Rompe y rasga
La escritora Marta Sanz, invitada en la Carta blanca de Lucía Etxebarria (La 2), dijo que -a su edad de madura joven- aún aspira a ser "mujer de rompe y rasga", concepto lábil, más que libidinoso, manejado mucho en ese programa. Sanz lo dijo sin duda irónicamente, aunque después vimos a otras mujeres, tanto auténticas como en simulacro, que sí podrían ajustarse a la frase. Ana María Matute no sólo es una gran novelista; aquellos de sus lectores que hayan tenido la suerte de oírla en una conferencia o una firma de libros saben que hay poca gente en este país con su chispa y su inteligencia, con su verdad, que ella hace descarnada pero nunca solemne. En la entrevista con Etxebarria contó la terrible historia de cómo al separarse le quitaron a su hijo, según leyes promulgadas por los mismos que orillaban a las pocas mujeres escritoras de entonces o crearon la censura, también sufrida por ella; lo peor de los censores franquistas, dijo la Matute, "no es que fuesen malos, sino estúpidos".
La estupidez comparecía después en Carta blanca en un sketch en el que Silvia Marsó imitaba con gracia (y venganza) a una despechugada Ana Obregón proponiéndose para hacer "programas culturales con audiencia". A eso lo llamo yo difundir ideas tóxicas por la televisión pública, ahora sobre todo que la última serie obregona Ellas y el sexo débil (que tenía una ágil y muy vistosa realización de Eva Lesmes) ha sido retirada por Antena 3 y la entrañable Anita está en el paro.
La Marsó se mesaba todo el rato un pelucón rubio tan cantoso como la peluca histórica de Santiago Carrillo, muy celebrada en el famoso programa de Gurruchaga Viaje con nosotros, momento más divertido de la nueva entrega de La imagen de tu vida (TVE-1), que acababa con el primer desnudo integral visto en nuestra televisión: el de Cicciolina. Y una pregunta cuya respuesta nunca sabremos: ¿se habría desnudado Lady Di en esa película que -según reveló ayer la Campoy en Las mañanas de Cuatro- la infeliz princesa había contratado con Kevin Costner poco antes de morir?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.