Un criador de caballos cruza España en carreta por las vías pecuarias
Francisco Somarriba reivindica al mismo tiempo las cañadas y los cordeles para el ganado trashumante y el poder de la locura para evadirse de un mundo que no le gusta del todo. Lo ha hecho por medio de un viaje de 1.470 kilómetros en una carreta tirada por cinco yeguas, que ayer terminó junto al palacio de la Magdalena, en Santander. Representantes del Ayuntamiento de la capital cántabra y unos cuantos amigos a caballo le recibieron poco después de mediodía al acabar la última etapa de un periplo en el que ha cruzado la Península en cuatro meses, desde Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) hasta el Cantábrico.
Somarriba nació hace 54 años cerca de Cabo Mayor, en Santander, donde ayer buscaba un buen pasto para sus yeguas. Enjuto, curtido por la vida al aire libre, dice que es un "rescoldo viviente del espíritu del 68", que quedó atrapado por el encanto de Andalucía y se quedó a vivir en Sanlúcar de Barrameda, criando caballos de tiro. La rebeldía sesentayochista y un corazón de nómada se cruzaron con el espíritu del Quijote y acabó impulsando su "quijotada reivindicativa".
Respecto a las cañadas, la opinión de Somarriba se ha visto reforzada tras su experiencia: están olvidadas y, en muchos casos, invadidas. No confía en que ni las Adminsitraciones públicas ni las leyes defiendan la supervivencia de los viejos caminos para el ganado.
Su reivindicación acaba con el viaje en carreta y no piensa dedicar ni un minuto a pedir a los políticos que protejan las vías pecuarias. "Vivimos como gallinas de granja, incapaces de sobrevivir en libertad. He querido saber si podía buscarme la vida fuera de la jaula", decía. "He descubierto que tengo fuerza suficiente. Vivir de forma natural no es un sacrificio, es un placer". El camino no sólo ha puesto a prueba su fuerza. También han pasado un dificil examen, con sobresaliente, sus yeguas. Nena, Dubul, Fortuna, Guapa y Yolí .
Las cañadas, los caballos, la vida natural son las reivindicaciones de Somarriba, pero también la locura. "Un gramo de locura es necesario para hacer lo que queremos", defendió. "Es saludable que la mente enferme. Reclamo la dignidad de los locos, que no han querido adaptarse a la irracionalidad de este gran mercado totalitario a que se ha visto reducido el mundo".-
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