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Reportaje:

El Barça echa en falta a Ronaldinho

Hay una seria preocupación en el vestuario por la actitud absentista y falta de alegría del brasileño

Errático como equipo, el Barça tampoco encuentra consuelo en las individualidades, y mucho menos en Ronaldinho, al que la condición de mejor jugador del mundo no parece exigirle un mayor protagonismo que cuando fichó por el club azulgrana. Llegado en verano de 2003, el brasileño ya administró su talento la pasada temporada. Tuvo actuaciones tan memorables como selectivas frente a equipos del nivel del Milan, Chelsea o Madrid y, por contra, pasó desapercibido en muchas jornadas laborables, como ya viene siendo costumbre en el arranque del presente campeonato, indistintamente como ariete, posición que ocupó de partida, como de falso extremo izquierdo, puesto que ocupa actualmente. A una actuación desequilibrante ante el Betis en la Supercopa, se han sucedido unos cuantos partidos insustanciales que obligan a preguntar sobre su apetencia. ¿Qué le pasa a Ronaldinho?

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La figura del brasileño es suficientemente importante como para que cualquier opinión del vestuario se ampare en el anonimato. "Yo le llamaría absentismo laboral", opina una voz autorizada. "No sé si es desgana o falta de compromiso o tiene problemas", insiste, "pero a veces parece ausente en los entrenamientos y en los partidos". Y concluye: "Ha perdido la sonrisa, y su alegría ya se sabe que era contagiosa. Le necesitamos". La estadística le compromete tanto como las sensaciones. Aunque ha disputado los cuatro partidos de Liga, sólo ha rematado 14 veces y ocho corresponden a lanzamientos de falta; ha cometido cinco faltas y recibido 14; ha forzado una tarjeta amarilla más de la que ha recibido -dos contra una-; de sus 17 centros al área únicamente dos acabaron en remate; ha perdido 46 veces la pelota por 5 recuperaciones; y sus jugadas en el área se limitan a cuatro.

Ronaldinho interviene poco en el juego y se dedica a tirar los libres directos. No hay respuestas, sin embargo, al por qué el brasileño ha dejado de implicarse en el juego. "Habrá que preguntarle qué le pasa y, si conviene, advertirle del problema que supone su actitud indiferente", confiesa uno de los profesionales cualificados del club. Mientras, sin embargo, se suceden las especulaciones. La mayoría de futbolistas coincide en el diagnóstico: "Es cuestión de tiempo; a él no le ocurre nada que no sea lo que nos pasa a la mayoría".

A bote pronto, no parecería que el problema sea Rijkaard, aunque su relación no es estupenda. "El brasileño tiene libertad de movimientos", se coincide entre sus compañeros. Ronaldinho, sin embargo, se ha acostumbrado a remitirse al entrenador cuando se le pregunta por asuntos tácticos -criticó, eso sí, el juego directo practicado en el Calderón-y no parece muy conforme con el proteccionismo hacia Eto'o. Más que diferencias, hay cierta falta de comunicación y de ascendiente.

Ha mejorado también su situación contractual en una negociación que cedió más el club que el jugador y podría haberse aflojado. "Lo peor que se puede hacer con un brasileño es ofrecerle un contrato largo", observa un buen conocedor del mercado carioca. "Hay que motivarles constantemente y saber que el cariño no se compra". La disputa del Mundial en junio próximo no parece una causa suficiente para que se dosifique en septiembre. Y, por lo demás, su vida particular nunca dio motivo para la cháchara, y acaba de asumir su parternidad con naturalidad.

La mayoría de pruebas médicas avalan su buena puesta a punto y los preparadores físicos entienden que no necesita ninguna preparación específica, como en temporadas pasadas, pese a que, en al menos dos ocasiones, se le ha visto al final del ensayo practicar a solas con Ten Cate, ayudante de Rijkaard. La actitud del jugador en los entrenamientos es, al fin y al cabo, parecida a la de los partidos, y por contra se le supone más feliz y dichoso en los partidillos de futbol playa que se monta con sus amigos y familiares en su casa.

Los técnicos responden que a Ronaldinho no le pasa nada y al equipo tampoco. "No vamos a cambiar los planes", aseguró ayer Eusebio, "Sólo falta que los jugadores conecten los automatismos y sepamos imponer nuestro juego fluido y continuado". Los jugadores son más escépticos. "Estamos preocupados porque no jugamos como el año pasado", afirma Edmilson. "Nuestra prioridad es que las dudas no nos afecten". Y la directiva, mientras, responde a cada mal resultado con una renovación. Ayer anunció que había ampliado el contrato con Puyol hasta 2010 -la cláusula es de 150 millones-, al igual que ya pasó con Ronaldinho, Eto'o, Deco, Xavi y Valdés, mientras que Messi tiene un acuerdo hasta 2014 y Rijkaard hasta 2009. Asegurado el futuro a largo plazo, preocupa el presente y, sobre todo, Ronaldinho, que ha dejado de ser un moleque (niño travieso), ha perdido su magia y alegría.

Ronaldinho se lamentra tras fallar una ocasión de gol.
Ronaldinho se lamentra tras fallar una ocasión de gol.REUTERS

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