Bush vuelve a la zona para acallar las críticas
George W. Bush se dispone hoy a visitar de nuevo varios lugares afectados por el huracán. El presidente trata de que se difumine la imagen de los errores cometidos en la previsión de la emergencia -errores en todos los niveles- y de la lentitud de su reacción personal, porque hasta el pasado viernes no se aproximó físicamente a los Estados del sur del país azotados por Katrina.
Aunque la magnitud humana de la catástrofe tiene todavía aturdidos a los estadounidenses, hasta el punto de que no ha habido una revuelta popular por el brutal aumento en los precios de la gasolina, probablemente lo peor para Bush está por llegar, a medida que se conozcan con mayor detalle las causas de la falta de previsión. Si, además, las investigaciones oficiales permiten establecer conexiones directas entre la restricción de inversiones en infraestructuras en la zona y los gastos extraordinarios como el de la guerra, o entre la lentitud de la llegada de tropas y el despliegue en Irak, las cosas se complicarán mucho más para la Casa Blanca.
Por ahora, empieza a despuntar ya el juego de acusaciones entre los poderes locales, las autoridades de Luisiana y el Gobierno federal. Con el paso de los días crecerá la polémica sobre la ausencia de coordinación y la burocracia a la hora de solicitar y enviar tropas y ayuda, y sobre la falta de atención a los estudios hechos sobre inundaciones históricas en la cuenca del Misisipí, como las de 1927, 1957 y 1965, y sobre el riesgo que los huracanes suponían para el sistema de diques que protegía a una ciudad que se encuentra por debajo del nivel del mar como Nueva Orleans.
Para contrarrestar en la medida de lo posible las críticas, el Gobierno envió ayer a la zona a la secretaria de Estado, Condoleezza Rice; al responsable de Seguridad Nacional, Michael Chertoff; al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y al número uno de las Fuerzas Armadas, el general Richard Myers.
Bush, que visitó ayer un centro de coordinación de la Cruz Roja en Washington, quiso enfocar las cosas de manera positiva: "El mundo vio cómo una oleada de desastres cayó sobre la costa del Golfo; ahora puede ver una oleada de solidaridad".
¿Caerán muchas cabezas cuando bajen las aguas y se tenga una perspectiva global de lo ocurrido? Chertoff, que admitió ayer que Washington no estaba bien preparado para este tipo de emergencias, dijo: "En el momento adecuado, si la gente quiere cortar cabezas tendrá la oportunidad de hacerlo".
Por el momento, y según un sondeo hecho ayer por The Washington Post y ABC, el 46% de la población aprueba la forma en la que el presidente está manejando la crisis, frente al 47% que la critica. Pero dos de cada tres norteamericanos creen que el Gobierno debería haber estado mejor preparado, y el 75% opina lo mismo sobre las autoridades de los Estados afectados por el huracán.
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