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Reportaje:La situación en África

Somalia, después de los islamistas, ¿qué?

Un no Estado en descomposición busca un referentenacional tras 16 años de guerra civil

A Mohamed Abdi le llaman profesor Gandhi por su compromiso con la paz. En los 16 años de guerra civil en Somalia ha perdido a 58 miembros de su familia y ahora trata desesperadamente de averiguar cuántos parientes murieron en el primer bombardeo estadounidense en el sur de Somalia, ocurrido el 8 de enero. A sus 54 años es un representante de la sociedad civil, uno de los colectivos que, junto a los hombres de negocios, los ancianos y los intelectuales, trata de crear algún tipo de forma de Estado. Gandhi pertenece al clan Darod, el del presidente del Gobierno Federal Provisional (GFP), Abdullahi Yusuf, a quien tilda de marioneta extranjera: "Es quien ha abierto las puertas a los etíopes. No tendría posibilidades de sobrevivir sin la ayuda de sus tropas".

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El Gobierno etíope sacó el martes a dos centenares de soldados de una base de la capital somalí. Lo publicitó como la primera de las tres fases para la retirada total de sus fuerzas. Pero ese mismo día atravesaron Jowhar 23 camiones de fabricación rusa repletos de soldados etíopes en dirección a Mogadiscio. Ese movimiento contradice el anuncio de repliegue.

Es una cuestión de gestos: Etiopía debe de ser cuidadosa si quiere evitar que Somalia se convierta en su Irak. Por eso trata de proyectar la imagen de que son una fuerza de apoyo a las autoridades reconocidas por la comunidad internacional y no los ocupantes. Etiopía necesita retirarse pronto, al menos de Mogadiscio, para evitar que la escalada de atentados se transforme en una pesadilla y cualquier salida se interprete como una derrota. También necesita sacar las tropas, porque el Gobierno de Meles Zenawi teme que Eritrea, simpatizante de los tribunales islámicos y con el que mantiene serias disputas territoriales, aproveche el momento para lanzar un ataque.

Una cuestión de dilemas, también. Si el Ejército etíope se marcha antes de que llegue la fuerza africana de protección (8.000 soldados), autorizada el 6 de diciembre por el Consejo de Seguridad, existe el riesgo de un rebrote islamista. Gandhi cree que Etiopía busca esa inestabilidad para impedir la formación de un Estado fuerte que pueda reclamar la soberanía sobre el Ogadén, habitado por clanes somalíes y por el que ambos países libraron una guerra (1977-1978).

Yusuf ha logrado que los señores de la guerra -los que destruyeron el país (él mismo es uno de ellos), participen en su Gabinete y se sienten en el Parlamento -apoyado por la comunidad internacional-, entreguen las armas al GFP e integren sus milicias en el futuro Ejército nacional. Para algunos es el embrión del nuevo Estado; para otros, un gesto vacuo: las milicias regresarán a la obediencia de sus señores y clanes en cuanto desaparezcan los etíopes.

El Gobierno Federal Provisional nace de una conferencia de paz en Nairobi, en 2004. El primer intento de acabar con la guerra civil de Somalia (en Yibuti, 2000) fue un fracaso. "Se incluyó a todos los actores: señores de la guerra, hombres de negocios, intelectuales, sociedad civil e islamistas", recuerda Gandhi, que asistió a ambas citas, "pero los etíopes se encargaron de torpedearla. La de Nairobi, donde se eligió a Yusuf como presidente transitorio, es obra de Addis Abeba. Ellos seleccionaron al 80% de los diputados y vetaron a la sociedad civil, a los intelectuales y a los islamistas", añade.

"Cuando desapareció todo referente nacional, los tribunales islámicos supieron encontrar uno común: el islam", asegura Amin, médico del hospital de Galcayo-sur de Médicos sin Fronteras. Primero fue un barrio de Mogadiscio el que adoptó en 2005 un tribunal basado en la sharía. Su éxito en la mejora de la seguridad llevó a otro a copiar la idea y así sucesivamente. Los siete principales hombres de negocios de la ciudad, en especial Abubakar Omar Adani (detenido en Kenia), vieron una oportunidad de mejorar la situación y decidieron apoyarlos. Pronto se transformaron en una fuerza política formidable con milicia propia.

