"La cultura vive un momento de molicie"
Sevillano, de 72 años. La primera impresión que da es la de venir de una concentración mental, o de un cabreo; pero luego se descubre con un sentido del humor corrosivo sobre todo consigo mismo. Su pintura es idéntica a su pensamiento. La acaba de exponer ahora en Guadalajara (México), con motivo de la invasión andaluza de la famosa feria del libro. Esta conversación, celebrada esta semana en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, comenzó por el tiempo.
Pregunta. ¿Cómo ve usted pasar el tiempo?
Respuesta. Por ahora, estoy sano, así que no me preocupa el paso del tiempo. Tampoco pienso en la muerte con grandes aspavientos: es como en el cine, se dan el último beso y se acabó. No me gustaría que me enchufaran... Uno nace entre tantos mimos, y la retirada es tan tétrica. La verdad es que hace unos años me sentí viejo, pero ahora soy joven otra vez.
"Me sigo exigiendo como cuando tenía 20 años. Eso me produce una enorme sensación de soledad"
"Soy consciente de la realidad, pero el mundo en el que pinto es más de sensaciones, de pensamientos"
"De joven era muy estropeado. El arte me ha ido protegiendo, me ha ido haciendo adulto"
"El mercado es furioso, tiene un poder enorme y juega con el 'bing bang' que se está produciendo. Una locura"
P. Acaso la soledad es lo que más asusta a estas edades.
R. Y la verdad es que yo me he metido en una profesión en la que hay que asumir que estás solo. Físicamente solo. Yo vivo con Pilar, mi mujer. Y tengo una ayudante. Pero enfrentarte solo en el estudio a los cuadros te produce un estremecimiento fuerte de soledad. Eso no lo he superado.
P. ¿Cómo es ese sentimiento?
R. Yo me sigo exigiendo como cuando tenía 20 años. Exprimir el limón un poquito más. Eso me produce una enorme sensación de soledad. El precio más alto que pago por la pintura.
P. ¿Esa soledad excita la vanidad o la autocrítica?
R. La vanidad, nada. Yo soy muy vanidoso, como todos los artistas, pero en mi estudio la vanidad no existe. Es un coñazo espantoso decir "yo soy el más autocrítico", o el más de cualquier cosa, pero he nacido autocrítico.
P. Rulfo decía que escribía tachando.
R. Yo pinto repintando, que es otra manera de tachar. Pinto, tardo en hacerlo, y a veces ataco los cuadros. Si llegas a convivir con el cuadro de una manera tranquila es que el cuadro ha pasado el examen. Me he psicoanalizado tanto, que a lo mejor eso es lo que hizo que me construyera en el estudio como unos grandes tótemes que me protegieran. Cuando se vaciaba el estudio era un drama: como si se hubieran ido de mi alrededor unos familiares que me habían protegido.
P. Los psicoanalistas le explicarán qué hacen esos tótemes.
R. Los psicoanalistas no te dicen nada.
P. ¿Ha aprendido a saber más de usted?
R. Pues sigo sin saber nada. Ésa es una de las experiencias más importantes del psicoanálisis: que por mucho que se agite el hombre sigue siendo hombre y sigue siendo el mismo.
P. Dice que pintar tranquiliza.
R. A estas alturas me cuesta decir cualquier cosa afirmativa de nada. Depende del momento en que me cojas una cosa es así hoy y mañana lo contrario. ¡Qué voy a hacer en la vida si no hago lo que he hecho toda mi vida!
P. ¿Y cómo nace eso, el cuadro? ¿Se levanta uno y viene?
R. No, eso no es como cuando uno era joven, que llegabas ante el lienzo y venía el cuadro. Ahora estoy como en una fábrica de coches: la fábrica está disponible, hay unas máquinas, unas estructuras. Sé cuáles son mis peligros, mis defensas, y todo alrededor se mueve, y hay como un marciano que revolotea y parece de chicle... A lo mejor el asunto te viene de una foto que has visto la noche anterior, la meto en el ordenador, surge una nueva visión... Y mientras tanto hay tiempo, y aire... Qué sé yo.
