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Columna
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Asaltar los cielos

Decía Javier Pradera que la gravedad es a la tierra lo que el poder a la política: impide que los cuerpos floten. Dentro de Izquierda Unida siempre han vivido dos almas, una que entronca con la tradición posibilista del Partido Comunista, vinculada hace tiempo a CC OO y con una estrategia de acuerdos con el Partido Socialista. Otra de carácter radical urbano, heredera del anarquismo ibérico, que defiende siempre posiciones extremas: un elogio de la pureza, el somos pocos pero tenemos razón. Esta última postura es la que durante años triunfó en IU durante el nefasto periodo anguitista: toda esa quincalla de las dos orillas y la majadería del "sorpasso" que redujo IU a su mínima expresión, paradójicamente cuando ya Anguita se había retirado a la meditación.

En Andalucía a esta estrategia se le llamó la pinza: el período de Luis Carlos Rejón, con las tonterías del gobierno desde el parlamento que supuso el regalo al PP de algunas alcaldías con el hostigamiento hacia el PSOE y el presidente Chaves. Rejón se ha retirado de manera temporal a su Baena natal, después de su expulsión de IU-CA. De ese tiempo viene el ascenso de Diego Valderas desde la alcaldía de Bollullos hasta la Presidencia del Parlamento. Cuentan la anécdota de cuando se debatía en IU el bloqueo a los presupuestos andaluces. Los sectores más moderados de la coalición defendían un acuerdo con el gobierno del PSOE similar al que tenían entonces en Italia El Olivo y Refundación Comunista, a lo que Antonio Romero espetó: "sí, sí, mucho Olivo pero las aceitunas las recoge Bertinotti", y recibió la respuesta oportuna: "pues recógelas tú aquí".

Una vez que los más ultras han realizado su propia Larga Marcha y han abandonado la organización hacia páginas web y organizaciones diletantes, tan sólo un reducto de recalcitrantes sobreviven en los refugios del PCE y del SOC. En las direcciones nacional y regional de IU manda ahora la gente más sensata, aquellos que quieren darle utilidad al voto izquierdista mediante acuerdos con el PSOE, ya sea de gobierno en las corporaciones locales o legislativos en el parlamento, como el que se ha dado con el Estatuto andaluz. Es una política que dará sus frutos, propia de gente moderada.

De manera periódica aparecen las dos almas de IU en su quehacer diario. No se puede estar todo el día sacando pecho de ser la única organización con las manos limpias, la más coherente, la más honrada y toda esa monserga, y luego tener en la organización a un imputado por un presunto delito de intento de soborno como el alcalde de Camas. Es cierto que habrá que mirar el mapa de la correlación de fuerzas dentro de IU en la provincia de Sevilla y en Andalucía, pero al final incluso Valderas ha tenido que retirar su propuesta de readmitir a Agustín Pavón ante las críticas de sus adversarios internos y externos.

Algo parecido ha ocurrido con los campos de golf. Mientras IU-CA pedía una moratoria, un decreto regulador y pone todo tipo de obstáculos con acusaciones variadas a los proyectos que se presentan donde no gobierna, en Trebujena promueve uno y en Puerto Real se ha construido otro y hay dos más en proyecto. Creo que es oportuno este tipo de desarrollo siempre que se haga de manera escrupulosa con el ordenamiento urbanístico y consuma agua reciclada. Incluso no parece una tontería que tengan promociones inmobiliarias junto a las deportivas si se desarrollan de manera ordenada y ecológica. Los ayuntamientos pueden conseguir plusvalías para invertir en los barrios más degradados a la vez que se obtiene trabajo, riqueza y bienestar. Es la política posibilista de quien gobierna. Cuando se está en la oposición algunos quieren asaltar los cielos. La gestión frente a la demagogia. Lo curioso es que en el caso del alcalde de Puerto Real las dos almas de IU viven dentro de la misma persona, en una aguda esquizofrenia política: verborrea radical con urbanismo golfista, lo que Francisco Garrido ha llamado marxismo-ladrillismo.

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