Señor, tenga piedad

Señor empresario de la plaza de toros de Sevilla, tenga piedad, por Dios, de esta sufrida afición que pasa por taquilla ilusionada y parece abocada al mal endémico del aburrimiento.

Tenga piedad de los toreros, en especial de Luis Vilches y Jesuli de Torrecera, que han demostrado suficientes méritos para mejores oportunidades.

Tenga piedad de la fiesta de los toros y, por favor, no contrate más la ganadería del Conde de la Maza, que acumula fracaso tras fracaso, y vuelve una y otra vez por razones que únicamente el empresario y el ganadero conocen.

Ayer, otra corrida pésima e infumable; en esta ocasión, toros mansos y descastados que no admitían más lidia que la puntilla del matarife. Ayer, otro engaño a la afición, que sufre en silencio esta inexplicable decisión de la empresa sevillana, que no parece dispuesta a rectificar. De hecho, para el domingo 25 se anuncia una novillada del mismo hierro. Si no quieres caldo, dos tazas.

Tenga piedad de la fiesta, por favor, y defiéndala con toros bravos, nobles y encastados, y deje para el olvido los toros mansos y deslucidos de este hierro sevillano que tiempo ha debieron abandonar la plaza de la Maestranza.

Piedad, también, para los toreros, que sufrieron en público y en su más honda intimidad las inclemencias de tan infame corrida.. Ni Vilches ni Jesuli de Torrecera merecían formar parte del cartel porque ambos han demostrado en este ruedo que son toreros de una pieza; aquí han triunfado a lo grande, y no hay razón alguna para que se les eche a los leones con los que el éxito es tarea altamente improbable. Uno y otro estuvieron muy por encima de la corrida, muy valientes y decididos. Luis Vilches, firme y seguro ante un primero andarín que se negaba a acudir al cite del torero, y con la misma disposiciòn en el otro, parado y con la cara por las nubes. Jesuli hizo una demostración de oficio y raza ante el tercero; después, jugó bien los brazos a la verónica en el sexto, al que toreó de muleta con encomiable decisión. Se jugó el tipo de verdad, arrancó la música y dibujó redondos y naturales preñados de emoción. Fue una pena que errara tanto al matar.

Tampoco tuvo suerte el sevillano Punta, en una nueva oportunidad perdida. Mantiene el buen gusto, pero estuvo a medio gas con el primero, el más noble del encierro, y persiguió por el anillo al rajado cuarto.

Piedad, señor empresario, y repita esta corrida con otros toros.Abandone los compromisos y vete a los del Conde, por favor...