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Reportaje:LEYENDAS | Verano 2005

La Peña de los Enamorados

Antequera es famosa por la historia de dos amantes de comunidades enfrentadas que llevaron su pasión hasta el final

Cuando la carretera que va desde Sevilla a Granada cruza la comarca de Antequera, resulta difícil sustraerse a la contemplación de la Peña de los Enamorados. El gris de su roca caliza contrasta con el marrón y el ocre de los campos de cultivo que la rodean. A pocos metros de la antaño ciudad fronteriza, la peña asemeja un rostro yaciente que emerge de la tierra. Esta roca inhóspita es el escenario de una de las leyendas más populares de Andalucía.

La narración se sitúa en el siglo XV, cuando Antequera era frontera entre los reinos de Castilla y de Granada. Un joven cristiano cae preso de estos últimos. La hija del mandatario de la ciudad musulmana, tal vez en el transcurso de una visita a los calabozos de su padre, se encuentra por casualidad con el prisionero y, como suele suceder en las leyendas, ambos se enamoran perdidamente.

Ayudado por la morisca, el joven escapa del calabozo y ambos se dan a la fuga. Perseguidos por las huestes del rey de Granada, la pareja busca refugio en la cima de una peña a las puertas de Antequera. Sus perseguidores inician el asedio y los amantes, dándose cuenta de lo desesperado de su situación, toman su última decisión y se inmolan arrojándose por el precipicio.

Un relato como este habría de despertar en siglos posteriores el interés de los escritores románticos. Washington Irving, el autor de los Cuentos de la Alhambra, fue uno de ellos. Pero la versión de la leyenda que mejor se conoce data del siglo XVI y fue escrita en verso latino por el humanista italiano Lorenzo Valla (Roma 1405-1457), cuyas tesis acerca de la negación del libre albedrío interesaron, entre otros, a Martín Lutero. Valla incluyó su versión de la leyenda de los enamorados en su Historia de Fernando de Aragón, un relato elogioso -recientemente traducido al castellano- de los hechos protagonizados por el Rey Católico, también conocido como Fernando de Antequera. Esta obra fue auspiciada por el hijo del monarca, el rey de Nápoles Alfonso V el Magnánimo.

Tal vez Lorenzo Valla no fuese el primero en poner por escrito la leyenda de los enamorados de Antequera. Por la misma época, se sabe que en la Cátedra de Gramática de la Iglesia Colegial de Antequera, una de las diversiones preferidas por los estudiantes era escribir finales diferentes para la leyenda de la Peña de los Enamorados.

Los expertos suelen afirmar que algunas leyendas esconden hechos históricos. Este podría ser el caso de la historia de los enamorados, aunque los indicios existentes se remontan bastante más atrás de la Edad Media. En lo alto de la peña de Antequera se han hallado rastros de una pequeña fortaleza romana llamada "de los dos amantes".

Una leyenda parecida a la de los enamorados de Antequera, pero con final feliz, es citada por Miguel de Cervantes en el capítulo V del Quijote, aunque en este caso es un abencerraje quien, enamorado de la bella Jarifa, es hecho cautivo por el caudillo cristiano de Antequera.

Sea como sea, la trágica historia de amor entre el cristiano y la morisca en la peña de Antequera ha pasado a formar parte del acervo tradicional de este rincón de Málaga, y aún hoy es un motivo recurrente en las declaraciones de amor de los jóvenes enamorados.

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