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La ultraderecha de Bulgaria, entre Le Pen y Cicciolina

Guillermo Altares

Con una estética que no desentonaría en la banda de Tony Soprano, de la serie televisiva de gánsteres en Nueva York, y acompañado de guardaespaldas a su entrada en el Palacio de Cultura de Sofía, Volen Siderov, el líder del partido ultra Ataka (Ataque), la sorpresa de las elecciones al convertirse en la cuarta fuerza política, protagonizó una rueda de prensa en la madrugada del sábado llena de insultos cruzados con los periodistas. "Si fuese su director, le echaría por hacer preguntas tan malas", respondió a un informador, que a su vez le preguntó: "¿Hace mucho que no va al psiquiatra?".

La entrada en el Parlamento, con un 8,21% de los votos, de esta formación de discurso xenófobo que carga contra los turcos y los gitanos, la OTAN y la UE, se ha convertido en un trauma para muchos búlgaros, que se sentían orgullosos de la tradición tolerante de su país.

"Es más Cicciolina que Le Pen", afirma el sociólogo Alexander Stoyanov, quien explica que se trata "más de una formación que está contra todo que de un movimiento fascista que intenta tomar el poder". Los analistas aseguran que recogió el voto de protesta de todo signo político, desde los racistas hasta aquellos que están en contra del ingreso en la UE. En cualquier caso, Siderov, presentador televisivo y ex director del periódico de la principal fuerza de la derecha, esgrime un discurso claramente racista contra los turcos, pomaks -eslavos convertidos al islam durante la dominación otomana- y gitanos, minorías que representan el 17% de la población. "Somos los nuevos opalchentzi [los guerrilleros que lucharon contra los turcos en el siglo XIX]", asegura Siderov en una entrevista publicada ayer por el diario independiente Trud. Este periodista, que en los carteles electorales aparece cogiéndose las solapas de una chaqueta de cuero negro, llegó a hablar de "genocidio de los gitanos contra los búlgaros".

Todos los partidos y la prensa han condenado a Ataka, que se quedará aislado en el Parlamento; sin embargo, hubo una pregunta que los periodistas repitieron durante la noche electoral: "¿Será un obstáculo la presencia de Ataka en el Parlamento para la entrada de Bulgaria en la UE?".

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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