Washington vio en ellos una reedición de los talibanes. Financió a los señores de la guerra laicos que abandonaron sus rivalidades para crear una alianza contra el terrorismo. Este apoyo reforzó el prestigio de los islamistas, que derrotaron a los laicos en junio de 2006 unificando la capital por primera vez desde 1991. Su avance al sur (en septiembre tomaron Kismayo) desató otra alarma: temor al contagio en una costa turística (Kenia y Tanzania) habitada por poblaciones musulmanas.

Etiopía, EE UU y Yusuf airearon la presencia de terroristas de Al Qaeda entre los tribunales islámicos. El entonces embajador estadounidense ante la ONU, John Bolton, presentó en noviembre un proyecto de resolución que incluía el levantamiento del embargo de armas a Somalia (en vigor desde 1994), pese a que el Grupo de Contacto Internacional, auspiciado por la ONU, recomendaba lo contrario. En diciembre, Washington obtuvo del Consejo de Seguridad el texto que buscaba y Etiopía empezó a mover sus piezas.

"La corriente mayoritaria en los islamistas era la moderada dirigida por el jeque Sharif Ahmed [en arresto domiciliario en un hotel de Nairobi ]. En noviembre, en medio de la presión internacional, el ala más radical se hizo con el control de los tribunales. El nuevo jefe era el jeque Hasan Aweys ayudado por Yusuf Indo Ade y Hasan Turki, responsable de los sheebab, unidad de choque de centenares de jóvenes yihadistas. "Ellos decidieron atacar a los etíopes en Baidoa [sede del GFP] y lo perdieron todo", dice una fuente occidental.

Al principio tuvieron el apoyo de la población, harta de los señores de la guerra. Pero esa simpatía se diluyó tras la prohibición del fútbol, el cine, la música y el khat (una droga local). Las llamadas a la yihad contra la cristiana Etiopía y las promesas de recuperar la Gran Somalia (que incluye Ogadén, Yibuti y una provincia de Kenia) alarmaron a la comunidad internacional. "Los somalíes son en su mayoría de alguna escuela sufí [corriente filosófica del islam considerada herética por los ortodoxos] y no aceptan el radicalismo. Viven por la religión, pero no para ella", explica la fuente occidental.

"Había tanta seguridad en Mogadiscio bajo los tribunales que se podía pasear de un extremo a otro de la ciudad [norte y sur están divididos por una línea verde]. Los islamistas reabrieron el aeropuerto internacional y el puerto [por primera vez desde 1995] y surgieron los comercios. Ahora ha regresado la inseguridad. Cualquiera te puede matar por un teléfono móvil. El Gobierno no hace nada y cada día que pasa, Yusuf pierde crédito", asegura Mohamed Hasan, a quien todos llaman dottore.

Pese a ese clima de inestabilidad, la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de Nairobi ha pedido a las ONG y agencias de la ONU que regresen a la capital y comiencen a trabajar en la reconstrucción.

Las anteriores misiones de paz en Somalia fracasaron estrepitosamente. La segunda de Naciones Unidas (Unscom II, 1993-1995) llegó a contar con 28.000 cascos azules. Tampoco lograron sus objetivos los casi 30.000 soldados enviados por George Bush padre. En octubre de 1993, los norteamericanos libraron una batalla en las calles de Mogadiscio con la milicia de uno de los principales señores de la guerra de entonces, Mohamend Farah Aidid. Murieron 18 estadounidenses y más de mil somalíes. Las imágenes de los pilotos de un helicóptero Black Hawk arrastrados por una turba provocaron en EE UU una opinión pública instantánea en favor de la retirada. ¿Podrá pacificar un Estado inexistente una fuerza africana de 8.000 soldados? De momento, Uganda, Malaui y Nigeria se han comprometido a enviar 3.500.

Un camión cargado con soldados etíopes abandona una base de la capital somalí.
Un camión cargado con soldados etíopes abandona una base de la capital somalí.JUAN CARLOS TOMASI

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