Liquidez y aversión
En 2005, la exuberante liquidez internacional y la baja aversión al riesgo de los inversores fueron temas muy debatidos, y durante 2006 los dos temas no pasarán inadvertidos. Es más, ya se puede leer en los mercados un cierto nerviosismo por los efectos que puede tener una restricción de la liquidez y un repunte de la aversión. Dicha inquietud, que desvela una mayor incertidumbre, terminará reflejándose en un contexto más volátil. Globalmente, la oferta monetaria ha pasado de crecimientos interanuales mayores al 20% en 2003 y 2004 a tasas menores al 12% a fines de 2005 y principios de 2006. Con los tipos de interés tenemos algo similar, mientras en 2004 los tipos reales para el G-7 eran levemente neutros (incluso algo negativos) en enero de 2006 ya se situaban en torno al 2%.
Un repunte de la aversión al riesgo por parte de los ahorradores podría derivar en un descenso de la riqueza financiera
Esta situación de gran liquidez y bajos tipos de interés internacionales dio lugar a que los inversores persiguieran mayores rentabilidades, moviéndose por esta razón hacia activos con más riesgo (emergentes). Esto en sí no implica un riesgo; obviamente, siempre que se haya exigido el premio adecuado. De no ser así, las consecuencias de un repunte de la aversión podría derivar en un fuerte descenso de la riqueza financiera.
¿Cómo se gestan y a quiénes impactarían los daños colaterales? El detonante sería la consolidación de un escenario de mayores rendimientos en la deuda de Estados Unidos, a la vez que se restringe la liquidez global; así, los inversores se replantearían sus inversiones, demandando mayores primas de riesgo. Pero lo que interesa es anticipar los posibles efectos en los mercados de capitales.
Para 2006 no se vislumbrarían fuertes tensiones, ya que, entre otros factores, las economías emergentes han tenido cambios estructurales positivos. Ante un escenario de moderación, para los desarrollados, el impacto sería vía mayores tipos de interés y menor revalorización bursátil. Para los emergentes, se produciría un aumento de los diferenciales de crédito. En divisas, sería posible que el euro se fortaleciera de manera marginal. Las divisas de América Latina habrían registrado ya su máxima apreciación y las asiáticas, como consecuencia de tipos de cambio reales infravalorados, tendrían margen de apreciación adicional.
Eduardo Pedreira y Nicolás Trillo son economistas del Servicio de Estudios Económicos de BBVA.
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