Gustavo se dejó la vida contra el fuego
La cuarta víctima mortal de los incendios es, como la anterior, un septuagenario que defendía su propia casa de las llamas
Los incendios forestales que arrasan Galicia desde el pasado día 4 se han cobrado una cuarta vida: la de Gustavo Vallejo Pérez, de 70 años, que murió en la noche del viernes en un hospital de Vigo por las quemaduras que sufrió el pasado martes cuando trataba de apagar las llamas que devoraban sus eucaliptos y cercaban su casa de Valiese, en la provincia de Pontevedra. "Fue provocado. Estoy seguro. Si cojo al que lo hizo, yo le haría los mismo que él hizo con mi suegro", amenazaba ayer Valentín Gil, yerno del fallecido, mientras esperaba la llegada del féretro.
"Eran las tres de la tarde del martes. Estábamos echados la siesta, cuando olí a eucalipto quemado. Me asomé por la ventana de la cocina y vi que estaban ardiendo los eucaliptos", rememora Verónica, que tiene su casa a unos 20 metros de lo que ella recuerda como "un volcán". La joven y su marido, Eduardo Agustín Gesteira, de 26 años echaron a correr hacia las llamas armados de palas y ramas.
Allí estaba también Gustavo Vallejo, que luchaba denodadamente contras las llamas provisto de una sulfatadora llena de agua. El septuagenario corrió hacia el garaje donde estaba guardado su coche. El aire era irrespirable por la densa humareda. Vallejo cayó al suelo semiinconsciente entre unas piedras ennegrecidas y envuelto en llamas.
El joven Eduardo intentó ayudar al herido. "Tenía abrasadas las piernas, los brazos y el cuello. Era horrible. Le cogí para sacarle de allí y me quedé con trozos de piel", dice sin poder reprimir un escalofrío. "¡Había que verlo...! Una cosa es contarlo y otra es verlo", remacha Verónica.
Una lengua de fuego alcanzó un pajar en tanto que Eduardo y Verónica se desesperaban marcando una y otra vez el teléfono de los bomberos. Al fin llegó una dotación contraincendios cuando el fuego ya estaba empezando a morder un pinar perteneciente a Gustavo Vallejo. Éste fue trasladado en ambulancia hasta un hospital de Vigo, donde pasó cuatro días debatiéndose entre la vida y la muerte, hasta que el pasado viernes se paró su corazón. Tenía quemado más del 25% de su cuerpo.
El fallecido, natural de Freixo, se casó con una mujer de Valiese, Milagros Gómez Fernández, con la que tuvo cuatro hijos (Carlos, José Ángel, Maricarmen y María del Sol). Como otros muchos gallegos, Gustavo Vallejo emigró a Alemania y después de hacer unas perrillas regresó a su tierra. "Trabajó 30 años en un aserradero, en RENFE y, finalmente se jubiló. Ahora tenía unos eucaliptos y unos pinos", declara su yerno Valentín Gil.
Toda la familia aguardaba ayer noche la llegada del cadáver a Valiese, en el municipio de A Cañiza, para el velatorio. "Es raro lo que pasó aquí. Esto fue intencionado. ¿Por qué? No sé... Alguna rencilla de alguien que sólo quería hacer daño. Y lo ha hecho: además de matar a mi suegro, ahora este terreno se ha quedado desierto como el Kalahari", se lamenta Valentín Gil.
Dentro, en la casa que el fallecido logró salvar de las llamas, su viuda, sus hijos y sus cuatro nietos lloran con resignación, como aceptando el fatalismo que ha sumido a la familia en la desgracia.
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