Villa de lujo
Unas 30 de las 42 piezas en litigio en los tribunales italianos están expuestas en la Villa Getty en Malibú (California), hogar original del museo que en 1974 fundó el magnate del petróleo J. Paul Getty y que acaba de ser inaugurado tras una reforma de más de ocho años por valor de unos 250 millones de euros. El emplazamiento no puede ser mejor, en lo alto de Pacific Palisades, primera línea de playa con vistas al Pacífico. Y de puertas adentro, la Fundación Getty, que en 1976 heredó 700 millones de dólares en acciones a la muerte de su fundador, ha hecho lo posible para no olvidar ningún detalle en este anexo con forma de palacete romano que imita a la Villa dei Papiro en Italia y en el que un día vivió su mecenas.
Todo es lujo en la Villa Getty, el complemento ideal de uno de los museos con más dinero del mundo, el Getty, que desde 1997 alberga en su sede de Brentwood, algo más al interior pero a poca distancia y con vistas igual de impresionantes, su colección de obras de arte de la Edad Media hasta la actualidad.
En las 26 hectáreas de terreno de la villa han quedado las 44.000 piezas que componen la colección clásica del museo y de las que 1.200 están a la vista del público. Casi a pieza por persona que acuda a las instalaciones porque el museo ha limitado a 1.200 el número de visitas diarias, un control recibido con un lleno hasta la bandera y el cartel de "no hay localidades". Como subrayó el día de la inauguración el periódico local Los Angeles Times, "para una ciudad que es famosa por mirar adelante, nunca atrás, el museo de antigüedades se ha convertido en uno de los lugares más de moda de la urbe".
Un millón de visitantes
La tendencia la inició el Getty en 1997 cuando abrió las puertas de su sede principal en el edificio diseñado por Robert Meier en Brentwood. Por él pasan al año un millón de personas llevadas quizá por la colección de arte, el restaurante y sus jardines o, simplemente, por sus vistas. La Villa Getty espera una cifra similar para la colección de arte griego, romano o etrusco de un museo donde la entrada también es gratuita pero la reserva del estacionamiento es obligatoria y cuesta 7 dólares.
La villa cuenta con un teatro al aire libre y un auditorio además de dos nuevos laboratorios, uno para metales y otro para materiales orgánicos, dedicados a la restauración y conservación de piezas de arte. La labor de ambos laboratorios velará sobre todo por el estado de su propia colección pero el plan, que incluye programas de estudios para preparar a profesionales en la conservación arqueológica y etnográfica, es ofrecer sus servicios a otros museos a cambio de la exhibición de las piezas restauradas.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.