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Reportaje:TERROR EN LONDRES | La situación en Leeds

"Nuestra familia ya no tiene futuro aquí"

Los parientes de los suicidas temen represalias de sus vecinos de Leeds, aún atónitos ante los hechos

Guillermo Altares

Beeston, un humilde suburbio multirracial del sur de Leeds que podría ser el escenario de una película de Ken Loach, se despertó el martes en medio de una vasta operación policial y ayer comenzó a digerir lo que había ocurrido: varios jóvenes de la comunidad eran los autores de los atentados suicidas de Londres. En la calle principal de Beeston, en la Tempest Road, se encuentra Bashir Ahmed, de 65 años, al borde del llanto, con los ojos enrojecidos y la voz entrecortada. No puede creer que su sobrino, Shahzad Tanweer, de 22 años, matase a siete personas entre las estaciones de metro de Aldgate y Liverpool Street en Londres.

"Es imposible describir lo que sentimos. Seguramente nuestra familia ya no tenga futuro aquí. ¿Cómo nos van a respetar la comunidad? No sabemos lo que vamos a hacer", afirma con una voz apenas audible. "No me lo puedo creer, alguien tiene que haber teledirigido sus movimientos. Amaba su comunidad y amaba su país. Tanweer se sentía muy cercano a su madre y a su padre. Ahora estamos todos destrozados, nuestras vidas se han roto. No es fácil aceptar que algo tan terrible haya ocurrido en tu familia", prosigue Ahmed, un hombre extremadamente educado y con el cabello y el bigote blancos.

"Crees que conoces a la gente; pero luego no es así", afirma un sij nacido en India
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Ahmed, casado con una hermana de la madre de Tanweer, vio a su sobrino por última vez el miércoles y asegura que la familia empezó a preocuparse seriamente el jueves por la mañana, después de los atentados: pensaron que podía estar entre las víctimas, nunca entre los autores. Ayer tuvo la paciencia de atender a los periodistas de todo el mundo que invadieron las calles de Beeston, en las que la policía mantiene todavía numerosos cordones de seguridad.

Como la familia de Tanweer, como cientos de miles de paquistaníes, emigró en los años sesenta a Leeds, una ciudad industrial de 400.000 habitantes del norte de Inglaterra, en Yorkshire, atraído por el sector textil. "Todos vinimos aquí a buscar trabajo", explica Ejaz Husain, de 54 años, vestido de forma tradicional pero con dos pulseras de plástico en la muñeca, dueño de la tienda de comestibles Raja Brothers, a unos pocos metros de Colwyn Road, donde vivía Tanweer con su familia. "Su padre prosperó, como yo, que conseguí abrir esta tienda. Él tiene un comercio de fish and chips y un matadero que proporciona carne halal a esta zona de Yorkshire", agrega Husain, quien no puede creerse que ese joven callado, nacido en Leeds, sea un terrorista suicida.

En la tienda cercana a la casa en la que vivía con su familia Hasib Hussain, de 19 años, en el cercano suburbio de Holbeck, también están atónitos ante la posibilidad de que el adolescente que pasaba de vez en cuando por allí para hacer recados sea el asesino del autobús de la línea 30. El dueño del pequeño comercio, un sij nacido en India, afirma: "Crees que conoces a la gente; pero luego no es así".

Con la ropa tendida de una casa a otra, algunas viviendas abandonadas y las calles bastante sucias, Holbeck ofrece un aspecto todavía más deprimido que Beeston. Los dos barrios son multirraciales y en la misma calle hay casas habitadas por personas provenientes de Pakistán, Bangladesh, India, el Caribe, Polonia u originarios de Yorkshire.

En esta zona de Leeds el paro ronda el 11%, más del doble de la media nacional. Comprar una vivienda de tres habitaciones cuesta unas 60.000 libras (87.000 euros); aunque se puede alquilar un cuarto por unas 50 libras (72,5 euros) a la semana. Sin embargo, a pesar del desempleo, los emigrantes siguen llegando en busca de trabajo, según explica un trabajador de un centro de formación dependiente del Ayuntamiento, en Tempest Road. La diferencia, es que ahora la mayoría proviene del Este de Europa. Esto, no obstante, no ha cambiado el aspecto de la barriada de Beeston, donde la presencia paquistaní sigue siendo muy importante, por encima del resto de las comunidades.

En un radio de un kilómetro hay dos humildes mezquitas y un centro religioso y social. "Aquí no hay ningún tipo de actividad de militantes, de radicales islámicos o de wahabíes. Es algo desconocido en nuestra comunidad", explica Mohamed Sarwar, responsable de la mezquita y centro islámico Cachemira, poco antes de acudir a un encuentro con líderes musulmanes y de otras religiones para estudiar la situación creada tras descubrir que una célula durmiente de terroristas suicidas vivía en la zona o, como Mohamed Sadique Khan, de 30 años, nació allí, pero se mudó al casarse al pueblo de Dewsbury, unos 15 kilómetros al sur de Leeds. Un cuarto terrorista, que la policía aún intentaba identificar anoche, al parecer también era del barrio o de los aledaños.

El tío de Tanweer explica que su sobrino pasó dos meses en Pakistán, en Lahore, a finales de 2004 y principios de 2005. "Cuando volvió era el mismo, no cambió. Viajó para profundizar su formación religiosa", señala Bashir Ahmed, que asegura que el joven no llegó a ir a Afganistán, una información que apareció ayer en la prensa británica. "Nunca hablaba de política, le interesaban los deportes, sobre todo el críquet y el fútbol", señala por su parte Iftahad Hussein, de 27 años, que trabaja desde hace siete meses en la tienda del padre de Tanweer.

"No son cosas que se hagan en público. No creo que funcione así, no llega alguien a la mezquita y se pone a reclutar a gente. Todo esto ocurre a escondidas", señala un joven, vestido con una chilaba y con una larga barba negra, que prefiere no decir su nombre. En la puerta del comercio Raja Brothers, explica que conocía bien a los tres suicidas y que se habían vuelto "más religiosos" en los últimos dos años. "Aquí, como en cualquier otro lugar del Reino Unido, hay gente que está en contra de lo que ocurre en Irak o en Afganistán, pero eso no quiere decir que se conviertan en asesinos y vayan a Londres a cometer atentados", agrega.

El dolor silencioso de Bashir Ahmed o el absoluto desconcierto de los vecinos refleja el horror y el miedo ante el descubrimiento de que jóvenes integrados -en el barrio los testigos destacan que eran buenos deportistas o estudiantes y aseguran que no había nada extraordinario en sus vidas-, uno de ellos con un bebé de ocho meses, sean capaces de cometer un asesinato masivo.

En Beeston, con las casas de los sospechosos cubiertas de andamios por la policía, que llevaba a cabo registros a fondo, la vida cotidiana tardará en volver a la normalidad. "Lo terrible es darnos cuenta de que podía haber sido cualquiera", dice un vecino.

Bashir Ahmed, el tío de uno de los supuestos terroristas, ayer en Leeds.
Bashir Ahmed, el tío de uno de los supuestos terroristas, ayer en Leeds.REUTERS

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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