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Vela | Odisea en la Vuelta al Mundo
Columna
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Asumimos el riesgo

Me piden que escriba sobre los últimos acontecimientos en la Volvo. Es difícil opinar, máxime cuando hay pérdidas humanas. El rescate del Movistar y que estén todos a salvo es lo único positivo. Con esta nueva generación de barcos tan extremos, los Volvo 70, todos hemos tenido problemas, todos queremos ir más rápido y ganar, desde nosotros los regatistas hasta diseñadores y patrocinadores. Cada tripulante conoce los riesgos y los asume. De todos los barcos diseñados por Farr, el Movistar era el más rápido, pero por los comentarios en los boxes era el más deficientemente construido. Los equipos deciden dónde y cómo van a construir el barco. La fiabilidad es algo que mira todo el mundo en esta competición de 33.000 millas por los mares más inhóspitos de la tierra. Nosotros [el Ericsson] elegimos un astillero en Inglaterra, Green Marine, porque creíamos que era el que tenía más experiencia. El Movistar fue construido en Australia en un astillero que no era de los punteros en este mundo, pero eso son riesgos que asume cada equipo por las razones que sea.

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En tierra pero sin barco

Todos los equipos quieren barcos rápidos, pero también fiables. Todos partimos con las mismas reglas. Estas cosas pasan porque es una competición con un factor de riesgo muy elevado. Se podrían crear reglas para que no pasara, pero acabaríamos con barcos el doble de pesados y la mitad de rápidos. Hay que recordar que es la primera generación de barcos con quillas pivotantes y se paga el riesgo de innovar. Los diseñadores no tenían una referencia para este tipo de regatas donde los barcos se llevan 24 horas al 100%. Los barcos también se cansan y el material sufre una fatiga después de más de 25.000 millas. Lo mejor de todo es que la tripulación del Movistar -he sido entrenador de Fernando Echávarri en los Juegos Olímpicos- esté a salvo. Desgraciadamente, Horrevoets no podrá dar más vueltas al mundo. Así es este deporte. En el París-Dakar se muere mucha gente y se sigue haciendo. Cada vez se mejora la seguridad -más balizas personales, trajes de supervivencia...- e incluso la regata tiene reglas bastante estrictas. Se intenta controlar, pero un mal día lo tiene cualquiera.

Lo de Hans es una tragedia que hace recordar que es un deporte de alto riesgo. A veces lo olvidamos. Hay que ir con cuidado, rápido, pero con precaución. Cada uno debe asumir los riesgos. Si no llego a ir atado la noche de Vigo cuando me rompí la mano, no lo hubiera contado. En la Whitbread 89-90 [antigua Vuelta al Mundo], se nos cayó Jordi Doménech en el Fortuna y tardamos 16 minutos en rescatarlo. Un poco más y lo perdemos. En la San Francisco-Hawai, en 2002, también se nos cayó un hombre al agua y lo rescatamos. A veces la gente habla un poco más de la cuenta diciendo que estamos locos. Asumimos el riesgo, pero lo queremos controlar. Cuando la gente se despide en las regatas, cuando hablas con un tripulante antes de cada etapa, le dices o piensas 'una mano para ti y otra para el barco'.

Si te caes y no llevas el arnés, a las velocidades que desarrollan esos barcos, de noche, el tiempo que se tarda en la maniobra de recuperación es crítico. En pocos minutos se navega una distancia que hace perder de vista al tripulante. Si es de noche y si la temperatura es de 9 grados, las posibilidades de salvamento se reducen. Por si fuera poco, te puedes golpear con una driza, abrirte la cabeza, quedarte inconsciente. Nunca he llegado a caerme. Siempre me ha salvado el arnés, en el récord de la vuelta al mundo que hice con el Cheyenne y en la primra etapa de esta Volvo. Me lo pongo porque puedo ir más rápido y tranquilo, concentrarme más en mi trabajo e ir a tope. Pero a veces te lo olvidas porque es incómodo y te das cuenta que has estado seis horas sin él.

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