Messi, el tercer ojo
Sáez y Cesc analizan al delantero argentino, contra el que hoy juega España en el Mundial sub 20
Lionel Messi (Buenos Aires, 1987) ya no es un niño -ayer cumplió 18 años-, aunque lo parezca cuando revolotea con sus compañeros de la selección argentina por el vestíbulo del hotel. Ayudado por los métodos médicos del Barça, su figura se ha elevado al cubo, multiplicando su físico en tres dimensiones: anchura, altura y profundidad. "Salvado para el fútbol", comentaban en el Camp Nou, donde se le conoce como La pulga. Nada han podido hacer, en cambio, con su timidez fuera del campo. "Enfermiza", según algunos. "Antes era más pequeñín, pero igual de introvertido", confirma Cesc, el español del Arsenal, emparedado en un sofá de cuero negro.
El mediocentro español coincidió tres años en las categorías inferiores del Barça con el argentino. Tampoco ha variado su relación con la pelota, su repertorio, su capacidad de "ver en el campo lo que otros sólo son capaces de ver desde la tribuna", en palabras de Iñaki Sáez, el seleccionador español. Es el tercer ojo. Messi ya ha debutado en la Primera División de la mano de Frank Rijkaard, que dice a quien le quiera oir que cuenta con el chaval para el curso próximo.
Messi hace cola, disciplinado, para ir a comer en el hotel de concentración de Argentina. Messi, disciplinado, sube en fila india a su habitación para descansar. Messi, disciplinado, hace todas estas cosas sin abrir la boca. Antes, el jueves, fue capaz de definirse como "un luchador", de reconocer su amistad con Cesc, con quien queda para verse cuando el catalán viaja a Barcelona, y de reconocer que es un "halago" que le comparen con Diego Armando Maradona. Messi habló un día con Maradona: "Me dijo que seguía mi trayectoria". Y se ilumina: "Diego es el más grande". La familia de Messi se trasladó desde Buenos Aires junto con su hijo prodigio hace siete años. Pero no viven de él. Su hermano, por ejemplo, trabaja de camarero en un restaurante. Su padre, aunque va a verle a los partidos, tampoco está todo el día tras él y es raro, según cuentan, verle en los entrenamientos observando el trabajo de su hijo.
"Era muy trabajador, muy humilde y buen compañero", rememora Cesc, que señala: "Entonces era un jugador que apuntaba al máximo nivel y ahora también". Cesc sonríe y asegura que pasó con Messi uno de "los mejores años" de su vida: "Lo ganamos todo en nuestra categoría, nos divertíamos mucho haciendo paredes, nos entendíamos jugando juntos".
Sáez también compara a Messi con Cesc. "Los dos son muy jóvenes, se están haciendo como futbolistas y hay que dosificarles", dice con la sabiduría propia de quien lleva más de 19 campeonatos en categorías inferiores a sus espaldas -"lo de la absoluta fue un paréntesis". Pero, a pesar de su cautela -"estas edades son difíciles"-, su descripción del delantero argentino es generosa: "Es un buen jugador, listo, talentoso, con una conducción perfecta", y aprecia en él una cualidad impagable en un atacante: "Toma buenas decisiones, ve al portero y sabe lo que tiene que hacer".
La expedición española es optimista con vistas al partido de cuartos de hoy contra Argentina (20.30, Localia). Los jugadores parecen capaces de saber manejarse en la tensión, aunque algún escéptico confiesa: "¿Tú crees?". Sáez cree que ya no hay ese escalón de "oficio" entre los dos equipos: "Se ha ido igualando todo desde el Mundial de Nigeria. Entonces ningún jugador español había debutado en Primera y ahora prácticamente todos lo han hecho ya". Y concluye: "Eso es lo que había que hacer, dar las oportunidades a los jóvenes mucho antes". Argentina aguarda con Zabaleta, Agüero, Cardozo, Gago, Biglia... todos "casi veteranos" en la Liga. Sin embargo, y así se comenta en la delegación española, la trayectoria de la selección suramericana no ha sido particularmente brillante: perdieron en la primera fase con Estados Unidos.
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