"La crueldad forma parte de la naturaleza humana"
El director Todd Solondz emociona al espectador con 'Palíndromos'
Con Palíndromos, su cuarto largometraje como director -que hoy, tras dos años de retraso, llega a las pantallas españolas-, Todd Solondz (Nueva Jersey, 1959) confirma su condición de auténtica anomalía en el paisaje, cada vez más manso, del cine independiente americano. Sus películas -entre ellas, Bienvenido a la casa de muñecas (1995) y Happiness (1998)- enfrentan a todo espectador, incluso al más tolerante, con sus contradicciones medulares, rompiéndole los esquemas mediante una ferocidad que no está reñida con la emoción y el aliento poético. "Mis películas siempre han dividido al público", explica Solondz a través del correo electrónico, "la crueldad, como la bondad, es un aspecto de la naturaleza humana que acepto por completo, por doloroso que pueda resultar. Mi trabajo a menudo explora esta crueldad, pero eso no significa que yo sea cruel, y esta confusión es la que suele perturbar al público. Si alguna vez escribo algo que puede incitar a la violencia, lo acabo eliminando de mis guiones. Por otro lado, si me preocupase demasiado por lo que puede resultar ofensivo para el público, no podría haber hecho ninguna de mis películas. Crecí repitiéndome, como un mantra: las piedras y los palos me pueden romper los huesos, pero las palabras nunca me harán daño. Creía que era una verdad universal, pero parece que estaba equivocado".
"Si alguna vez escribo algo que puede incitar a la violencia, lo elimino de mis guiones"
El palíndromo es aquella figura literaria consistente en formar frases o palabras que se leen igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. En manos de Solondz, el palíndromo se convierte en una metáfora del determinismo existencial: da igual el camino que recorramos, porque hay algo esencial que jamás cambiará. Como el deseo de ser madre de Aviva, la protagonista de Palíndromos, una niña de 13 años que está interpretada por seis actrices distintas de contrastadas razas, edades y físicos -entre ellas, una soberbia Jennifer Jason Leigh- y por un actor de aspecto andrógino. Según Solondz, "por muy radical que pueda parecer este recurso, mi meta era lograr una experiencia emocional reforzada. Los espectadores pueden aceptar todo tipo de convenciones, siempre y cuando el creador sea consecuente con ellas. Podía haber escogido a una única actriz para el papel, pero, al reclutar a intérpretes de toda suerte de formas, tamaños y colores, tenía la esperanza de lograr una identificación más universal".
El cineasta, que afirma querer a todos sus personajes -"aunque a algunos más que a otros: cuando una madre dice que no tiene favoritos, el niño siempre sabe si está diciendo la verdad"-, dispara a todos los frentes. Cuestiona a los integristas religiosos, pero también a esa América progresista con esqueletos en el armario: "El problema con este tipo de películas independientes es que hay muy pocos conservadores que las vean. No aparecen en sus radares. Es difícil encontrar a un conservador en un festival de cine. Liberales y conservadores viven en universos paralelos, que rara vez encuentran su intersección, a menos que coincidan en un reality show. Una película tan pequeña como Palíndromos, que jamás podrá hacer mucha recaudación de taquilla, ni siquiera tiene la oportunidad de convertirse en una obra controvertida".
Babelia
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