El día de los novatos
Casado, el nuevo especialista español, y Ramzy, elegido sucesor de El Guerruj, centran un 1.500 con Reyes e Higuero a la expectativa
Tres españoles disputarán hoy la final de los 1.500 metros como acostumbra la tradición. Pasan los años, se suceden las generaciones y en el horizonte siempre aparece un nuevo especialista. En Helsinki es el joven Arturo Casado, el chico destinado a suceder a Reyes Estévez, heredero de Fermín Cacho, de José Luis González, de José Manuel Abascal. Ellos construyeron un edificio que se mantiene a pesar de las dificultades. Ningún país contará con tres finalistas. Eso dice mucho de lo que significa el 1.500 en España. Pero, una vez que comience la carrera, no resulta fácil pensar en los españoles como favoritos. Ramzy, el marroquí que defiende la bandera de Bahrein, ha dado múltiples señales de su poderío. Vencedor en las dos primeras rondas con una facilidad insultante, todos los pronósticos le colocan como vencedor en la final. Ramzy pretende coronarse como el sucesor de Hicham el Guerruj. Llega un nuevo tiempo y Ramzy quiere gobernarlo. Sin embargo, el 1.500 es carrera y teatro.
Las dos primeras rondas se han cobrado su ración de víctimas ilustres. No habrá duelo Ramzy-Baala porque el francés fue eliminado en las semifinales. Se enredó en el ovillo de la carrera y se estrelló. No basta con ser un gran atleta, como Ramzy, sino que hay que aprovechar todas las rendijas que ofrece la carrera. La inteligencia es un gran aliado en el 1.500. Cacho daba clases magistrales en las grandes competiciones. No era el más rápido ni el más fuerte, pero sabía latín. No existía circunstancia favorable que no aprovechara. Quizá Casado pertenezca a la misma raza. Es muy joven, apenas conoce la gran competición y su marca no figura entre las diez mejores de la temporada. Sin embargo, su respuesta en Helsinki ha sido impecable. Ha dominado las dos rondas con una precisión inesperada en un novato.
Casado se ha movido perfectamente en carreras lentas, en las que se ha impuesto desde la cuerda, con un manejo muy preciso del ritmo y del cuerpo. Ha hecho de sus 1,87 metros y 80 kilos un arma disuasoria en la pista. Pero esta noche la carrera se presume diferente. Más rápida, sin duda, porque son varios a los que conviene un ritmo más nervioso. Uno de ellos es el estadounidense Alan Webb, cuyo destino es correr o fracasar. Tiene que correr muy rápido. Con su escasa pegada en los últimos metros, Webb sólo puede alcanzar un buen puesto si rompe la carrera desde el principio. Será el atleta que decida el ritmo de la final. Si decide taparse, no parece que haya más gente capaz de agitar la carrera.
Estévez es el más experto de los finalistas. Fue tercero en los Mundiales de 1997 y 1999. Pasó apuros en la primera ronda, se clasificó con comodidad en la segunda y no sentirá ningún pánico en la final. Parece, sin embargo, que no tiene la punta de velocidad necesaria para ganar la carrera, al menos en un mano a mano con gente como Ramzy, que es un cañón en los últimos 200 metros. A Juan Carlos Higuero le corresponde el curioso papel que se ha reservado en los últimos años: es un tiro al aire. Suele sacar sus mejores resultados en las condiciones más caóticas.
No faltarán los tapados. Gente como el portugués Rui Silva, el ucraniano Heschko o el keniano Alex Kipchirchir pueden sacar rédito de lo que se antoja como una final de transición. Tanto Rui Silva como Heschko tratarán de aprovechar cualquier error de Ramzy, que correrá con toda la responsabilidad encima. Quiere la gloria, pero tendrá que conquistarla frente a unos rivales que han visto mucho mundo y un novato que ha despertado la esperanza en España.
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