36 años, en el realizador más viejo - Benítez se equipara a Paisley y Mourinho al ganar en dos años seguidos la Copa de la UEFA y la de Europa
Los turcos otomanos tardaron decenios en traspasar las murallas de la antigua Constantinopla, bien defendida por los bizantinos. Ayer, el más prestigioso de los jugadores italianos, Maldini, tardó un minuto exacto en agujerear al Liverpool, con lo que igualó el récord de rapidez rematadora en una final, en posesión de Mateos desde la disputada en 1959 (Real Madrid, 2; Stade de Reims, 0). Eso sí, el milanista, que se estrenaba ante la red en este curso, se constituyó, a sus 36 años, en el goleador más viejo, por delante del madridista Puskas, con 35. El suyo, inútil a la postre, fue uno de los múltiples detalles del duelo de anoche, el cuarto más goleador de todos: seis tantos. Sólo le superaron los de 1956 (Real Madrid, 4; Stade de Reims, 3), 1960 (Real Madrid, 7; Eintracht de Francfort, 3) y 1962 (Benfica, 5; Real Madrid, 3). En este último, en Amsterdam, el conjunto portugués reaccionó tras un 0-2 y un 2-3. En el de ayer, el Liverpool de Rafa Benítez todavía fue más allá al ser capaz de remontar nada más y nada menos que un 0-3.
La UEFA, que está empeñada en abrir mercados al fútbol, quiso que esta cita fuese en un lugar especial: el estadio Olímpico Ataturk, situado en un descampado a 20 kilómetros de las viejas murallas de Teodosio. Así que Maldini debió trasladarse hasta semejante sitio para poner la que pensaba que sería piedra fundamental de su quinta Copa de Europa. No pudo ser. De nada le valió la bendición que, antes del partido, le dio el madridista Gento, con seis (de 1956 a 1960 y 1966), en una reunión atrocinada por el diario As.
Los aficionados ganadores se lo pasaron en grande desde la víspera. Para eso sí que es una ventaja jugar en Estambul. Para hacer turismo. Para lo demás, no. La ciudad ha crecido sin control, sin plan. El estadio Ataturk recuerda al madrileño de La Peineta, pero sin Metro ni autobuses. Simplemente, flota entre prados con rebaños de cabras y urbanizaciones desaforadas. Para tener acceso a él es preciso meterse en atascos automovilísticos que se pueden prolongar una, dos, tres o cuatro horas.
La UEFA quiso que 30.000 hinchas ingleses y 20.000 italianos dieran un poco de color a este lugar sórdido. De paso, la gente hizo turismo en los confines de Europa y, durante un rato, disfrutó del denominado Cuerno de Oro y su entorno maravilloso.
Cervezas y reliquias
Los hinchas del Liverpool ganaron las calles. Los del Milan, el palacio de Topkapi. Las discotecas, la cerveza y el canto fueron de los camisetas rojas. La visita al relicario de los califas, la admiración ante el pelo de la barba de Mahoma, enhiesto en un cofrecillo; el diente que perdió el profeta en la guerra de Uhud, su espada y las espadas de sus discípulos -maravillas que los turcos tomaron prestadas de La Meca-, fue cosa de los tifosi. Así se distribuyeron, en términos generales, las dos hinchadas que acudieron a Turquía con el ánimo cambiado. Los del Liverpool, exaltados. Los del Milan, tímidamente, sin salir por la noche, cultivándose durante el día, con la fe serena de los que saben que en sus filas cuentan con tipos como Seedorf, Maldini, Kaká, o Shevchenko. Máquinas de conquistar títulos.
"No me gusta el estadio", había dicho Xabi Alonso, la semana pasada. "No me gusta que las gradas estén tan lejos". El medio centro español veía con desasosiego la pista de atletismo que separa el campo de las gradas y sabía que esos metros podían ser determinantes. Si había una cosa que el Milan no tenía ayer era una hinchada que se equiparase a la del Liverpool. Con su empuje, el Ejército Rojo es capaz de doblar una eliminatoria a favor de su equipo. Ya había quedado demostrado en Anfield, contra la Juventus y el Chelsea. Pero el estadio Ataturk no es Anfield, aunque anoche quedara prácticamente tapado por trapo rojo.
Los hinchas del Liverpool son aficionados a los estandartes, a las pancartas, a las frases sin sentido pero con música. Había una que decía Rafa is Bos-phor-us, un juego de palabras. En inglés, nuestro jefe podría sonar como Bósforo. Otra simplemente convocaba: Vote Rafa. Y otra pedía con buena educación: Paisley won it 3 times, Fagan made it tour. Rafa leads the red men. Another por favour. Toda una premonición. Benítez se convirtió en el tercer técnico, tras Paislay y Mourinho, en ganar en dos años seguidos la Copa de la UEFA y la de Europa. Además, es el cuarto español que conquista esta última, tras José Villalonga, Miguel Muñoz y Vicente del Bosque.
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