Jardines zen y chicas Manba
JAPÓN ES UNA fascinante mezcla de tradición y modernidad, donde la moda más rompedora o los famosos recreativos del Pachinco se entrecruzan con los abundantes templos budistas que aparecen por doquier. Es un pueblo de gente amable y atenta en una tierra colmada de verdes y delicados campos de arroz y hermosos cerezos. Es un retorno emocionante a la época de ninjas y samuráis, de misteriosos castillos blancos con suelos de tatami y creencias ancestrales.
Resulta difícil no disfrutar de un paseo por el barrio de las geishas, en Kioto; no sentirse abrumado por la serenidad y profundidad que se respira en sus bellos jardines zen o no quedarse impactado por la indumentaria de ciertas tribus urbanas de Tokio, como la de las chicas Kogal Manba.
Al principio, todo se hace diferente, pero poco a poco uno empieza a acercarse cada vez más a su cultura, por ejemplo, al cruzar la puerta de los templos de Nikko, al norte de Tokio, o el de la isla de Miyajima.
Un ejemplo de cómo son los japoneses me acaeció en Tokio. Mientras esperaba ante la taquilla de un teatro donde se representaba el tradicional espectáculo japonés del teatro Noh, se me acercó un anciano. Con un inglés casi ininteligible, me dijo que quería regalarme una entrada para la siguiente función. Apenas podía creerlo..., no entendía el porqué de aquello. Un amigo español, con el que quedé a menudo mientras estuve allí, y que lleva varios años viviendo en Japón, me explicó que aquel hombre debió sentirse sorprendido por mi interés hacia una tradición japonesa que no suele atraer a los occidentales, y quería agradecérmelo regalándome aquella entrada. Así son los japoneses: gente deseosa de mostrarse al mundo que, pese a haber permanecido aislados durante muchos siglos a causa del feudalismo que dominaba su organización social, han sabido adaptarse a los cambios y son hoy uno de los pueblos que más admiración merecen por el modo de tratar a los extranjeros.
Algún día volveré a ese maravilloso país lleno de gente amable y educada. Si usted puede, hágame caso: viaje a Japón.
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