Como los ángeles

El espectáculo de Mayte Martín y Belén Maya, Flamenco de Cámara, es una auténtica joya. El cante de Mayte Martín fue, literalmente, canto de ángeles, un sonido de otro mundo, o de otra galaxia. Vidalita, guajira, alegrías, levante. No más, pero tampoco menos para dejar la impronta de un cante excepcional. La voz fue sentida, dulce, osciló con la mayor naturalidad del grito al susurro. Nunca se quedó corta, nunca se excedió ni un milímetro. Mayte Martín ha llegado a un grado tal de perfección que el cante parece formar parte de su personalidad, de su propia encarnación. En los cantes de levante hizo una interpretación de La Gabriela, con el rever al máximo, que fue ciertamente una revelación, un enriquecer el cante hasta límites insospechados.

Belén Mayo bailó, con el cante de Martín, por alegrías y por levante. Por alegrías lo tuvo difícil, pues era imposible moverse en el pequeño espacio del tablao con bata de cola. Por levante ya fue otra cosa, sin cola ni ningún otro impedimento. Hizo un baile muy sentido, lleno de matices, de sugerencias, demostrando una vez más lo gran bailaora que es.

Por delante habían actuado Salva del Real y el Pitingo. Del Real, en concierto, hizo varios temas con una guitarra que sonaba apagada en demasía, lo que quitó brillantes a su recital. Antonio Pitingo tuvo una actuación merecedora del fervor que el público expresó. Va avanzando este Pitingo en cada nueva actuación suya, bordando algunos estilos como la malagueña. Por soleá también estuvo bien, y por fandangos, en los que hizo alarde de sus posibilidades.