Blatter pasa al ataque
El dirigente de la FIFA pide que el Charleroi sea sancionado y desafía a la Unión Europea
El enfrentamiento entre la FIFA y los clubes, en particular los más poderosos, subió ayer de tono al exigir el presidente de la federación internacional de fútbol, Joseph Blatter, que la federación belga sancione al Charleroi si no retira la demanda presentada ante los tribunales ordinarios en busca de compensación por la grave lesión que uno de sus jugadores, el marroquí Abdelmajid Oulmers, de 26 años, sufrió durante un partido con su selección. El modesto Charleroi, con el apoyo del G-14, el grupo de los clubes más ricos de Europa, quiere que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (UE) se pronuncie sobre el presunto abuso de poder de la FIFA.
En el congreso que este organismo celebra en Marraquech desde el domingo, Blatter consideró ayer llegada la hora de luchar contra las amenazas que, según su versión, se ciernen sobre su federación, entre las que incluyó el recurso a los tribunales por parte de los clubes. "Lo que ellos dicen es que la FIFA no respeta las leyes europeas", argumentó Blatter en el diario The Times. "Mi pregunta es", continuó el dirigente de la FIFA, "¿Deberían 25 países [los miembros de la Unión Europea] dictar las leyes de las 207 asocaciones nacionales [de fútbol] que hay en el mundo?".
"¿25 países deberían dictar las leyes de 207 federaciones?", se preguntó el suizo
La FIFA se opone a que los clubes acudan a los tribunales para dirimir sus reglamentos
Antes de llegar a Marraquech, Blatter anunció que la FIFA ha pedido a la federación belga que recurra a las sanciones para forzar al Charleroi a retirar el desafío que planteó la pasada semana ante el Tribunal de Comercio de su ciudad. El club pide que la justicia se pronuncie sobre la legalidad del reglamento federativo que obliga a los clubes a prestar sus jugadores a la FIFA sin poder reclamar compensación alguna por la cesión. "No habrá un segundo caso Bosman. Lo vamos a parar", anunció Blatter. Hace diez años, el caso Bosman introdujo un cambio radical en el fútbol europeo, al librar a los jugadores de las trabas que impedían la libre circulación de la que se benefician todos los trabajadores en la UE. En medios jurídicos llamó poderosamente la atención que el presidente de la FIFA recurra a las amenazas para disuadir a un club de buscar el amparo de los tribunales. "El G-14 y el Charleroi confían plenamente en el Estado de Derecho", comentó Jean-Louis Dupont, abogado en el caso Bosan y ahora contratado por el G-14 para apoyar al Charleroi. Thomas Kurth, secretario general del grupo de la élite futbolística europea, declaró que las amenazas de Blatter no son más que una "muestra de matonismo".
Hace 20 años, los tribunales belgas responsabilizaron en parte a la UEFA por la tragedia de Heysel, donde perdieron la vida 39 aficionados. La federación europea se negó a aceptar la reconvención y amenazó con expulsar de su seno a la belga. El Gobierno de Bruselas reaccionó tan dura y creíblemente ante la arrogancia de la UEFA que la federación optó por plegarse y acatar. Ayer, una portavoz del ministerio de Justicia belga señaló que era muy pronto para pronunciarse sobre un caso como el de Charleroi, que está en los tribunales.
Blatter dio la impresión en Marraquech de estar por la pelea. Sin identificar explícitamente al G-14, el presidente de la FIFA arremetió duramente conta los clubes poderosos y sus pretensiones. "Hay un movimiento en el fútbol de clubes, que no considero precisamente un ejemplo de solidaridad, que nos hace pensar que los ricos son cada vez más ricos y están usando todo lo que hay en el mercado para crear un éxodo de jugadores en África. Es preocupante", dijo a los suyos, reforzados con la admisión de las federaciones de Timor Oriental y las Islas Comores. "Si no estamos atentos, el fútbol corre el riesgo de convertirse en un juego deshumanizado, a lo que yo me opondré siempre", añadió.
La excesiva profesionalización y el negocio universal están agostando el fútbol aficionado y el fútbol modesto, según el dirigente de la FIFA. Para Blatter ha llegado la hora de hacer frente a las amenazas que se ciernen sobre la organización: desde la propiedad por una solas manos de múltiples clubes -en clara alusión al magnate ruso Roman Abramovich, propietario del Chelsea inglés y dueño del CSKA de Moscú a través de su petrolera, Sifnet-, a las injerencias de los Gobiernos en las federaciones nacionales, pasando por las apuestas viciadas o la pretensión de los clubes de dirimir en los tribunales los reglamentos que rigen el fútbol.
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