Las ciudades que mejor suenan
Hace años me propuse viajar a todas las ciudades que me sonaran bien al oído por muy alejadas y secretas que se hallaran en el mapa. Además de tener un sonido evanescente me exigí que fueran ciudades que de adolescente sin conocerlas las hubiera soñado y pronunciado su nombre pasando lentamente cada una de sus sílabas por los labios mientras hojeaba el atlas. Por eso titulé esos viajes Por la Ruta de la Memoria. Alejandría, Nueva Orleans, San Petersburgo, Shanghai eran lugares llenos de aventuras que yo había realizado durante los sueños.
En cualquier viaje hay dos momentos muy placenteros: cuando uno, antes de partir, ya ha puesto el alma en camino y hace la maleta, y de regreso cuando uno ya en casa recuerda todo cuanto le ha sucedido. Hoy los aeropuertos han sustituido a la antigua selva virgen. El azar y los peligros del viaje empiezan y acaban ahí porque en la antigua selva de las novelas de Salgari ahora todo está ordenado, domesticado y sometido al horario del perfecto turista. Toda clase de fieras, desde las boas y los leones hasta los mosquitos vienen en la guía. Existe también otro instante delicioso. Uno llega al hotel de una ciudad desconocida a media tarde, deshace el equipaje, se ducha, se pone ropa limpia y realiza la primera descubierta por la calle sin saber adónde lo llevan los zapatos y descubre los primeros escaparates, el primer café con terraza, y sentado allí ve pasar el río de la gente en cuyo rostro están todos los códigos posibles para un explorador. Así recuerdo los tranvías de Alejandría a lo largo de la Cornisa, el Paseo de los Ingleses en Niza, las latomías de Capuchinos en Siracusa, el Báltico helado en San Petersburgo, el malecón de madera del Misisipi en Nueva Orleans, el bar del hotel Catay de Shanghai, donde abrevaron todos los aventureros literarios escapados de las novelas. Una ciudad se te entrega cuando te enamoras en ella o te descubres por la espalda como un viajero al doblar cualquier esquina. Y así sucesivamente hasta dar la vuelta al mundo alrededor de ti mismo.
Manuel Vicent acaba de publicar Viajes, fábulas y otras travesías (Alfaguara). El libro recoge las evocaciones que el autor hace de las diferentes ciudades que ha visitado en el mundo.
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