Alonso da un paso de gigante
El español gana en Hockenheim y ya aventaja en 36 puntos a Raikkonen, obligado a abandonar cuando era líder
Las cosas no pueden ir mejor para los intereses de Fernando Alonso. El piloto de Renault dio ayer un paso de gigante en sus aspiraciones de conseguir el título mundial. En una sola carrera, el Gran Premio de Alemania, le sacó otros 10 puntos de ventaja a su principal rival, el finlandés Kimi Raikkonen, y le lleva ahora ya 36. Una distancia tan notable que acerca al asturiano cada vez más al sueño de su vida. Lo cuadraría simplemente siendo cuarto en las siete carreras que quedan. Todo se produjo como consecuencia de que una nueva desgracia se cernió en el piloto de McLaren, que vio como su coche se quedaba sin potencia por un problema hidráulico cuando iba líder destacado en la vuelta 35ª, faltando 32 para el final y tuvo que abandonar. Alonso tomó el mando y concluyó la carrera levantando la mano derecha y uniendo a ella el dedo índice de la izquierda. "¡Seis victorias!", proclamaba.
Su reinado comienza a ser tan indiscutible como lo fue el de Michael Schumacher la pasada temporada. El alemán ganó 13 carreras de las 18 que se disputaron. Alonso lleva seis triunfos y nueve podios en 12 carreras. Su dominio no es tan apabullante como el del alemán. Pero parece difícil que alguien pueda arrebatarle la corona. Raikkonen tiene el coche más rápido, el que mejores prestaciones ofrece cuando está en pista, pero no posee, ni de lejos, la fiabilidad de los Renault. Éste está resultando un factor decisivo. El Mundial es todavía cosa de dos. Pero uno suele acabar ganando o en el podio y el otro ha tenido problemas en casi todas las carreras.
"McLaren había dominado todas las sesiones de entrenamientos y la cronometrada y en carrera se mostró igual de rápido", señaló Alonso, con una sonrisa de oreja a oreja. "Por eso cuando vi a Raikkonen parado me llevé una sorpresa. Sin embargo, lo que pensé es que hoy volvimos a demostrar que podemos vencerlos porque tenemos un coche un poco menos rápido pero más fiable". El maratón que plantea el calendario del Mundial durante el mes de julio está resultando muy satisfactorio para los intereses de Alonso y de Renault. Ellos mismos habían señalado que salir de este lance con la pérdida de cinco puntos suponía una victoria. Por el momento, no sólo no han cedido nada sino que han dado un estacazo casi definitivo. Mientras Raikkonen ha roto en las últimas tres carreras -en Francia e Inglaterra en los entrenamientos-, lo que le ha supuesto concluir siempre por detrás del asturiano, Alonso ha logrado dos victorias y un segundo puesto. ¡Brutal! Ahora llega la carrera de Hungría, donde Fernando logró en 2003 su primera victoria.
Sin embargo, si el coche de Raikkonen no falla, el finlandés sigue siendo el más rápido y el McLaren el mejor bólido. Lo que significa que puede ganar carreras. No parece haber otros pilotos habilitados para ganar más que él, Alonso y esporádicamente Montoya. Ayer, volvió a evidenciarse. Raikkonen salió como una bala seguido de Alonso y de un Schumacher sorprendente que superó a Button en la primera curva. Montoya, que salió el último tras chocar en la crono, remontó con fiereza. Lo esperado.
Cuando se inició el primer paso por boxes, Raikkonen le llevaba alrededor de nueve segundos a Alonso. Cuando concluyó, la distancia había aumentado a diez segundos, y nada se había movido en cabeza. Lo más sorprendente era que Montoya era ya el quinto. Entonces se produjo el problema hidráulico en el McLaren de Raikkonen. Alonso quedó como líder destacado, con una ventaja de 26 segundos sobre Schumacher, de 27 sobre Button y de 38 sobre Montoya. La carrera quedó decidida, pero no muerta. Quedaba un segundo paso por boxes -del que Montoya salió segundo tras apurar la gasolina 10 vueltas más que Button antes de entrar-, y todo un calvario para Schumacher, que no pudo evitar una pasada interior de Button y otra de Fisichella -a una vuelta para el final- sin poder sacar potencia de su agotado Ferrari.
El Mundial se va cerrando y Alonso se ve cada vez más campeón. Cuando se bajó quedó ahogado por el abrazo que le dio su jefe de filas, el italiano Flavio Briatore. No era para menos: no sólo el título de pilotos está a tiro, el de marcas también está enfocado.
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