La desconfianza hacia Piñera perjudicó a la derecha

"En la primera vuelta voté por Lavín pero a Piñera no lo voto ni loco". Ricardo Reyes es un repartidor vecino de una barriada de Santiago que ayer no votó por el empresario a pesar de los continuos llamamientos de la derecha a la unidad. "Piñera tiene mucha plata ¿para qué quiere ser presidente?", se pregunta. Su opinión refleja una de las batallas que ha debido librar la derecha chilena desde que el 11 de diciembre el candidato de Renovación Nacional, Sebastián Piñera, lograra el 25,4% de los votos y pasara a disputar la segunda vuelta con la socialista Michelle Bachelet.

En la cuneta quedaba el líder de la derecha hasta ese momento. El ex alcalde Joaquín Lavín, de la Unión Democrática Independiente (UDI), acarició la victoria ante Ricardo Lagos en las presidenciales de 2000 y aunque salió derrotado por estrecho margen, esperaba llegar con más fuerza al Palacio de La Moneda este año. Lavín había hecho un largo viaje desde el pinochetismo a una derecha populista, pero en muchos aspectos es un viaje que hizo solitario, sin que su partido lo acompañara.

Al contrario de lo ocurrido en la Concertación, donde los candidatos de la Democracia Cristiana han respaldado sin fisuras durante la campaña a la socialista Bachelet, los políticos más carismáticos de la UDI no se han prodigado en sus apoyos públicos a Piñera, que en la segunda vuelta se presentó bajo la coalición Alianza por Chile. Hubo que esperar al cierre de la campaña, para ver juntos a Piñera junto a los máximos líderes de la UDI, Pablo Longueira y Jovino Novoa.

Piñera había estado haciendo encaje de bolillos para intentar retener al voto más a la derecha que considera positivo o cuando menos necesaria a la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y a la vez conseguir el voto de centro pidiendo a los demócratas cristianos que lo apoyaran para evitar una "izquierdización" con la socialista Bachelet.