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Reportaje:

La reinvención de Nina Hagen

La reina de la provocación ahora canta 'swing' de los años treinta

Diego A. Manrique

Nina Hagen (Berlín, 1955) pasa los veranos en Ibiza pero hace tiempo que se ha esfumado del radar de los medios españoles. De cualquier modo, eso no significa que esté jubilada ni que haya perdido su capacidad para asombrar.

De hecho, reaparece el lunes 24 de julio en el Barcelona Teatre Musical (BTM), con una insólita propuesta musical: acompañada por los trece instrumentistas de la Capital Dance Orchestra, Nina se reinventa como intérprete, en inglés y en alemán, de canciones que alcanzaron popularidad durante los años treinta; son standards de origen estadounidense -compuestos por George Gershwin, Jimmy Van Heusen o Harry Warren- junto con temas germanos, algunos identificados con Zarah Leander o Hildegard Knef. En otoño, Hagen promete actuar en otras ciudades españolas con el mismo repertorio: "Tiene humor, ironía, picardía, ritmo... ¿qué más quieres?".

No es un capricho pasajero. Nina se estrenó en esta onda con el disco Big band explosion en 2003 y ahora publica Irgendwo auf der welt (Universal), con un hermoso envoltorio y 17 piezas. Niega que esté intentando seguir la exitosa pista de las grabaciones retro de Rod Stewart o Carly Simon: "Creo que esos temas tienen profundidad emocional y riqueza musical. Son tan relevantes como los de Bruce Springsteen o las Dixie Chicks, por mencionar artistas de ahora que me gustan. Cuando yo vivía en Berlín Este, veíamos la televisión occidental y allí sonaban interpretadas por Nina Simone, Ella Fitzgerald, Zarah Leander, Hildegard Knef, Mahalia Jackson. Yo subía el volumen y no permitía que nadie hablara. ¡Cambiaron mi vida!".

Se identificó con la ambigua leyenda de la Leander. "Aunque era sueca, fue una estrella del cine tanto durante los años de Hitler como después. A diferencia de Marlene Dietrich, se quedó en Alemania y fue muy criticada por ello. Pero ahora sabemos que salvó a amigos judíos gracias a la admiración de los nazis; dicen que era capaz de beber más que ellos y sacarles concesiones cuando estaban borrachos. Fue una inspiración para mí: yo sé lo que significa crecer bajo la presión de un régimen totalitario e intentar mantener tus creencias".

Aunque Nina se permita algunas de sus celebradas irreverencias vocales, el fondo de la Capital Dance Orchestra es genuinamente ortodoxo, más cercano a las almidonadas agrupaciones europeas de entreguerras que a las alborotadas big bands de Harlem. Maravillosamente ataviada y peinada, como corresponde a la vocalista de una banda de la alta sociedad, no hay rastro de la Hagen rockera: "Vivo en Estados Unidos y allí tengo una banda de rock, en septiembre encabezo incluso un festival de rock femenino. Me gusta hacer música de protesta, interpreto esa canción de Neil Young que pide la destitución del presidente Bush. Yo me considero una artista versátil, también hago de actriz y pongo mi voz en películas de animación. Y doy recitales de música tradicional del Himalaya y la India, tocando armonio y guitarra".

Eso suena a espiritualidad oriental, sugiere el periodista. Y Nina salta: "No, no, no. Yo sigo las enseñanzas de Jesucristo. Mi amor por la Virgen María es indescriptible: para cantar con toda mi alma y mi corazón, mis favoritas son Ave María y otras melodías religiosas. Pero mi cristianismo no me impide sentir amor, comprensión y respeto por las demás culturas y religiones. Creo en compartir experiencias espirituales sin fanatismo. Si conocieras a mis dos hijos, verías que mi fórmula funciona".

Foto de promoción de Nina Hagen.
Foto de promoción de Nina Hagen.HOLGER MAASS (UNIVERSAL)

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