P. ¿Le afecta lo que sucede en la vida cotidiana al pintar?
R. Te diría que no. Hombre, como todos los humanos tenemos momentos duros, alegres; soy consciente de la realidad, de las bombas, de los tiros, pero el mundo en el que pinto es más un mundo de sensaciones, de pensamientos... Es muy difícil que uno viva en una torre de marfil: aunque sea enfermiza, la realidad está ahí, para todos.
P. ¿Cómo se metió en esto?
R. Estudié derecho, música, pintura, fui mucho al teatro en Sevilla, y me decidí por la pintura. Fue un poco automático: estoy convencido de que tengo alma de artista. Dicho así parece una estupidez, pero sé que tengo ese temperamento.
P. ¿Cómo le ha ido haciendo el arte?
R. Yo de joven era muy estropeado, por decirlo de alguna manera; tenía muchos problemas, sexuales, eróticos, y de existencia. El arte me ha ido protegiendo, me ha ido haciendo adulto. Aunque tengo dudas de si me he hecho adulto.
P. De lo que más se ríe es de la solemnidad.
R. Siempre he pensado que tenía dos personalidades. Tuve un padre muy castellano, muy serio, hasta mi madre lo llamaba don Ramón. Médico. Y mi madre era de Triana. Qué mezcla. Yo a veces me siento trianero y a veces castellano. Y en un momento de mi vida empezaba a predominar la parte seria, triste, y la otra se me estaba perdiendo. Y yo prefiero ser lo otro. Ahora estoy más equilibrado, tengo más armas para arremeter contra lo solemne, lo circunspecto.
P. Hay un momento en que uno es como los padres.
R. Un misterio. Sé quién era mi madre, pero siempre me pregunté qué sería mi padre. Con esa duda mueres. Y te preguntas: quién seré yo para mi hija. ¿Me recordará riendo, o serio?
P. Lo terrible de la vida es que nunca desvela los misterios.
R. Ése es el cachondeo. Tú no te sabes de ti mismo, tú eres una corriente que pasa, como glóbulos, cada uno de su padre y de su madre; van estallando, haciendo lucecitas... Pensar en serio pensamos poco. Somos una corriente que pasa.
P. Parece un cuadro suyo...
R. Sí, lo ideal sería tener aquí [en el cerebro] un agujerito, enchufar la máquina y cargarlo como se carga un artilugio de esos que llevan tanta memoria.
P. ¿Cómo ve lo que pasa?
R. Sabemos mucho, pero falta el paso siguiente: qué hay que hacer para limpiar la tierra, para que la gente coma... A lo mejor el capitalismo va a esperar a que se pudra todo...
P. ¿Y este país?
R. Un momento irritante. Lo veo con una irritación extrema. Me irrita enormemente la postura del PP, creo que actúa de manera grosera y mentirosa. Creo que tratan de desgastar al poder; no se creen lo que hacen... Exprimieron al máximo el asunto del 11-M; han estado inyectando en vena una gran mentira, y todo para hacerse con el poder, y ahora utilizan el proceso de paz. ¡Si estuvieran en el poder estarían en conversaciones con ETA! Esa actitud irritante hace un daño terrible al país...
P. ¿Y qué momento vive la cultura? ¿De creatividad?
R. De molicie. Se echan músculos, se hace turismo. Creo que eso da poco pie para la gran cultura.
P. ¿También en las artes plásticas?
R. Eso está explotando; en tiempos de Millares, éramos cuatro gatos; ahora hay cientos de gatos y todos nos queremos llevar el gato al agua... El mercado es furioso, tiene un poder enorme y juega con el bing bang que se está produciendo. Una locura.
P. ¿Se siente cómodo en el mundo de la cultura?
R. Yo diría que me está abandonando. Cada vez es menos interesante, cada vez hay menos energía.
P. ¿Qué le da alegría de lo que vive?
R. Mirar arquitectura. Viajar con Pilar. Me lo paso muy bien viajando con Pilar. Y joder, joder da siempre alegría.
Babelia
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