Los humanos de Pavlov
Alrededor de la plaza Garibaldi de la capital mexicana, donde se juntan las cantinas decadentes, los turistas despistados, los mariachis de alquiler, los borrachos y los malechores, se pasean desde hace décadas unos hombrecillos que cargan una batería de coche con dos cables y un primitivo medidor de energía. Irrumpen con un "¿quiere un toque, señor?", y con ello venden una descarga eléctrica que quita la embriaguez al instante con sólo sujetar en las dos manos los citados cables. Un oficio, el de estos hombres, muy útil a la sociedad.
En el concurso Distracción fatal (Antena 3), que presenta Anabel Alonso, también utilizan los toques. El lunes conectaron a cuatro concursantes los respectivos cables a una de sus manos mientras se les hacían preguntas de cultura general. Por lo visto, el reto consiste en responder rápidamente pese a las "distracciones" que las torturas les procuran. Son preguntas de cine, de historia, de actualidad. Preguntas sencillas, insiste la presentadora. Los concursantes reían al principio, pero eso duele. Luego, claro, ya no eran capaces de contestar nada. Daban saltos con los espasmos eléctricos pero intentaban mantener el tipo para no hacer aún más el ridículo ante las cámaras. Que no se engañen. Concursar en este tipo de pruebas es hacer el ridículo. No sólo eso. Lo más probable es que, como consecuencia, cojan aversión a todo tipo de conocimiento y su "cultura general" quede reducida al miedo a sufrir dolor. Eso ya lo experimentó ampliamente el doctor Pavlov al enunciar su ley del reflejo condicionado. Él utilizaba perros y el sonido de una campana.
Pero en Distracción fatal les gusta la variedad. A los concursantes también se les retuvo la cabeza en un cepo mientras una mano les daba bofetadas y cachetes a cada uno, "para distraerlos". Después cada uno se reventaba huevos en la cara. Sé que en un programa anterior sentaron a los concursantes en un retrete con un detector. En lugar de apretar un botón, el que sabía la respuesta debía echar un veloz chorrillo de orina. ¡Eso es fomentar la cultura!
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